"?ramos soldados; somos taxistas"
Dos oficiales iraqu¨ªes relatan c¨®mo vivieron la guerra y c¨®mo lograron sobrevivir al horror
?mer Manhal y Mohamed Abu Hamed se conocieron en el Ej¨¦rcito y forjaron una amistad que sobrevivi¨® a las diferencias religiosas (uno es chi¨ª y el otro sun¨ª) y a los recelos de sus superiores. A causa de ella no s¨®lo fueron destinados a distintos batallones sino que se bloque¨® su acceso al curso de Estado Mayor y, en consecuencia, su carrera. Para ambos, el Ej¨¦rcito era una vocaci¨®n y "un modo de alcanzar prestigio social y un nivel de vida aceptable". Lo fue durante parte de los 17 a?os que vistieron el uniforme. En v¨ªsperas de la guerra del a?o pasado, apenas cobraban 20 euros al mes. Lo sucedido durante la campa?a quebr¨® sus ilusiones. Ahora se ganan la vida como taxistas.
TENIENTE CORONEL ?MER MANHAL
Deserciones en bloque
"Yo me hice el muerto y permanec¨ª en el suelo junto a mis compa?eros fallecidos"
"No cre¨ª que llegara a haber una guerra porque me parec¨ªa obvio que si la hab¨ªa, ¨ªbamos a perder. Mi unidad estaba desplegada en las afueras de Nayaf, y su misi¨®n era defender la ciudad junto a los miembros locales del Baaz y el resto de las fuerzas de seguridad. Ser¨ªamos unos 3.000 hombres en total, pero no hab¨ªa ninguna coordinaci¨®n y carec¨ªamos de intendencia ya que todo el esfuerzo se hab¨ªa concentrado en Bagdad. Nos dimos cuenta de que iban a sacrificarnos. Yo mandaba una compa?¨ªa de 75 soldados. El 95% de ellos desertaron nada m¨¢s estallar la guerra. El 50% de los oficiales tambi¨¦n".
"Debido a las deserciones enseguida perdimos la zona que defend¨ªamos. Recuerdo que hab¨ªa una tormenta de arena, pero eso no impidi¨® que los americanos avanzaran con carros y helic¨®pteros, y tomaran nuestra posici¨®n. Avanzaban de noche, desde la puesta del sol hasta el amanecer, pero sus helic¨®pteros no abandonaban jam¨¢s la zona de combate. Apenas hubo una peque?a batalla entre ellos y lo que quedaba de nuestra unidad. En dos horas acabaron con la mitad de quienes resist¨ªamos".
"Yo me hice el muerto y permanec¨ª en el suelo junto a mis compa?eros fallecidos. Fue muy peligroso porque las fuerzas iraqu¨ªes que se encontraban dentro de la ciudad empezaron a bombardear la zona tratando de alcanzar a los americanos y sus proyectiles ca¨ªan sobre nosotros. Cuando acab¨® el bombardeo, los americanos vinieron a buscar heridos y nos llevaron a todos a la retaguardia. Despu¨¦s de cachearme, me enviaron a la prisi¨®n de Um Qasr".
"Me rend¨ª el d¨ªa 26 de marzo", declara mostrando un papel del Comit¨¦ Internacional de la Cruz Roja (CICR) que indica la fecha del 24 de marzo. "Es un error", asegura, "en medio del barullo se confundieron al tomar los datos". El documento indica que permaneci¨® en poder del Ej¨¦rcito estadounidense hasta el 6 de mayo.
TENIENTE CORONEL MOHAMED ABU HAMED
La batalla del aeropuerto
"La defensa de Bagdad se asign¨® a la Guardia Republicana y yo pertenec¨ªa al cuerpo de especialistas de la Divisi¨®n Hammurabi, que estaba desplegada en el frente oeste, desde Al Tayi hasta cerca de Kerbala. Mi unidad fue emplazada junto al lago Razaza, a unos 15 kil¨®metros de esa ciudad. Oper¨¢bamos en grupos de 12 -10 soldados y dos oficiales- y nuestra misi¨®n era tratar de prevenir los ataques estadounidenses infiltr¨¢ndonos tras sus l¨ªneas".
"No sab¨ªamos que Bagdad hab¨ªa ca¨ªdo y que ya se encontraban en el aeropuerto. Desde el principio nos hab¨ªan quitado los aparatos de radio, incluso en las camionetas. Tampoco dispon¨ªamos de radar para que no pudieran localizarnos. Nos llegaba la informaci¨®n por los civiles, por la gente de las tribus que encontr¨¢bamos por la zona. Nos dec¨ªan 'hemos visto soldados por all¨ª, hemos visto helic¨®pteros por all¨¢' y as¨ª trat¨¢bamos de localizar sus posiciones".
"Hasta que un d¨ªa, no recuerdo con exactitud si fue el 4 o el 5 de abril porque perd¨ª la noci¨®n del tiempo, recibimos la orden de desplazarnos a la Puerta de Bagdad, cerca de la Kadhumiya. Al llegar a Faluya, la polic¨ªa nos impidi¨® usar la autopista y los del Baaz ten¨ªan tambi¨¦n cerrada la carretera vieja. Nos vimos obligados a dar un gran rodeo porque al parecer los americanos ten¨ªan controladas todas las rutas. Una vez en el lugar, esperamos desde las nueve hasta las once de la noche. Finalmente, lleg¨® un emisario con la orden de que nos traslad¨¢ramos a Hay al Hurr¨ªa, en la carretera del aeropuerto".
"Cuando llegamos encontramos a las fuerzas especiales escondidas. Nos mostraron el camino del aer¨®dromo. Ca¨ªmos en una trampa que nos caus¨® varios muertos y heridos. Los dem¨¢s volvimos con la ropa manchada de sangre. Nos dimos cuenta de que los americanos controlaban el aeropuerto y de que las fuerzas especiales no hab¨ªan luchado porque no ten¨ªan ninguna baja, estaban afeitados y con las ropas limpias. Nosotros apenas hab¨ªamos comido unas galletas que compramos de nuestro bolsillo en Faluya. Nos volvieron a enviar".
"Entonces comprendimos que nos estaban mandando al infierno. Nadie de los grupos que iban al aeropuerto regresaba con vida. Enfrente, te encontrabas con dos tanques y un helic¨®ptero. No pod¨ªas disparar porque te descubr¨ªan. Tampoco pod¨ªas volver atr¨¢s porque te ejecutaban. En cuanto me di cuenta de la situaci¨®n, aprovech¨¦ que ten¨ªamos un muerto y un herido, y env¨ªe a dos hombres con ellos. El resto nos fuimos a casa. Se nos hab¨ªan acabado las balas y aquello no ten¨ªa sentido. Nadie me par¨®. Dos d¨ªas despu¨¦s, los americanos entraron en Bagdad".
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