El 11-M en la mirada de un ni?o
?Qui¨¦n se ha resistido a enternecerse ante los dibujos infantiles aparecidos en la prensa de estos ¨²ltimos d¨ªas en los que muchos ni?os madrile?os plasman, con un l¨¢piz entre na?f y realista, sus vivencias desde el 11-M? El aparente realismo de tales dibujos no se contradice en absoluto con la tremenda vulnerabilidad psicol¨®gica de nuestros ni?os y adolescentes, y hacia ellos han de canalizarse en el futuro inmediato unas intervenciones que les ahorren, en lo posible, un porvenir nublado por los trastornos de ansiedad y depresi¨®n.
Tras el 11-S en Nueva York, tuvimos la oportunidad de comprobar c¨®mo las cifras de sufrimiento psicol¨®gico (estr¨¦s postraum¨¢tico, fobias, ansiedad y depresi¨®n) se disparaban en la poblaci¨®n infantil general, con m¨¢s trastornos de ansiedad en los menores de 12 a?os y m¨¢s depresi¨®n entre los 12 y los 18.
Naturalmente, hubo notables diferencias de riesgo. La muerte del padre o la madre proporcionaba el riesgo m¨¢s alto, seguido de factores aparentemente m¨¢s banales, como el tiempo de exposici¨®n a im¨¢genes audiovisuales de la cat¨¢strofe, o la exposici¨®n directa a edificios destrozados, polvo, fuego, o las experiencias traum¨¢ticas vividas con anterioridad. Curiosamente, aquellos ni?os cuyos padres atravesaban la situaci¨®n traum¨¢tica con signos externos de visible ansiedad o temor, tambi¨¦n manifestaron mayor incidencia de estr¨¦s postraum¨¢tico.
?Qu¨¦ deben hacer los padres y educadores de ni?os expuestos a situaciones traum¨¢ticas? Ha de resaltarse, en primer lugar, la importancia de las intervenciones preventivas. La primera recomendaci¨®n para padres y educadores se centra en la restauraci¨®n, lo m¨¢s temprana y extensa posible, de una atm¨®sfera de serenidad y normalizaci¨®n, comenzando por los h¨¢bitos de la vida diaria: respetar horarios -especialmente el sue?o-, recuperar actividades escolares y extracurriculares.
Tras esta recuperaci¨®n, ha de facilitarse a los ni?os la posibilidad de contar o expresar sus vivencias y formular preguntas con libertad. Las escuelas m¨¢s afectadas por el 11-M har¨¢n bien en facilitar a los ni?os medios y espacios de expresi¨®n para que puedan expresar lo que han visto, lo que han vivido y viven, lo que han sentido y sienten.
Las autoridades escolares y los profesores y maestros juegan aqu¨ª, con alg¨²n asesoramiento psicol¨®gico, un papel fundamental al facilitar la participaci¨®n de la escuela en rituales sociales de conmemoraci¨®n tales como funerales y otros actos comunitarios. Los profesores han de estructurar el d¨ªa escolar de la manera m¨¢s normal posible, al mismo tiempo que dan cabida a actividades dise?adas para la expresi¨®n de sentimientos relacionados con la crisis. Tambi¨¦n la escuela puede jugar un papel fundamental en la identificaci¨®n y protecci¨®n de aquellos estudiantes que se encuentran en una situaci¨®n m¨¢s fr¨¢gil.
Los ni?os que, habiendo perdido a uno de sus progenitores, se encuentran inmersos en un proceso de duelo traum¨¢tico precisan atenci¨®n especial. Los menores de tres a?os, a pesar de su tendencia al pensamiento m¨¢gico, pueden aceptar explicaciones muy simples de lo ocurrido. Entre los tres y los cinco a?os son frecuentes reacciones tales como el temor a la separaci¨®n y los sentimientos de culpa, a los que hay que responder con aclaraciones sencillas y repetidas.
La participaci¨®n de ni?os en funerales y otros tipos de conmemoraci¨®n es aconsejable en tanto facilitan, por contagio e imitaci¨®n, la expresi¨®n de sentimientos de dolor y de tristeza.
Los lectores pueden enviar preguntas a madridenlamente@elpais.es
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