SERGIO S?NCHEZ L?PEZ / Madera de inventor
Sergio S¨¢nchez L¨®pez, de 17 a?os y vecino de Fuenlabrada, trabajaba desde hace un mes en una obra, pero lo que le gustaba era inventar ingenios para hacer la vida m¨¢s c¨®moda a los dem¨¢s. Aunque era un chico de "notables" abandon¨® los estudios porque se aburr¨ªa, y se apunt¨® a un curso del Inem sobre dom¨®tica. Sus padres y su hermana le escuchaban divertidos cuando relataba sus planes de convertir el ba?o en un lugar "inteligente" que apagase la luz y la encendiese de manera autom¨¢tica. "Dec¨ªa que se pod¨ªa hacer con un sensor, y a todos nos hac¨ªa mucha gracia imaginarnos bailando para que no se apagase la luz". El 11 de marzo Sergio esperaba en el and¨¦n a que llegase el tren de Vic¨¢lvaro para ir a trabajar. Su sueldo se lo entregaba ¨ªntegro a su madre, que despu¨¦s se lo racionaba.
Sergio iba eternamente tocado con una gorra de visera estrangulada hacia arriba. Llevaba pantalones de ch¨¢ndal y camisetas con leyendas deportivas. Gastaba unas enormes zapatillas del 46 que ten¨ªan que estar magulladas en la puntera para que se las pusiera. Le gustaba, sobre todo, el hip-hop, por sus letras rebeldes. Una afici¨®n que compart¨ªa con su mejor amigo, Iv¨¢n. En la taberna de Moe, su bar favorito, les llamaban Zipi y Zape. Iban siempre juntos desde ni?os. Cuando volv¨ªan de tomar algo se met¨ªan juntos en el coche del padre de Iv¨¢n para escuchar m¨²sica bajo la vigilancia de sus familias, que les pod¨ªan observar desde la ventana. Su toque de queda era a las dos de la madrugada. Era obediente, aunque tambi¨¦n un poco cabezota. Dibujaba muy bien y se pasaba las horas muertas esculpiendo complejos caracteres orientales. Su prioridad era sacarse el carn¨¦ de conducir y ya llevaba un c¨®digo de la circulaci¨®n bajo el brazo. A¨²n no ten¨ªa la edad. Cumpl¨ªa 18 a?os en junio.-
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