El reflejo medi¨¢tico
Entre mediados de febrero y primeros de marzo la c¨¢tedra Joan Fuster de la Universitat de Val¨¨ncia ha desarrollado unos coloquios acerca de c¨®mo los medios de comunicaci¨®n ind¨ªgenas -prensa, radio y televisi¨®n- han recogido y proyectado nuestra identidad colectiva a lo largo de los ¨²ltimos lustros. La iniciativa reuni¨® a un selecto cuadro de profesionales de la informaci¨®n y mereci¨® el inter¨¦s de un alumnado ins¨®litamente numeroso e inquisitivo. No puedo dar fe de que estos debates cumplieran cabalmente su prop¨®sito e incluso me temo que, por lo que me concierne y percib¨ª, a menudo se desenfocaron por acentuar la cr¨ªtica gen¨¦rica a la realidad medi¨¢tica actual soslayando la relaci¨®n de la prensa con los problemas y aspiraciones identidatarias, que era el meollo de la convocatoria.
En todo caso, tampoco resulta balad¨ª que, con mayor o menor fidelidad al gui¨®n y en un marco acad¨¦mico, se intente reflexionar sobre este asunto expresivo de lo que somos en tanto que comunidad vocacionalmente diferenciada y c¨®mo ha contribuido a ello (o no ha contribuido) el dispositivo medi¨¢tico que nos ha tocado en suerte y que sin duda ha evolucionado en el curso de estos a?os. La verdad es que el calado de la propuesta es m¨¢s propio de un estudio monogr¨¢fico que de unas sesiones de sermoneo incluso cualificado. Confiemos que la idea sea acogida por alguno de los futuros periodistas que cursan estudios en cualquiera de las muchas escuelas y campus del pa¨ªs que lo ense?an, o algo as¨ª.
Y ahora vayamos al grano. ?Qu¨¦ han hecho los medios de comunicaci¨®n valencianos por la concienciaci¨®n del pa¨ªs? A mi entender, muy poca cosa. Incluso a?adir¨¦, con las matizaciones que se quiera y admito, que por lo general han sido insensibles cuando no beligerantes contra la presunta o real singularidad del pa¨ªs. Tampoco es enteramente culpa suya. El mercado no se lo ha reclamado y ninguna sanci¨®n social les ha obligado a observar siquiera unas deferencias elementales, como el estar abiertos a todas las corrientes de opini¨®n, poniendo el ¨¦nfasis en las m¨¢s desvalidas, como son las nacionalitarias progresistas. De haberlo hecho, a lo mejor pudimos habernos ahorrado el tremendo y bald¨ªo esfuerzo que se hizo para promover una prensa alternativa enraizada al pa¨ªs y a sus problemas. Y hablamos de prensa escrita porque la radio y la televisi¨®n siempre fueron ajenas, lejanas y hasta hostiles a todo cuanto no fuera une imagen diferenciada de la folkl¨®rica.
No ha de sorprendernos que nuestra prensa haya ido perdiendo la liviana proyecci¨®n estatal que tuvo. Aporta poco o nada al concierto nacional de opiniones y, contra lo que en los albores democr¨¢ticos pudo enso?arse, se ha acentuado su afirmaci¨®n provincial. Ha sido en buena parte una herencia de los socialistas valencianos de cuando estuvo en su mano cambiar las inercias y dise?ar el mapa y la proyecci¨®n de parte de la prensa del pa¨ªs. Para acabarlo de arreglar, la (de)construcci¨®n medi¨¢tica que ocup¨® la atenci¨®n de las jornadas que glosamos ha consumado sus ¨²ltimos objetivos con la puesta a punto de una televisi¨®n auton¨®mica que, ahora s¨ª, ha situado al Pa¨ªs Valenciano en el orbe medi¨¢tico: somos la bufonada del gremio y no se ven indicios de cambio. Como otrora -y todav¨ªa- la prensa, nuestra TV parece inventada y gestionada por el enemigo.
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