MAR?A EUGENIA CIUDAD-REAL D?AZ / La chica que a todo dec¨ªa "bien"
En la vida de Mar¨ªa Eugenia, empleada de banca de 26 a?os, todo iba bien. El trabajo, bien; la familia, bien; la semana, bien. A todas las preguntas que le hac¨ªan sus amigas, siempre contestaba: "Bien". Pero poco m¨¢s. Era una chica extremadamente reservada. "Te escuchaba siempre, le pod¨ªas contar todo", dice una de ellas, Teresa, "pero nunca hablaba de s¨ª misma". Cuando sal¨ªan por Legan¨¦s, su ciudad, ella ped¨ªa un refresco de lim¨®n y miraba. "Cuando cierro los ojos", cuenta Teresa, "la recuerdo as¨ª, callada y sonriendo. Ten¨ªa una sonrisa muy bonita".
Tampoco se ve¨ªan todos los fines de semana. Porque Mar¨ªa Eugenia estudi¨® mucho. Primero, administrativo; luego, Empresariales. Y despu¨¦s, cursillos. Ten¨ªa un trabajo temporal, ahora en un banco de la calle de Goya. Viv¨ªa con sus padres, pero ya hab¨ªa comenzado a ejecutar sus planes. Un viaje a Suiza, el pasado verano. El carn¨¦ de conducir. Comprarse un piso e irse a vivir sola. ?se era el siguiente objetivo.
S¨®lo hab¨ªa pegado un p¨®ster en su habitaci¨®n. No era el de un actor, ni el de un futbolista. A Mar¨ªa Eugenia, la chica enigm¨¢tica, le gustaba Alex¨¦i Nemov, un gimnasta de f¨ªsico rotundo y mirada infantil. Si ve¨ªa la tele, era patinaje sobre hielo, gimnasia o el Pasapalabra. No fallaba ning¨²n d¨ªa. Antena 3, a las ocho. "Tambi¨¦n hablaba por el messenger. Y le¨ªa. Todas las noches le¨ªa", dice su hermano Francisco, taxista, como el padre. En su biblioteca, mundos fant¨¢sticos: los escritos por Rosamunde Pilcher o Barbara Wood.
?ltimamente, Francisco y Mar¨ªa Eugenia dorm¨ªan en la habitaci¨®n de ella porque ¨¦l le hab¨ªa dejado su cama a la abuela. Entre los discos de Man¨¢ y Caf¨¦ Quijano, hablaban de trabajo y de mandar curr¨ªculos por Internet. Y se dorm¨ªan bajo la mirada de un gimnasta rubio.-
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