"El cerebro del atentado de Madrid est¨¢ en Irak"
Mohamed Darif, de 45 a?os, catedr¨¢tico de Ciencias Pol¨ªticas de la Universidad Hassan II de Mohamedia, es uno de los que mejor conocen el mundo de los islamistas marroqu¨ªes, sobre los que ha publicado una abundante literatura.
Pregunta. ?Qui¨¦n est¨¢ detr¨¢s de los atentados de Madrid?
Respuesta. Dos grupos, los llamados Combatientes marroqu¨ªes o Salafistas combatientes y el de Ansar el Islam, que dirige, probablemente desde el Kurdist¨¢n iraqu¨ª, Abu Mussab Zarkaui, un jordano que trabaj¨® con Osama Bin Laden en Afganist¨¢n antes de trasladarse a Irak. La conexi¨®n entre los marroqu¨ªes y Zarkaui se ha establecido a trav¨¦s de lo que queda de la c¨¦lula de Abu Dahdah [sirio encarcelado en Espa?a], a la que pertenece un pu?ado de compatriotas m¨ªos. Todos ellos son gentes de Al Qaeda.
"Ahora no necesitan a 'kamikazes' porque saben utilizar el m¨®vil para desencadenar la explosi¨®n y no fallan en sus objetivos, como sucedi¨® en Casablanca"
"La polic¨ªa y la justicia hab¨ªan sido hasta ahora eficaces en la represi¨®n de las c¨¦lulas de Al Qaeda que operaron en Espa?a, lo que irritaba a la organizaci¨®n"
"Hassan II permiti¨® la expansi¨®n del wahabismo, que Arabia Saud¨ª estaba deseosa de exportar, desde que, hace 30 a?os, se dispar¨® el precio del petr¨®leo"
"No hay soluci¨®n policial ni tampoco se aminorar¨¢ el peligro echando mano del laicismo. A los salafistas s¨®lo les pueden parar los pies los islamistas aut¨®ctonos"
P. Pero en las primeras investigaciones s¨®lo aparecen marroqu¨ªes.
R. Los marroqu¨ªes son los ejecutores, subcontratados. El cerebro es Zarkaui y su equipo. Los marroqu¨ªes han ocupado hasta ahora puestos subalternos en la organizaci¨®n Al Qaeda porque no se conf¨ªa en sus capacidades de planificaci¨®n. En la direcci¨®n mandan los egipcios, saud¨ªes, yemen¨ªes, kuwait¨ªes, etc¨¦tera. El marroqu¨ª que ha llegado m¨¢s alto ha sido Abdelah Tabarak, ahora encarcelado en Guant¨¢namo, que fue guardaespaldas de Osama Bin Laden.
P. Entonces, los que perpetraron la matanza de Madrid son los mismos que golpearon en Casablanca hace diez meses.
R. S¨ª, s¨®lo que durante ese tiempo se han profesionalizado. Su actuaci¨®n en Madrid demuestra que han dado un salto cualitativo. Ahora, por ejemplo, no necesitan a kamikazes porque saben utilizar el m¨®vil para desencadenar la explosi¨®n y no fallan sus objetivos, como sucedi¨® en Casablanca, donde un joven se suicid¨® en un lugar desierto cerca de un cementerio jud¨ªo.
P. En Casablanca hubo cuatro espa?oles muertos en la voladura del restaurante de la Casa de Espa?a.
R. S¨ª, pero no creo que aquellas explosiones conllevaran un mensaje dirigido a un Gobierno espa?ol que se hab¨ªa alineado en Irak con EE UU. En aquel restaurante se beb¨ªa mucho alcohol y se rumoreaba que lo frecuentaban jueces cuyos veredictos hab¨ªan sido severos con algunos radicales.
P. ?Por qu¨¦ Al Qaeda s¨ª ha atacado ahora en Espa?a?
R. Puede haber m¨²ltiples razones, desde las m¨¢s obvias, como el respaldo del Gobierno espa?ol a la pol¨ªtica antiterrorista de George Bush y a la invasi¨®n de Irak, hasta algunas m¨¢s rec¨®nditas. La polic¨ªa y la Justicia espa?ola hab¨ªan sido hasta ahora eficaces en la represi¨®n de las c¨¦lulas de Al Qaeda que operaron en Espa?a, lo que irritaba a la direcci¨®n de la organizaci¨®n. No descarto tambi¨¦n que hayan querido influir sobre las elecciones del domingo. No hay que imaginarse a los Bin Laden y sus seguidores como una panda de iluminados. Conocen bien la realidad de cada pa¨ªs. Dicho esto, aunque los muertos sean espa?oles, el mensaje est¨¢ ante todo dirigido a Bush.
P. Desde mayo, m¨¢s de 1.500 marroqu¨ªes han sido procesados por terrorismo, seg¨²n el ministro de Justicia, Mohamed Buzubaa. ?C¨®mo es posible que los salafistas combatientes tengan a¨²n capacidad de actuar?
R. Porque la represi¨®n ha sido exhaustiva, pero no ha hilado fino. Ten¨ªan demasiada prisa por conseguir resultados aparentes. Han apresado a muchos segundones, incluso a inocentes, pero no a los coordinadores. Karim Jatti, casado con una norteamericana, y Said el Husseini siguen huidos. A lo largo de estos meses la balanza entre derechos humanos y seguridad se ha inclinado de este ¨²ltimo lado. De ah¨ª las denuncias sobre los atropellos de las fuerzas de seguridad formuladas por asociaciones nacionales de defensa de los derechos humanos y por otras internacionales, como Amnist¨ªa Internacional, Human Rights Watch, etc¨¦tera. Conf¨ªo en que los atentados de Madrid inciten a la Justicia marroqu¨ª a revisar algunas sentencias especialmente severas.
P. ?Cu¨¢l es la historia de los salafistas combatientes marroqu¨ªes?
R. Hasta 1998 los marroqu¨ªes estaban integrados en un grupo predominantemente libio. Hace seis a?os crean su propio grupo con el prop¨®sito de dar apoyo a Al Qaeda. Esa ayuda ha llegado hasta proporcionar esposas marroqu¨ªes a saud¨ªes que se instalaban en Marruecos para crear una c¨¦lula durmiente que fue desmantelada en 2002. El grueso de su trabajo consist¨ªa, no obstante, en robar y falsificar documentos para suministrarlos a terroristas no marroqu¨ªes. En enero de 2002 reciben instrucciones, en una reuni¨®n celebrada en Turqu¨ªa, de pasar a la acci¨®n, e inmediatamente despu¨¦s Osama Bin Laden amenaza, por primera vez, a Marruecos. En mayo golpean en Casablanca.
P. ?Cu¨¢l es el sustrato ideol¨®gico de los salafistas?
R. Salafismo y wahabismo [doctrina isl¨¢mica que impera en Arabia Saud¨ª] es pr¨¢cticamente lo mismo. El salafismo combatiente es una radicalizaci¨®n del wahabismo promovida en 1991, en v¨ªsperas de la primera guerra del Golfo, por algunos ulemas saud¨ªes indignados por la presencia de tropas de EE UU en la tierra sagrada del islam. Adquirir¨¢ fuerza a partir de 1996, cuando Osama Bin Laden regresa a un Afganist¨¢n del que se han adue?ado los talibanes. Su objetivo prioritario es derrocar al r¨¦gimen corrupto de Arabia Saud¨ª, pero en el camino se puede machacar a Estados Unidos, Marruecos, Espa?a, etc¨¦tera.
P. ?C¨®mo un cisma en el wahabismo acaba teniendo repercusiones en Marruecos?
R. Hassan II permiti¨® la expansi¨®n del wahabismo, que Arabia Saud¨ª estaba deseosa de exportar, financiando escuelas cor¨¢nicas y distribuyendo su literatura teol¨®gica, desde que, hace 30 a?os, se dispar¨® el precio del petr¨®leo. Marruecos se mostraba receptivo porque a cambio Riad le ayudaba a costear la guerra en el S¨¢hara. Esa doctrina constitu¨ªa adem¨¢s un freno al auge del islamismo aut¨®ctono, de corte suf¨ª, encarnado por el movimiento Justicia y Caridad del jeque Abdesalam Yassin. Existe, por tanto, en Marruecos una corriente salafista cuyos avatares siguen la evoluci¨®n de sus correligionarios saud¨ªes. Los atentados de Casablanca supusieron la ruptura entre el poder y los wahabitas.
P. ?C¨®mo combatir eficazmente a los salafistas?
R. No hay soluci¨®n policial ni tampoco se aminorar¨¢ el peligro echando mano del laicismo. A los salafistas s¨®lo les pueden parar los pies los islamistas aut¨®ctonos. El pac¨ªfico islam marroqu¨ª se compone de una corriente ortodoxa, que sigue el rito malekita, y otra popular, de inspiraci¨®n suf¨ª, que encarna el jeque Yassin y que es mayoritaria en la sociedad. Creo que, tras presenciar un debate entre los partidarios de la mano dura y los de la opci¨®n pol¨ªtica, la monarqu¨ªa se inclina paulatinamente por estos ¨²ltimos. Empieza a comprender que para contener a los salafistas hay que incorporar a nuestros islamistas, darles juego, fomentar un frente com¨²n integrado por ellos y el Estado. Despu¨¦s de todo, los salafistas excomulgaron en su d¨ªa a Yassin...
P. ?Tendr¨¢ ¨¦xito esta pol¨ªtica?
R. En Marruecos se puede enderezar la situaci¨®n r¨¢pidamente porque la opini¨®n p¨²blica no simpatiza con los salafistas, sino con nuestros islamistas. En Europa es m¨¢s dif¨ªcil. Las comunidades musulmanas, incluidas la marroqu¨ª, est¨¢n en mayor medida bajo la influencia del wahabismo.
P. Puede que Marruecos se salve, pero entre sus vecinos africanos se propaga el salafismo a marchas forzadas.
R. S¨ª. Sabemos hoy en d¨ªa que el relevo, hace tres meses, de Hassan Khattab al frente del Grupo Salafista de Predicaci¨®n y Combate, en Argelia, se deb¨ªa a su negativa a expandirse hacia el sur, hacia los pa¨ªses del Sahel (Mauritania, Mal¨ª, N¨ªger y Chad). La nueva direcci¨®n del GSPC intenta ahora extender sus tent¨¢culos por esa zona des¨¦rtica cuyos d¨¦biles Estados dif¨ªcilmente pueden resistir los embates de Al Qaeda. De ah¨ª los recientes combates entre terroristas y el Ej¨¦rcito chadiano.
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