La gran empresa emigra al Este
Los 10 pa¨ªses que van a ingresar en la UE son un im¨¢n para la 'deslocalizaci¨®n' de instalaciones
El mes pasado, un juez franc¨¦s conden¨® a pagar 600 a?os de salario a una empresa que hab¨ªa cerrado instalaciones para mudarse al este de Europa; este mes Eslovaquia ha derrotado a Polonia en una lucha a cara de perro por conseguir una gran inversi¨®n coreana; y el 1 de mayo la UE crecer¨¢ de 15 a 25 miembros, creando un nuevo marco econ¨®mico, laboral y social que convertir¨¢ en "ineludible, un proceso de deslocalizaci¨®n y dem¨¢s ajustes", seg¨²n la Comisi¨®n Europea. La liberalizaci¨®n del comercio mundial y la eliminaci¨®n de fronteras acaba con antiguas certezas. Espa?a tiembla. Francia se preocupa. Italia se echa a la calle. En Alemania se cruzan acusaciones. "Ya nada se puede dar por seguro. Es inc¨®modo para todos, pero hay que adaptarse", dice Willem Buiter, economista jefe del Banco Europeo de Reconstrucci¨®n y Desarrollo (BERD), creado para zambullir a los pa¨ªses del centro y este de Europa en la econom¨ªa global.
Las multinacionales son las firmas mejor situadas para explotar las oportunidades
"Lo que ha ocurrido en Espa?a es que no ha desarrollado industrias con tecnolog¨ªa propia"
Eslovaquia parece destinada a ser el primer fabricante mundial 'per c¨¢pita' de autom¨®viles
Faurecia, n¨²mero tres de Europa en el sector auxiliar del autom¨®vil y filial del grupo PSA (Peugeot-Citro?n), cerr¨® sin dar explicaciones una de sus plantas en Francia para repartir la producci¨®n entre Portugal, Turqu¨ªa y el este de Europa. Un tribunal lo ha condenado a pagar a casi 200 trabajadores indemnizaciones equivalentes a 600 a?os del salario de un obrero, porque no se puede cerrar una planta de la noche a la ma?ana sin motivo. Victoria p¨ªrrica para los despedidos. Faurecia, con 50.000 empleados en 60 pa¨ªses, ni ha pesta?eado en la implacable lucha por la competitividad en una econom¨ªa globalizada.
"La continua transformaci¨®n estructural de la econom¨ªa es inevitable. La deslocalizaci¨®n y dem¨¢s ajustes son ineludibles", subraya un informe de la Comisi¨®n titulado Algunas cuestiones clave de la competitividad en Europa. Es una lucha de todos contra todos, en la que los actores echan el resto para satisfacer a multinacionales que explotan disparidades y competencia entre aspirantes. Los pa¨ªses del centro y del este de Europa, de inminente ingreso en la UE, ofrecen condiciones ideales por sus bajos salarios, s¨®lida formaci¨®n de su mano de obra, tradici¨®n industrial, alta tasa de desempleo y ansias por auparse a la primera divisi¨®n de la econom¨ªa mundial, aunque sea a costa de renunciar a los antiguos sistemas de protecci¨®n social.
Eslovaquia, con sus 5,4 millones de habitantes, parece destinada a convertirse en el primer fabricante mundial per c¨¢pita de autom¨®viles tras haber conseguido 700 millones de euros de inversi¨®n de la coreana Hyundai. La firma ha aprovechado la experiencia de Peugeot-Citro?n y de Volkswagen -fabricante en Eslovaquia del modelo Ibiza que se llev¨® desde la Seat de Barcelona- para negociar con un Gobierno que ha hecho reformas legales y rebajas imposibles de rechazar: 19% en los impuestos de sociedades y de la renta, flexibilidad laboral, compensaciones por valor del 15% de la inversi¨®n, cesi¨®n gratuita de terrenos, construcci¨®n de una autopista hasta la planta y viviendas para 2.400 trabajadores en un pa¨ªs cuyo salario medio no llega a 350 euros mensuales y la tasa de paro supera el 18%.
Los 10 de la ampliaci¨®n son un im¨¢n inversor que implica deslocalizaci¨®n de empresas, con el desarraigo y el coste social que eso conlleva, y otras, s¨®lo inversi¨®n exterior. "Para Alemania, que atraviesa una mala ¨¦poca, es una oportunidad para crecer y buscar mercado. Si no hubiera inversi¨®n en el exterior, la situaci¨®n ser¨ªa peor", afirma Hans-G¨¹nther Vieweg, del instituto econ¨®mico alem¨¢n Ifo. El 60% de las compa?¨ªas alemanas con menos de 5.000 empleados ha fundado plantas fuera de la UE, la mayor parte, en el centro y el este de Europa. Esa inversi¨®n se vuelve deslocalizaci¨®n cuando comporta el cierre de plantas para abrirlas all¨ª donde hay mejores condiciones. "Las empresas alemanas mantienen sus centrales en Alemania y, por lo general, tambi¨¦n a sus trabajadores, pero deslocalizan las plantas de otros pa¨ªses", se?ala Walter Cerfeda, responsable de relaciones industriales en la Confederaci¨®n Europea de Sindicatos (CES). "Alemania no toca sus inversiones en Francia, por razones pol¨ªticas, pero s¨ª las de otros pa¨ªses, como cuando Volkswagen se fue de Barcelona y ahora Krupp estudia dejar Italia, manteniendo Hungr¨ªa, para ir a Corea, o la SGL Carbon que sigue en Polonia, pero deja Italia por China".
A pesar de su fortaleza la industria alemana tambi¨¦n padece la fuga de puestos de trabajo. El sindicato metal¨²rgico IG Metall acaba de alertar sobre los planes de Siemens de exportar otros 10.000 puestos de trabajo a los pa¨ªses de la ampliaci¨®n y a Asia. El presidente de la C¨¢mara de Comercio e Industria, Ludwig Georg Braun, aplaude la medida: "Yo recomiendo a las empresas que dejen de esperar una mejora de la pol¨ªtica econ¨®mica y que aprovechen las oportunidades que, por ejemplo, brinda la ampliaci¨®n". El canciller Gerhard Schr?der, amenazado en las urnas por sus planes de reforma econ¨®mica y por una tasa del paro del 11%, tacha de "antipatriota" a Braun. "El verdadero patriotismo es reformar vigorosamente", replica el empresario.
Las multinacionales son las mejor situadas para explotar las oportunidades. La francesa Alcatel va a despedir a 2.500 de sus 4.000 empleados en la planta de Roma, pese a que gana dinero, para buscar mayores beneficios y competitividad con el traslado de la divisi¨®n de Investigaci¨®n y Desarrollo a India y la de fabricaci¨®n a China. El gigante de la telefon¨ªa lleva a?os en el subcontinente asi¨¢tico, donde un ingeniero gana un promedio de 6.000 euros anuales y fabricar redes inteligentes resulta hasta un 40% m¨¢s barato que en Europa.
Arcelor, primer productor mundial de acero, con instalaciones en 60 pa¨ªses, ha hecho saber que se retirar¨¢ en parte de Europa si la UE insiste en suscribir el Tratado de Kioto contra el calentamiento clim¨¢tico, porque dice que no podr¨¢ competir con las acer¨ªas de Brasil, China, Estados Unidos o Rusia, que no admiten restricciones medioambientales. Para Espa?a, donde Arcelor tienen 23 plantas, la amenaza de evacuaci¨®n ha sido un golpe que se suma a la traum¨¢tica retirada de Seat-Volkwagen de Barcelona o la decisi¨®n de Samsung de irse a Eslovaquia. "Lo que ha ocurrido en Espa?a es que no ha desarrollado industrias con tecnolog¨ªa propia. La inversi¨®n exterior estimula el crecimiento y el desarrollo, pero hay que crear empresas e innovar", dice Vieweg.
Un espectacular ejemplo del ¨¦xito de esta receta lo dan los relojes Swatch. La industria suiza por antonomasia estaba contra las cuerdas hace 20 a?os ante el empuje de los Seiko-Citizen-Casio de Extremo Oriente. Dos hist¨®ricas firmas helv¨¦ticas, amenazadas por la quiebra, se fusionaron en 1983 y dieron con el concepto del reloj Swatch, de trepidante est¨¦tica y fluctuante dise?o. Fabricado en pa¨ªses asi¨¢ticos, con tecnolog¨ªa y dise?o made in Switzerland y comercializado a precios superiores a los de sus rivales, uno de cada cuatro relojes que hoy se vende en el mundo es Swatch, salvador de la industria relojera suiza.
Buiter se confiesa sorprendido por las pasiones que suscita la deslocalizaci¨®n. "Para m¨ª es un misterio, porque siempre ha sido as¨ª: las empresas producen donde es m¨¢s barato y eficiente". Y no s¨®lo en la industria. "Muy pocos servicios o sectores est¨¢n protegidos de la competencia. Ya nada se puede dar por seguro". Las firmas que buscan alta tecnolog¨ªa se van a India o a Hungr¨ªa, pa¨ªs donde ya empiezan a faltar t¨¦cnicos para atender la demanda; las del sector textil o de la confecci¨®n se trasladan a Marruecos o a Rumania, como la espa?ola Zara o la italiana Benetton, y las de servicios, de banca a telecomunicaciones, deslocalizan actividades de atenci¨®n al p¨²blico o de gesti¨®n a pa¨ªses de su ¨¢rea idiom¨¢tica.
"Es bueno para la econom¨ªa mundial, porque se crea riqueza. Y los Gobiernos tienen la obligaci¨®n de no subvencionar ni proteger el trabajo que no tiene sentido", se?ala el alto ejecutivo del BERD. Buiter reconoce que hay costes sociales en la liberalizaci¨®n y hasta habla de crueldad, pero no cree que tenga que haber por fuerza perdedores. "Los perdedores son potenciales ganadores si se adaptan". Cree que los Gobiernos "deben potenciar la educaci¨®n permanente de los trabajadores, que, a su vez, deben estar dispuestos a desplazarse y no pensar que un trabajo es para toda la vida".
El sindicalista Cerfeda advierte: "Estamos en una encrucijada. Los pa¨ªses del centro y del este de Europa se inclinan al modelo social angloamericano, frente al tradicional europeo de cohesi¨®n y protecci¨®n social, casi en minor¨ªa tras las reformas de Italia, que han generado gigantescas manifestaciones en la propia Italia, Portugal y Espa?a, a las que se unen ahora Francia y Alemania". A su juicio, "Europa tiene que competir con calidad, como lo hace Alemania. Si las empresas piensan que el capital humano es un coste, apaga y v¨¢monos. Los sindicatos van a tener que emplearse a fondo".
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