Cinco mundos tras el ocaso
Los planetas observables a ojo se alinean en el mismo sector del cielo
Mercurio, Venus, Marte, J¨²piter y Saturno, los cinco planetas observables a simple vista, se llevan mucho mejor que los dioses que les dan nombre, y estos d¨ªas se api?an en el mismo sector del cielo, justo despu¨¦s del ocaso. Si el lector tiene la rara suerte de vivir en una zona m¨¢s o menos despejada, y la a¨²n m¨¢s rara fortuna de salir de trabajar antes del atardecer, tiene una buena oportunidad de ver este infrecuente espect¨¢culo cualquier d¨ªa de aqu¨ª al domingo: no tendr¨¢ otra ocasi¨®n hasta abril de 2036.
Siendo m¨¢s exactos, s¨ª que habr¨¢ una conjunci¨®n similar a finales de este mismo a?o, pero no podr¨¢ verse al atardecer, sino al amanecer, y ¨¦sas son horas poco compatibles con el v¨¦rtigo astron¨®mico.
Mercurio, Venus, Marte, J¨²piter y Saturno posan juntos 45 minutos despu¨¦s del crep¨²sculo
Si el Sistema Solar se mira desde arriba, cada planeta puede estar en cualquier punto de su ¨®rbita alrededor del Sol: tal vez Marte estar¨¢ a un lado de nuestra estrella y Venus al otro. Los alineamientos de dos o tres planetas no son raros. Lo peculiar ahora es que los cinco planetas observables a simple vista -los cinco cuerpos celestes m¨¢s pr¨®ximos a nosotros- est¨¢n simult¨¢neamente al mismo lado del Sol, y en unas condiciones ¨®ptimas para echarles un r¨¢pido vistazo.
Entre 1980 y 2020 habr¨¢ habido una docena de alineamientos similares, pero no se podr¨¢n ver tan bien, porque algunos de los planetas estar¨¢n demasiado bajos en el cielo, en esa zona en que el horizonte conspira con la contaminaci¨®n para enturbiar las perspectivas.
De aqu¨ª al domingo, el aspirante a observador debe estar preparado entre dos luces, en los aleda?os del ocaso. Tres cuartos de hora despu¨¦s del crep¨²sculo, y justo encima del punto por el que el Sol se ha puesto -es decir, mirando hacia el oeste-, las personas de vista m¨¢s aguda podr¨¢n ver Mercurio. Y tambi¨¦n podr¨¢n darse con un canto en los dientes: Mercurio es el planeta m¨¢s escurridizo, porque est¨¢ tan cerca del Sol que rara vez logra asomar con nitidez por encima del horizonte. Estos d¨ªas, sin embargo, su altura ser¨¢ suficiente.
Algo m¨¢s arriba, y un poco hacia el sur, reinar¨¢ el cuerpo m¨¢s brillante del cielo -con la excepci¨®n de la Luna, naturalmente-, que en estas fechas es Venus, y un poco m¨¢s hacia el sur se ver¨¢ el planeta que ostentaba ese t¨ªtulo el verano pasado: Marte, cuyo brillo est¨¢ ahora en declive.
Si el observador sigue girando la vista hacia el sur y el sureste podr¨¢ ver Saturno y, sobre todo, J¨²piter, el gigante del Sistema Solar, que ahora brilla sin rivales en el sector suroriental del cielo y se levanta justo cuando el Sol se pone.
Sin un poco de experiencia puede no ser tan f¨¢cil distinguir los planetas de las estrellas, que empiezan a iluminarse a la misma hora. El truco es el siguiente: las estrellas titilan en la lejan¨ªa, mientras que la luz de los planetas -prestada del cercano Sol- aparece mucho m¨¢s estable.
Todo esto empieza 45 minutos despu¨¦s del ocaso. En 45 minutos m¨¢s se acaba la funci¨®n. Mercurio es el primero que se esconde tras el horizonte.
Los cinco planetas aparecen formados m¨¢s o menos en l¨ªnea recta. Esa l¨ªnea se llama Ecl¨ªptica, y es la misma que parece seguir el Sol durante el d¨ªa. En realidad, quien sigue la Ecl¨ªptica no es el Sol, sino la propia Tierra: la Ecl¨ªptica es el plano sobre el que se dibuja la ¨®rbita de nuestro planeta alrededor del Sol, y las ¨®rbitas de los dem¨¢s planetas est¨¢n m¨¢s o menos en el mismo plano. Gracias a eso forman ahora una l¨ªnea en el cielo.
Las 12 constelaciones del Zodiaco tambi¨¦n se alinean en la Ecl¨ªptica, y de este hecho han vivido miles de generaciones de profetas nebulosos, ahora embellecidos por el prefijo 806. Los alineamientos de planetas como el actual han servido a menudo para augurar toda clase de cat¨¢strofes, pero tambi¨¦n debe admitirse un hecho en su descargo: Cop¨¦rnico, Kepler, Galileo y otros fundadores de la ciencia moderna financiaron parte de sus investigaciones ley¨¦ndoles el hor¨®scopo a los pr¨ªncipes de la ¨¦poca. Las cat¨¢strofes de verdad, por desgracia, son mucho m¨¢s dif¨ªciles de predecir.
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