Cuatro trenes, 14 bombas, 6.000 viajeros
A las 7.15, los terroristas ya han colocado los explosivos y sus v¨ªctimas se acercan a Madrid
Luis Garrudo tiene la costumbre de salir de su casa, en el n¨²mero 5 de la calle del Infantado, poco antes de las siete de la ma?ana, pasear los 240 metros que le separan de la estaci¨®n de Alcal¨¢ de Henares y hacerse con los peri¨®dicos gratuitos. Es jueves 11. Nada m¨¢s pisar la calle, llama su atenci¨®n la actitud de tres hombres que se apean de una furgoneta blanca, una Renault Kangoo, y se dirigen a la estaci¨®n sin perder tiempo. Garrudo, que adem¨¢s de inquilino es portero del inmueble, camina durante un rato detr¨¢s del m¨¢s alto de los tres. Los otros dos se quedan rezagados junto a la furgoneta. A Garrudo, que tiene 57 a?os, es moreno y m¨¢s bien bajo, le choca que aquel hombre alto, que lleva colgada una mochila del hombro izquierdo, se cubra la cara con una especie de pa?uelo o bufanda blanca. Y que los otros se tapen la cabeza con gorras de lana. Demasiada ropa encima para una ma?ana agradable. No hace fr¨ªo. Piensa:
-Parece que ¨¦stos van a robar un banco.
Garrudo llega a la estaci¨®n, coge los peri¨®dicos gratuitos y vuelve paseando a su casa.
Alberto Ruiz-Gallard¨®n, el alcalde de Madrid, est¨¢ despierto. Nunca consigue dormir m¨¢s all¨¢ de las seis de la ma?ana, pero se queda en la cama, intentando descansar, escuchando la radio, las novedades de una campa?a electoral que ha entrado en su recta final. Oye una declaraci¨®n de Trinidad Jim¨¦nez, portavoz socialista, aludiendo a su persona: "Podr¨ªa ser que a Gallard¨®n le pasara con la M-30 lo mismo que a Aznar con el Plan Hidrol¨®gico". Su tel¨¦fono m¨®vil, siempre encendido, est¨¢ en la mesilla de noche. Hace poco tiempo que se lo cambi¨®: le gusta llevar el ¨²ltimo modelo. A primera hora le espera una reuni¨®n de la comisi¨®n de gobierno con el asunto de la operaci¨®n urban¨ªstica de Chamart¨ªn sobre la mesa.
La voz de I?aki Gabilondo viaja ya en los coches que en tropel van entrando en la ciudad. Es un d¨ªa normal. Si acaso, algunos conductores, los m¨¢s observadores, pueden llegar a notar una mayor, aunque discreta, presencia policial. Hace semanas que los responsables de Interior han puesto en marcha la Operaci¨®n Genil. Barajan la sospecha de que ETA quiere amargar la cita electoral, despu¨¦s de que el ¨²ltimo de sus comandos cayera en una carretera de Cuenca. Transportaban una furgoneta con m¨¢s de 500 kilos de explosivos con destino a Madrid. I?aki saluda a los oyentes de Hoy por hoy:
- Buenos d¨ªas, son las siete de la ma?ana. Jueves 11 de marzo. Parece que llega un nuevo frente de lluvias. Hoy es el D¨ªa D menos tres, estamos a menos de 48 horas de que finalice la campa?a. El domingo, a votar. Es probable que bajo la lluvia y es probable que ¨¦se sea un dato no menor, habida cuenta de la importancia que se le concede a la participaci¨®n... La pelea sigue estando encarnizada y, adem¨¢s, hay una gran confusi¨®n, puesto que parecen posibles casi todos los resultados...
Jos¨¦ Antonio Serra Rexach no puede escuchar la radio. Se dirige en su moto hacia el hospital Gregorio Mara?¨®n como todas las ma?anas. Lo primero que har¨¢ como director de asistencia sanitaria ser¨¢ abrir el ordenador para evaluar c¨®mo ha ido la noche en urgencias, la obsesi¨®n del hospital en los ¨²ltimos siete meses. No sabe a¨²n que habr¨¢ sido la peor noche en este tiempo: 125 enfermos, muy por encima de los 80 de promedio de los ¨²ltimos d¨ªas. Madridista confeso a pesar de lo que sugieran sus apellidos, lleva en su memoria todav¨ªa el regusto de la experiencia vivida la noche anterior, ese Bernab¨¦u lleno celebrando la eliminaci¨®n del Bayern M¨²nich.
I?aki Gabilondo: "Buenos d¨ªas. Son las siete. Parece que llega un frente de lluvias..."
Tampoco puede escuchar la radio Antonio Delgado. A las 6.50 ya est¨¢ preparado en la estaci¨®n de Guadalajara para tomar los mandos de un convoy 450 de dos pisos, que hace la l¨ªnea de cercan¨ªas entre Guadalajara y Alcobendas, dos horas de trayecto antes del primer descanso de la jornada. Delgado ha conducido mercanc¨ªas y trenes de largo recorrido y desde hace tres a?os y medio trabaja en los cercan¨ªas de Madrid. Es uno de los 285 maquinistas asignados a la zona de Chamart¨ªn. Se form¨® como maquinista en el servicio militar hace 22 a?os. Sabe que en el horizonte mon¨®tono de las v¨ªas de un tren puede surgir de pronto y sin avisar una sorpresa desagradable. Como la de aquella mujer joven de pelo rubio que apareci¨® en la lejan¨ªa, de pie sobre las traviesas, d¨¢ndole la espalda al tren y a la vida. Fren¨® todo lo que pudo, pero no sirvi¨® de nada...
A Delgado le satisface la puntualidad. Puede jugar con los 140 kil¨®metros a la hora que llega a alcanzar su convoy para estar a la hora prevista en cada estaci¨®n. A las 7.10 debe estar detenido en la v¨ªa 5 de la estaci¨®n de Alcal¨¢ de Henares. La operaci¨®n de embarque y desembarque no dura m¨¢s de un minuto y veinte segundos. Lo tiene calculado.
Mariano Rajoy y Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero se despiertan en Madrid. Dentro de tres d¨ªas, la vida de uno de los dos cambiar¨¢ definitivamente: tendr¨¢ en sus manos la responsabilidad de dirigir los destinos del pa¨ªs. La campa?a toca a su fin y el l¨ªder popular tiene previsto viajar a San Sebasti¨¢n. Un viaje que ya intent¨® el viernes 27 de febrero, el d¨ªa de arranque de la campa?a, pero que no pudo hacer por culpa de la nieve. El l¨ªder socialista tambi¨¦n est¨¢ en su casa. Le espera un d¨ªa agotador. A las diez debe presentar en la sede de Ferraz su esquema de Gobierno. Al mediod¨ªa, acto en Alcorc¨®n (Madrid), y a las ocho de la tarde, gran mitin en el Palau San Jordi de Barcelona.
Ajenos a la agenda de los pol¨ªticos, un enjambre de ciudadanos accede al and¨¦n que comunica las v¨ªas 4 y 6 de la estaci¨®n de Alcal¨¢ de Henares. El tren de las siete espera en el and¨¦n desde hace cinco minutos, con todas las puertas abiertas. Parte puntual, como de costumbre. Juan Antonio S¨¢nchez Quispe, 45 a?os, peruano, limpiador de cristales, accede al interior de uno de los vagones. Le gustar¨ªa reunir el dinero suficiente para comprarse una furgoneta y no depender m¨¢s del tren.
No muy lejos, Mari Carmen Lominchar, programadora inform¨¢tica, embarazada de tres meses. Hace un cuarto de hora le acaba de dar un beso a su marido en la cama. No podr¨¢n verse hasta la noche porque ¨¦l es polic¨ªa municipal en Madrid y tiene turno de tarde. Es la rutina de cada cercan¨ªas: miles de vidas, con sus esperanzas y sus decepciones, la mirada perdida por el sue?o transport¨¢ndose hasta la capital. Cada cinco minutos despega desde Alcal¨¢ de Henares un convoy cargado de gente. Las prisas son relativas: si el tren de las siete se llena, hay tiempo para encontrar sitio en el de las siete y cinco. Ambos comparten el and¨¦n.
El flujo que viene del corredor del Henares se va diseminando en las siguientes estaciones. Unos viajeros entran, otros salen: Alcal¨¢, Torrej¨®n, San Fernando, Coslada, Vic¨¢lvaro, Santa Eugenia... Aqu¨ª se monta Cayetano Abad, t¨¦cnico de comunicaciones del Ministerio de Hacienda, junto a su hija de 14 a?os. Todo este torbellino de prisas y de gente no termina de gustar a Cayetano, que prefiere su pueblecito de Cuenca, la casa que all¨ª se est¨¢ construyendo, los tres caballos.
Pero el torrente de vida fluye hacia Madrid. El camarero filipino Rex Reynaldo Ferrer ha madrugado mucho para ensayar en un coro de la Iglesia de Cristo. Pero se le ha olvidado el mechero en casa. As¨ª que volver¨¢ a por ¨¦l y de nuevo a la estaci¨®n.
Alcal¨¢ de Henares. El tren de las siete ha salido. Llegar¨¢ a Madrid sobre las 7.39. El de las 7.05 espera con las puertas abiertas. El de las 7.10, procedente de Guadalajara, conducido por Alberto Delgado, apenas se detendr¨¢ algo m¨¢s de un minuto. Lo har¨¢ como siempre por la v¨ªa 5.
Luis Garrudo, el portero de Infantado 5, apenas es un espectador en ese ajetreo de la estaci¨®n. ?l no tiene que desplazarse. Regresa a casa con los peri¨®dicos gratuitos. Desde su portal puede ver la furgoneta Kangoo de la que hace unos minutos se bajaron aquellos individuos que tan mala espina le dieron.... Desconoce que esa furgoneta hab¨ªa sido robada el pasado 28 de febrero en una calle de Cuatro Caminos, que su due?o, Jos¨¦ Garz¨®n, ebanista jubilado, lo denunci¨® a la polic¨ªa. En su interior hay ropa, y debajo del asiento del copiloto queda un trozo de un cartucho de dinamita y siete detonadores, seis de cobre y uno de aluminio. Tambi¨¦n hay una cinta magnetof¨®nica donde se recitan versos del Cor¨¢n. "En el nombre de Dios, el Clemente, el Misericordioso".
El corredor del Henares est¨¢ en hora punta: un tren cada cinco minutos. El tren de las 7.00 est¨¢ haciendo su entrada en Atocha. El de las 7.05 se encuentra a medio camino. El de las 7.10 se acerca a El Pozo. El de las 7.15 acaba de entrar en la estaci¨®n de Santa Eugenia. Cuatro trenes cargados de bombas. Esos hombres que a¨²n est¨¢n en la retina del portero de la calle del Infantado 5 no van a robar un banco. Han repartido bolsas con explosivos. A las 7.15 horas el trabajo est¨¢ terminado: cuatro trenes viajan con 14 bombas y 6.000 personas. Son ahora los trenes de la muerte.
No todos los viajeros se acercan a Madrid. Tambi¨¦n hay quien tiene que hacer el camino inverso: desde el coraz¨®n de Madrid a las afueras. En la estaci¨®n de Atocha espera el marroqu¨ª Osama el Amrati, de 23 a?os. Anoche, antes de acostarse, dej¨® un mensaje en el m¨®vil de su novia Beatriz: "Habebe... eres mi vida. Te quero. Asta ma?ana".
El portero de la calle del Infantado, 5: "Parece que ¨¦stos van a robar un banco"
A las 7 horas, 36 minutos y 47 segundos suena el tel¨¦fono en la sede de Emergencias de la Comunidad de Madrid, el 112, que se encuentra a dos minutos en coche de RTVE. Es una llamada desde la estaci¨®n de Santa Eugenia. En ese momento en el 112 hay 20 personas trabajando. Quien recibe la llamada sabe muy bien lo que tiene que hacer: seguir el protocolo. Mientras la persona que le informa de la explosi¨®n habla, el telefonista teclea en su ordenador dos palabras: "Explosi¨®n" y "Santa Eugenia". Y despu¨¦s presiona una tecla con una gran R de recomendaci¨®n. El propio ordenador le indica todos los organismos a los que hay que avisar: Samur (Servicio de Ambulancia Municipal Urgente), polic¨ªa local, bomberos. El telefonista s¨®lo tiene ahora que apretar la tecla donde pone "Despachar" y una alarma ac¨²stica sonar¨¢ en la sede de todos los organismos. Pero antes de presionar la D, a la misma hora y en el mismo minuto, 7.39 de la ma?ana, tres personas est¨¢n atendiendo llamadas en tres lugares distintos. Las tres, curiosamente, se apellidan Garc¨ªa.
F¨¦lix L¨®pez Garc¨ªa Serrano lleva 40 a?os trabajando en los servicios de emergencia del Ayuntamiento de Madrid. A ¨¦l y a los tres compa?eros que se encuentran en la centralita del Servicio de Ambulancia de Urgencias de Madrid (Samur) apenas le quedan veinte minutos para irse a casa. A las 7.39 llama un empleado de seguridad de Renfe desde la estaci¨®n de Atocha.
- Samur, d¨ªgame.
- Llamo porque acaba de haber una explosi¨®n en Atocha, dentro de la estaci¨®n. Seguro que tiene que haber heridos.
- ?D¨®nde ha ocurrido?
- No lo s¨¦, creo que en una unidad. Entrad por la c¨²pula.
Nada m¨¢s colgar, a F¨¦lix L¨®pez Garc¨ªa Serrano le entran tres llamadas m¨¢s. Una desde Santa Eugenia y otra desde El Pozo. Sus 40 a?os de experiencia le dicen que se trata de un atentado. Todos los efectivos disponibles del Samur han de esperar en sus coches con el motor encendido. Eso es lo que marca el protocolo en estos casos.
En la central de la Polic¨ªa Municipal, en la Casa de Campo, est¨¢ ?ngel Garc¨ªa de Dios. A su espalda hay un panel de pantallas que vigila la ciudad. Son las 7.39 y entra una llamada desde un m¨®vil. Es una voz de una persona adulta, visiblemente agitada. ?ngel tiene el o¨ªdo educado a sus 40 a?os: sabe distinguir la voz de un bromista.
- He o¨ªdo una explosi¨®n y estoy en la estaci¨®n de Atocha.
- ?D¨®nde se encuentra? ?Me puede indicar el lugar exacto?
- He escuchado una explosi¨®n en un vag¨®n.
En ese momento se produce una interferencia en la comunicaci¨®n provocada por otro estallido. Contin¨²a hablando.
- ?Lo ha o¨ªdo?
- S¨ª. Vamos a enviar con urgencia efectivos para all¨¢.
?ngel se gira sobre s¨ª mismo instintivamente para fijar la vista en las pantallas. No hay duda: algo ha pasado en Atocha.
En la calle Imperial, pr¨®xima a la plaza Mayor, est¨¢ la sede del parque de bomberos n¨²mero 6. Gerardo Garc¨ªa Santana est¨¢ sentado en la centralita desde la siete de la ma?ana. No hay novedades en el parte de la noche. Suena el tel¨¦fono.
-Por favor, r¨¢pidamente a la avenida de Santa Eugenia, en la estaci¨®n de ferrocarril, una bomba.
- ?Una bomba?
- S¨ª -dice el interlocutor-. Soy bombero, manda a Samur, bomberos y polic¨ªas.
-?A qu¨¦ n¨²mero de Santa Eugenia?
-En el apeadero. Una bomba. Est¨¢ la gente aqu¨ª tirada.
No pasa un minuto y vuelve a llamar la misma persona.
-Yo iba a coger el tren y no me ha cogido de milagro. Soy compa?ero. Mandad al parque octavo el de Vallecas) que es el m¨¢s cercano.
- De acuerdo, estamos yendo.
- Mandad varios.
Gerardo Garc¨ªa Santana mete los datos en el ordenador y el programa inform¨¢tico le da la respuesta: enviar una bomba desde el parque de Vallecas. Una bomba, en la jerga de los bomberos, es un coche de gran tama?o.
Los tres Garc¨ªa atienden las llamadas. El ordenador del 112 despacha la orden de alerta y suena la alarma en la sede de los bomberos, la polic¨ªa local y el Samur.
Madrid est¨¢ ya despierto. El tr¨¢fico bombea autom¨®viles por las arterias de la ciudad. La radio da cuenta del pulso vital y advierte de algunos estrangulamientos. De pronto, en la SER, Miguel ?ngel Oliver hace una pausa.
- A la actualidad de Madrid se suma una ¨²ltima hora. I?aki, ?qu¨¦ sabemos?
I?aki Gabilondo entra en directo. Est¨¢ leyendo un texto. Lo hace despacio, como pisando un edificio a punto de desplomarse.
- Ha habido una explosi¨®n hace unos minutos en las v¨ªas del AVE, en las v¨ªas del AVE. Al parecer no hay heridos. Una explosi¨®n en el interior de un vag¨®n que, al parecer, estaba vac¨ªo. Ya les daremos m¨¢s detalles.
Son las ocho menos ocho minutos de la ma?ana.
MA?ANA ??ste, a trauma! ??ste, a rayos! ??ste, a quir¨®fano! Relato del 11-M desde las 7.52 hasta las 11.00 .
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