"La arquitectura todav¨ªa no se ha democratizado"
Nacido y criado hasta la adolescencia en Casablanca, Jean-Philippe Vassal (1954) regres¨® a ?frica con treinta a?os. Siendo ya arquitecto vivi¨® un lustro como cooperante en Nigeria. All¨ª aprendi¨® m¨¢s que en el tiempo que pasara en la Escuela de Arquitectura de Burdeos, en la que tambi¨¦n estudi¨® su socia Anne Lacaton (Pardoux la Rivi¨¦re, 1955). Esa lecci¨®n africana ha sido tan determinante en su vida como en su profesi¨®n. La de estos dos proyectistas es una arquitectura desmitificadora que, por su falta de vanidad, resulta provocadora. Desmitifican el trabajo de los ingenieros calculando ventilaciones al asegurar que es suficiente con que la gente entre y salga de un lugar para mantenerlo oxigenado. Descolocan a los ecologistas abogados de lo sostenible sustituyendo los costosos paneles solares por la piel econ¨®mica de los invernaderos. Tampoco dan respiro a sus colegas, "obsesionados por los materiales y con eliminar los z¨®calos de las paredes (?por qu¨¦ obsesionarse con algo tan poco importante?)". Pero lo suyo no es tanto una provocaci¨®n intencionada como una consecuencia de su manera de entender el mundo y, por ende, la arquitectura.
"Para avanzar como arquitectos creemos que es importante partir de la base de 'menos dinero es m¨¢s"
PREGUNTA. ?De qu¨¦ es consecuencia su manera de trabajar, de su propia formaci¨®n en ?frica o de las necesidades reales?
RESPUESTA. De ambas cosas. Vivir en ?frica es una experiencia que le abre a uno los ojos. Ya era arquitecto cuando me fui a Nigeria, pero s¨®lo all¨ª entend¨ª lo que es este oficio: algo inseparable de la vida. La vida es lo m¨¢s importante de cualquier tipo de arquitectura, el resto es anecd¨®tico. Por otro lado siempre me ha interesado construir reflejando nuestro tiempo. En ese sentido veo diferencias con otras artes: la arquitectura mantiene una gran distancia con el p¨²blico al que va dirigida. Todav¨ªa no se ha democratizado.
P. ?Y c¨®mo podr¨ªa hacerse?
R. Con la vivienda. La arquitectura ya no tiene sentido s¨®lo para hacer catedrales. M¨¢s que un material o una tecnolog¨ªa, lo que representa nuestro tiempo es una tipolog¨ªa, la vivienda. Y para mejorarla no nos interesan ni los materiales ni las tecnolog¨ªas, nos preocupa el espacio, las vistas, la calidad del aire y el viento. El arquitecto debe manejar esas materias primas. Del resto pueden encargarse t¨¦cnicos e ingenieros.
P. Cu¨¢l es la lecci¨®n de ?frica. ?Qu¨¦ puede o debe la arquitectura de las megaestrellas aprender de la an¨®nima africana?
R. La modernidad. Hasta los tuareg, que pueden viajar durante d¨ªas sobre sus camellos, llevan, entre sus pertenencias, radiotransistores que les hacen llegar las noticias del mundo. Las cosas se usan y se hacen por lo que son, no por lo que representan. ?sa es la verdadera modernidad. Para progresar no es necesario aparentar progreso. De hecho la apariencia de progreso es algo retr¨®grado y provinciano.
P. Las apariencias, precisamente, son otro de sus campos de batalla. Tachan la tecnolog¨ªa arquitect¨®nica de maquillaje ostentoso. ?Creen que se ha convertido en algo m¨¢s formal que funcional?
R. Buena parte de la tecnolog¨ªa es aparente, es lo que ha sustituido a la antigua monumentalidad y no nos interesa. Tratamos de buscar soluciones m¨¢s sencillas, pero m¨¢s po¨¦ticas. Adem¨¢s, buena parte de la tecnolog¨ªa es in¨²til. Los sistemas de regulaci¨®n del aire, pensados para hacer m¨¢s c¨®moda la vida del usuario, terminan encerr¨¢ndolo en un espacio sin poder abrir la ventana, le complican y le hacen m¨¢s inc¨®moda la existencia.
P. ?Si la tecnolog¨ªa tiene esa doble faz funcional y est¨¦tica, qu¨¦ constituye hoy un avance real en arquitectura?
R. Los arquitectos ya no trabajamos haciendo edificios. Nos pagan por tener ideas. Somos como m¨¦dicos, y debemos solucionar los problemas de la ciudad o de los edificios.
P. ?Por qu¨¦ a los arquitectos les cuesta tanto entrar en contacto con la realidad?
R. La arquitectura ha cambiado mucho en las ¨²ltimas d¨¦cadas. El "menos es m¨¢s" del Movimiento Moderno trajo como consecuencia la tolerancia que en los ¨²ltimos tiempos ha desaparecido. Hace treinta a?os la arquitectura se hac¨ªa para la gente y hoy d¨ªa se hace para s¨ª misma, para los arquitectos y para los pol¨ªticos. Eso crea edificios vac¨ªos, sin vida.
P. Ustedes han hecho de la necesidad virtud y trabajar con presupuestos muy bajos les ha obligado a repensarlo todo.
R. Lo m¨¢s importante de la arquitectura (la luz, el espacio...) se refuerza cuando la desnudas de lo innecesario. Hinchar los proyectos para cobrar un porcentaje m¨¢s alto no nos hace sentir bien. Anne y yo nos planteamos: ?c¨®mo podemos aportar algo que sea de nuestro tiempo y nos haga sentir bien? La respuesta fue tratar a la arquitectura como si fuera una danza. Uno, cuando baila, no se mueve por otra cosa que por tratar de bailar bien.
P. ?Siempre se puede trabajar con materiales econ¨®micos?
R. Siempre. La gente no vive en los materiales, vive en los edificios.
P. ?Qu¨¦ ocurrir¨¢ cuando sus proyectos crezcan en tama?o y en presupuesto? ?Seguir¨¢n manteniendo esta manera de trabajar?
R. Nuestra arquitectura ha pasado de la obligaci¨®n inicial de trabajar con bajos presupuestos a la necesidad que hoy sentimos de hacerlo. Nos parece innecesario gastar en cosas superfluas. Para avanzar como arquitectos creemos que es importante partir de la base de "menos dinero es m¨¢s". As¨ª, si un cliente tiene un presupuesto holgado tratamos de hacer un uso diferente de ese dinero y en lugar de pavimentarle la casa con m¨¢rmol le sugeriremos que se compre un cuadro que le guste.
P. Con frecuencia identifican el lujo arquitect¨®nico con el espacio, por encima de otros factores m¨¢s vistosos. Pero aumentar el espacio es imposible en proyectos urbanos. ?C¨®mo actuar entonces?
R. Cuando uno vive en la ciudad no necesita tanto espacio dom¨¦stico porque la propia ciudad le ofrece bibliotecas, restaurantes o cines que son extensiones de las viviendas. Al trabajar entre medianeras lo importante es esa idea: incorporar la ciudad a la casa, que nuestro hogar tenga vistas, que las ciudades sean extensiones de las viviendas de las personas.
P. Su otra apuesta es por la ligereza. Hablan de otorgar a los edificios una fecha de caducidad que permita a la arquitectura perder su pesadez. ?Creen que eso es viable en un mundo en el que cuesta media vida tener una vivienda?
R. La arquitectura implica responsabilidades sociales y econ¨®micas que no permiten muchas ligerezas. A veces por razones pragm¨¢ticas (los materiales pesados son m¨¢s econ¨®micos que los ligeros) nos vemos obligados a trabajar de manera excesivamente s¨®lida y r¨ªgida. Pero para las personas tan importante es que una casa sea un refugio s¨®lido como poder cambiar la casa que han heredado de sus padres y construir la suya propia. A eso nos referimos al hablar de ligereza. Es m¨¢s una idea que una receta.
P. ?Y hasta cu¨¢ndo es posible repensarlo todo?
R. No se trata de cambiar por cambiar. Ni de ser distinto por el hecho de serlo. Lo importante en la arquitectura es la inteligencia que hay detr¨¢s de ella, no los materiales o la t¨¦cnica con que est¨¢n hechos los edificios. Deber¨ªamos pagar m¨¢s por pensar y menos por construir. Nuestras casas ser¨ªan mejores.
Ruptura
AL "MENOS es m¨¢s" miesiano, Lacaton y Vassal responden con el "m¨¢s barato es mejor". Y as¨ª sus ideas: desde la casa Latapie en Floirac (1993) -en la foto, con un invernadero capaz de ventilar y absorber el calor- hasta la remodelaci¨®n del Palais de Tokyo en Par¨ªs (2001) -que desnudaron para poder exponer arte contempor¨¢neo-, pasando por la plaza de L¨¦on Aucoc en Burdeos (1998) -destinaron parte del presupuesto de dise?o a su limpieza peri¨®dica- o la casa de Cap Ferret (1998) -atravesada por los ¨¢rboles para no perder las vistas al mar-, son lo m¨¢s radical de sus proyectos: sentido com¨²n que resulta m¨¢s rompedor que cualquier alarde tecnol¨®gico.
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