Gil-Albert
Dentro de una semana, el pr¨®ximo 1 de abril, Juan Gil-Albert cumplir¨¢ cien a?os. Hay quien dice que el poeta faltar¨¢ a la cita, que muri¨® en Valencia hace una d¨¦cada, que no est¨¢ ya para nadie y para nada. Pero la mayor¨ªa ignora que personas como ¨¦l han dejado tanta sustancia viva sobre el mundo que basta con retomar uno de sus libros para hallarlo all¨ª, para vernos con ¨¦l sin necesidad de haber pactado un encuentro o un paseo sin horas y sin rumbo. Esta noche, sin ir m¨¢s lejos, me ha susurrado muy cerca del o¨ªdo "Hablar es siempre tierno si se tiene con qui¨¦n". Le contesto con sus mismas palabras, lo s¨¦ "alguien nos nombra siempre en alg¨²n sitio / mientras estamos solos y olvidados". "Toda una vida sin esperanza surge de los labios como un plantel de rosas...", me responde. Y por seguir, por continuar oyendo su discurso amable y requerido, acudo a la p¨¢gina 144 de Homenajes e in promptus y me dice "Puede ocurrir que el hombre se despierte / por la noche so?ando y entre vagas / luces de oscuridad recobre el ritmo / de su existencia y diga: estoy latiendo".
Le escucho en estos d¨ªas antes de irme a dormir y me estremece la inmediatez con que acude y me acompa?a. Es curioso que sepa tantas cosas de m¨ª despu¨¦s de tantos a?os, de aquella cita ¨²ltima en su casa en el verano del 88, cuando al acabar la merienda tom¨® una extra?o ejemplar de Valent¨ªn editado en franc¨¦s por Actes Sud y me estamp¨® junto a su firma: "Perm¨ªteme que este librito te acompa?e como si fuera yo mismo". Y bien que as¨ª ha sido, amigo Juan, y mucho m¨¢s ahora, cuando estos d¨ªas de marzo, al regresar de nuevo a tu Breviarium vitae, me lees con ben¨¦volo pesar ciertas notas que me hacen tomarme muy en serio tu presencia de ahora: "Nunca se ha mentido tanto -tan a sabiendas de que se miente, tan sin inocencia- como hoy. La mentira, la personificada en los caudillos, jefes, pol¨ªticos, prensa y radio, ha adquirido unas desproporciones descomunales rayanas en la locura si todo este embuste no estuviera regido, de manera tan evidente, por el genio de la estupidez".
Por ¨¦sta y otras razones, me extra?ar¨ªa mucho que el jueves faltaras a la cita.
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