Espa?oles por la gracia de Al¨¢
Abdulhasid Casti?eira reza todos los d¨ªas cinco veces a Al¨¢, "el Clemente, el Misericordioso, Se?or de los Mundos, Rey del d¨ªa del Juicio", desde la espl¨¦ndida atalaya de la mezquita mayor de Granada que se mira como en un espejo en la magnificencia de la Alhambra. La mezquita, una joya moderna construida por artesanos marroqu¨ªes y decorada con maderas preciosas, cost¨® cuatro millones de euros, y es el orgullo de la comunidad musulmana local, empezando por el mihrab (el arco bajo el que se sit¨²a el imam), reproducci¨®n casi exacta del de la mezquita de C¨®rdoba. Abdulhasid, director del templo y del Centro de Estudios Isl¨¢micos de Granada, siente el poder del islam cuando invoca el nombre de Al¨¢, consciente de que su voz es apenas una gota de agua en el inmenso mar de la religi¨®n m¨¢s numerosa del planeta, con sus 1.200 millones de fieles. Un mar, el del islam, tranquilo y convulso al mismo tiempo, con orillas de calma y oleajes de tempestad que han encendido alarmas en todos los rincones de Occidente.
"Somos navegantes de dos mares. No se nos puede acusar de sentir rechazo hacia la sociedad occidental, o de no entender sus valores", dice Abdulhasid Casti?eira
Casti?eira admite que en el mundo ¨¢rabe puede haber "peque?os sectores de la poblaci¨®n intoxicados" por el lenguaje del odio, de la venganza y del resentimiento. "Pero nosotros ni somos ¨¢rabes, ni somos parte de ese enjambre ponzo?oso de Oriente Pr¨®ximo", dice. "Somos navegantes de dos mares. No se nos puede acusar de sentir rechazo hacia la sociedad occidental o de no entender sus valores. ?sta es nuestra tierra, y entendemos sus valores. Y en el proceso de hacernos musulmanes no hemos hecho una simplificaci¨®n entre blanco y negro, sino que entendemos que el patrimonio prof¨¦tico del islam es universal y que el patrimonio del Estado de bienestar librepensador nos pertenece a todos".
Casti?eira, gallego de 47 a?os, padre de nueve hijos de dos matrimonios, musulm¨¢n desde 1977, cuando en Inglaterra encontr¨® "la fuente limpia" del islam, de la mano de un maestro brit¨¢nico, es uno de los representantes m¨¢s visibles de los conversos. Una peque?a ¨¦lite de espa?oles (alrededor de mil) integrada en el colectivo m¨¢s amplio de inmigrantes, estudiantes, empresarios y comerciantes que practican el islam en Espa?a. Las cifras oficiales, nunca exactas por la dificultad de contabilizar a los centenares de miles de inmigrantes irregulares, hablan de 600.000 personas, seguidoras de los preceptos de Mohamed, la mayor¨ªa miembros de la rama sun¨ª, que viven, trabajan, y rezan, en cualquiera de las 256 mezquitas que se alzan en suelo espa?ol.
Mezquitas, en pisos y naves
S¨®lo en la Comunidad de Madrid, la que cuenta con una representaci¨®n m¨¢s completa y numerosa de musulmanes (m¨¢s de 100.000), hay 44 templos. "Pero no son en realidad mezquitas", dice Gema Mart¨ªn Mu?oz, profesora de Sociolog¨ªa del mundo ¨¢rabe-isl¨¢mico en la Universidad Aut¨®noma de Madrid. "Son una especie de oratorios, instalados en naves o en pisos, donde los musulmanes inmigrantes han ido organizando su cultos, dentro de sus propios barrios, por la hostilidad con que eran recibidas las mezquitas".
Que merezcan rigurosamente ese nombre, s¨®lo hay dos en Madrid, aunque una de ellas, en las proximidades de la M-30, pasa por ser la mayor de Europa. La inquietud y la desconfianza pesan sobre una religi¨®n que rein¨® en buena parte de Espa?a durante m¨¢s de siete siglos. En Granada, donde cada 2 de enero se celebra a¨²n la Fiesta de la Toma, en recuerdo de la conquista del ¨²ltimo basti¨®n ¨¢rabe en la Pen¨ªnsula, se respira una curiosa atm¨®sfera de frontera. Viejos edificios ¨¢rabes conviven con mezquitas reconvertidas en iglesias, y en una de las plazas centrales, la reina Isabel la Cat¨®lica alarga su silueta majestuosa e inmensa. La construcci¨®n de la mezquita mayor fue una empresa tortuosa marcada por la pol¨¦mica.
La financiaci¨®n del templo corri¨® a cargo de varios pa¨ªses ¨¢rabes, desde Libia, que dio una aportaci¨®n muy modesta a principios de los a?os ochenta, hasta los Emiratos ?rabes Unidos, pasando por el difunto rey de Marruecos Hassan II. No hubo dinero, asegura su director, de Arabia Saud¨ª, convertida en los ¨²ltimos tiempos en motor de expansi¨®n del wahabismo, herej¨ªa del islam para unos, corriente reformadora para otros. En todo caso, un movimiento fan¨¢tico que disgusta a los suf¨ªes espa?oles. "Es un c¨¢ncer, creado por los ingleses hace dos siglos para corromper al islam desde dentro", dice Abdul Wahid Mart¨ªn, abogado, funcionario en excedencia y escultor, de 48 a?os, que vive con su mujer y sus cuatro hijos en Gredos, en una propiedad autosuficiente. En parte por la deriva del wahabismo, "el islam tiene una imagen siniestra desde fuera, pero desde dentro es luminoso", dice. Wahid lleg¨® a esta religi¨®n, hace nueve a?os, "buscando la espiritualidad y la verdad", y asegura haber encontrado ambas cosas. Con su barba larga, y sus pantalones turcos, se pasea por Madrid, inmune a las miradas. "Estoy acostumbrado a que me llamen Bin Laden". Y en estos momentos de confusi¨®n no quiere dejar pasar la oportunidad de defender su fe, un poco arcaica, medieval, pero perfectamente integrable en el mundo moderno. "El islam es amor, es tolerancia, no es un dogma inflexible. El Cor¨¢n es feminista, antes de que existiera el feminismo, es ecologista antes de que aparecieran los verdes", insiste. L¨¢stima que Sat¨¢n (literalmente, el adversario, el enemigo) viva tambi¨¦n dentro de ese credo. Abdul Wahid es mon¨¢rquico y tolerante, y teme que las nubes que se ciernen sobre el horizonte mundial respondan a algunas de las profec¨ªas del islam. "Una de ellas dice que al final de los tiempos el sol saldr¨¢ por Occidente. No sabemos si porque el planeta sufrir¨¢ un cataclismo completo o porque el sol del islam alumbrar¨¢ Occidente".
Tambi¨¦n Karim Viudes, arquitecto e historiador, nacido en Murcia hace 75 a?os, dise?ador de la decoraci¨®n interna de la mezquita de Granada, vive sumido en cavilaciones y negros presagios. Aun lamentando la deriva fan¨¢tica del wahabismo, Karim ve a Sat¨¢n en el sionismo y en la pol¨ªtica de Estados Unidos. El islam, donde ¨¦l encontr¨® un ant¨ªdoto a la ansiedad que amarga la existencia humana, ser¨ªa el perdedor en la espiral de violencia terrorista. Desde los ¨²ltimos atentados, especialmente los del 11-M, vive inquieto, barruntando cat¨¢strofes. "El capitalismo es tambi¨¦n una gran religi¨®n", dice, "con una visi¨®n del mundo antag¨®nica a la del islam". ?Existe realmente Bin Laden? Viudes tiene serias dudas y sus declaraciones respecto a una reconquista de Al Andalus, le parecen "cosa del Departamento de Estado americano". Karim, estudioso del islam, descendiente de carlistas por parte de madre, recuerda que "la historia es creencia" y rechaza de forma vehemente el relato oficial de la invasi¨®n ¨¢rabe de Espa?a. "No hubo invasi¨®n. Los pueblos ib¨¦ricos, y hasta algunos visigodos, aceptaron una revoluci¨®n agraria. Fue un levantamiento contra la Iglesia trinitaria". Pero el mundo sigue adelante con una historia encofrada, como el dice, encerrada en un cofre de mentiras. "En mi infancia, entre Alicante y Murcia, yo viv¨ªa como los ingleses en la India". Los indios, los alicantinos y murcianos de a pie, ser¨ªan los moriscos de un tiempo, colonizados por los cristianos.
Antepasados, en Valencia
El lenguaje de Mostaf¨¢ Bakach, nacido en T¨¢nger, nacionalizado espa?ol tras el matrimonio -a estas alturas, roto- con una melillense, vecino de Granada donde se instal¨® hace 13 a?os, participa de alguna forma en este an¨¢lisis. "Mis antepasados, de muchos siglos atr¨¢s, eran de Valencia", dice, mientras proclama las virtudes del islam y condena el terrorismo. Bakach, presidente de la Asociaci¨®n de Inmigrantes Marroqu¨ªes, y de mil y una asociaciones, grupos e iniciativas, quiere que quede clara esa condena para evitar que a nadie "se le crucen los cables y vaya a hacer cualquier barbaridad contra nosotros". Pero la comunidad musulmana de Granada (unas 10.000 personas) no vive en el temor. "La integraci¨®n es muy grande", dice Bakach, que es adem¨¢s periodista y propietario de un restaurante en el Albaic¨ªn. "No hay problemas, ni conflictos, ni choque cultural".
En Granada hay, adem¨¢s, m¨¢s de 2.000 estudiantes musulmanes, y muchos profesionales con un nivel alto de instrucci¨®n. Unos y otros viven su fe profundamente porque el islam, con sus 15 siglos de historia, es una religi¨®n que no acepta ser vivida con tibieza. La presi¨®n social y familiar influye tambi¨¦n en este cerrar filas en torno al Cor¨¢n y sus dogmas.
Nourdine Kadi, de 33 a?os, estudiante de Farmacia y portavoz de los estudiantes musulmanes, reconoce que apenas un 10% de estos j¨®venes modernos, acostumbrados a usar el ordenador, a conducir coches y a tratar con Occidente de t¨² a t¨², vive de espaldas a la fe. ?l mismo acata los preceptos de no comer carne de cerdo, no beber, rezar cinco veces al d¨ªa y ayunar el mes de Ramad¨¢n. "Algunos puede que no recen tanto, pero si uno no ayuna se aparta del islam". Nourdine espera acabar pronto la carrera, despu¨¦s de siete a?os de estudios, y regresar a su ciudad, Nador, donde abrir¨¢ una farmacia. La vida de estudiante en una ciudad del mundo occidental ha sido grata. "Ser musulm¨¢n no me crea conflictos con los compa?eros espa?oles. En Granada me siento como en casa".
Kadi reconoce que en los ¨²ltimos a?os se ha producido un resurgir de las tendencias "que quieren recuperar la identidad y la fuerza musulmana de los siglos pasados". Pero "una cosa son", subraya, "los partidos que reivindican m¨¢s rigor musulm¨¢n y otra es el fundamentalismo terrorista, que nadie acepta". No hay nada en Occidente que le impida integrarse. Tampoco a Abdul Wahid. Y Casti?eira no renuncia a su amor por Beethoven, Goethe, Garc¨ªa Lorca, Bach o Mozart. Aunque hay cosas rechazables tambi¨¦n en este mundo. "Las drogas, la degeneraci¨®n moral que predomina, y no me refiero s¨®lo, aunque tambi¨¦n, a la moral sexual, sino a la econ¨®mica, al capitalismo voraz". Pero Casti?eira no cree que haya que combatirlo con la violencia.
El caldo de cultivo palestino
En estos momentos de zozobra, las mismas palabras de rechazo al terrorismo est¨¢n prendidas de todos los labios musulmanes. El imam de la mezquita madrile?a del barrio de Estrecho, Riay Tatary, de 55 a?os, se lamenta, no obstante, de que se hayan publicado tan deprisa los nombres de los marroqu¨ªes detenidos a ra¨ªz de los atentados del 11-M. "Creo que todos debemos esperar a ver en qu¨¦ terminan las investigaciones", dice. Tatary, como Bakach, Viudes o Casti?eira, rechazan rotundamente que detr¨¢s de este atroz terrorismo se coloque el t¨¦rmino "isl¨¢mico". En todos prevalece la conciencia difusa de que la violencia ciega se genera en el caldo de cultivo ponzo?oso de Oriente Pr¨®ximo, donde los palestinos, "viven la peor de las opresiones".
En el comunicado que la mezquita mayor de Granada colg¨® en su p¨¢gina web tras el 11-M se hac¨ªa referencia a los posibles culpables de los mismos con esta frase: "Pueden ser racistas, nacionalistas, sionistas o tambi¨¦n ¨¢rabes ignorantes, desarraigados y amargados por lo que est¨¢n sufriendo sus pueblos".
La profesora Mart¨ªn Mu?oz comprende este cerrar filas de los musulmanes. "Est¨¢n viviendo unos a?os muy malos. Con todo lo que est¨¢ ocurriendo en Oriente Pr¨®ximo, se est¨¢n generando una serie de opiniones que les se?alan con el dedo. De ah¨ª su obsesi¨®n por defenderse. El islam, como el cristianismo, es una utop¨ªa espiritual que propone justicia social y no violencia, pero la historia, despu¨¦s, la hacen los individuos". El problema, es que "la gran representaci¨®n que ha tenido en el mundo ha sido el integrismo isl¨¢mico y la violencia, pese a que dentro del islam hay muchas tendencias. Incluso se puede ser fundamentalista sin ser violento".
Um Sara, madrile?a de 23 a?os, musulmana espa?ola, cree tambi¨¦n que el islam ha sido v¨ªctima de una representaci¨®n negativa. Musulmana de segunda generaci¨®n, se educ¨® sin problemas en colegios de monjas, y acab¨® Filolog¨ªa ¨¢rabe en Madrid. Viste a la occidental; no se cubre la cabeza, "salvo cuando voy a la mezquita", y se siente respetada como mujer en esta religi¨®n. "En el islam est¨¢ permitido el divorcio, y los malos tratos se condenan en¨¦rgicamente. Es cierto que las mujeres no pueden ser imames, pero s¨ª pueden ser mufti,
es decir, personas con capacidad para emitir una fatwa, una sentencia jur¨ªdica". En cuanto al auge del integrismo, a la expansi¨®n de la costumbre del velo, Um Sara cree que en algunos pa¨ªses se trata s¨®lo de un intento de "reivindicar la cultura propia". Su vida de musulmana en un medio mayoritariamente cat¨®lico ha sido "interesante y dif¨ªcil", dice. Pero la voz del Cor¨¢n la llena, "porque abarca todos los aspectos de la vida". Um Sara, como la mayor parte de los musulmanes espa?oles, forma parte de un grupo, o cofrad¨ªa suf¨ª. En su caso, la del jeque Nazim al Haqani, radicado en Chipre. Un verdadero santo para todos sus disc¨ªpulos.
"Es dif¨ªcil que un espa?ol se acoja a una religi¨®n sin buscar una l¨ªnea que le permita mayor libertad. Comprendo que se hayan acercado al sufismo", dice Fares Abdin, nacido en el Delta del Nilo, en Egipto, hace 34 a?os, y desde hace m¨¢s de 10 residente en Espa?a, donde da clases de ¨¢rabe. Y eso porque "el islam no es s¨®lo una religi¨®n, es un sistema pol¨ªtico-econ¨®mico-sociol¨®gico para organizar un pueblo", dice. Un sistema que controla todos las relaciones de la vida p¨²blica y privada: la forma de hacer negocios y la de redactar un testamento. Cosas que van m¨¢s all¨¢ de la "relaci¨®n de un ciudadano con Dios". Fares recuerda que el islam acab¨® con toda jerarqu¨ªa, pero eso dio lugar despu¨¦s al sectarismo. "Por eso los Estados decidieron tomar en sus manos las riendas de la religi¨®n". Si uno se aparta un poco del islam hist¨®rico tropieza tambi¨¦n con un movimiento enormemente radical, "marcado por la ca¨ªda de los Estados isl¨¢micos y la llegada del colonialismo".
Fares Abdin se refiere al pensamiento reformista de Ebn Abd el Wahab, conocido como
wahabismo, que, a su juicio, "no es un islam sano". Si esta forma de entender la religi¨®n musulmana seguir¨¢ o no conquistando terreno en el mundo est¨¢ por ver. "El problema est¨¢ en las doctrinas que dependen del dogma. Tanto los Hermanos Musulmanes, como la Yihad, como Al Qaeda dependen del dogma", dice.
El imam Tatary no habla de dogmas. "Nuestra mezquita est¨¢ abierta a todas las tendencias, a todas las escuelas jur¨ªdicas reconocidas", precisa con cierto nerviosismo. "Pero no puedo aceptar que se me achaque ser miembro de los Hermanos Musulmanes, y cosas as¨ª, como las que se han dicho". Despu¨¦s de 34 a?os en Espa?a, este m¨¦dico sirio, que ha visto crecer y evolucionar a la poblaci¨®n inmigrante musulmana en Madrid, teme que los pilares de la convivencia se tambaleen. "No se puede hacer o¨ªdos sordos a lo que est¨¢ pasando en el mundo. Los musulmanes tenemos familia en todas partes. Cuando un helic¨®ptero Apache del Ej¨¦rcito israel¨ª lanza sus cohetes contra objetivos palestinos, todos lo vemos". Tatary dice que hay que hacer esfuerzos por que amaine la tempestad. "Puede que en Espa?a haya alguien con los cables cruzados. Pero seguramente ser¨¢ por su situaci¨®n social. No por la religi¨®n".
Al Andalus
Los asesinos del 11-M no conoc¨ªan la tradici¨®n isl¨¢mica, piensa Nurudin, musulm¨¢n espa?ol de Granada. "Seg¨²n la mayor¨ªa de los sabios de la escuela shaf¨ª (una de las cuatro escuelas de jurisprudencia del islam sun¨ª), las tierras que estuvieron un d¨ªa bajo el dominio del islam, como Al Andalus, son consideradas todav¨ªa tierras del islam, y est¨¢n bajo su tutela".
Pero en Granada se escuchan tambi¨¦n voces apocal¨ªpticas, que hablan de un futuro negro. Descrito hace mil a?os por un sabio musulm¨¢n "que hablaba del ciclo de las sociedades decadentes que llegan al culmen del esplendor y al final son arrasadas por los que no tienen nada", dice Casti?eira. ?Estamos en v¨ªsperas de ser arrasados, entonces? "Si la sociedad no deja de expoliar el planeta y de causar injusticia y pobreza a millones de seres humanos por sus pol¨ªticas restrictivas; si no se crea una pol¨ªtica m¨¢s solidaria, de extender el desarrollo y extender los bienes primarios, como el agua potable, la alimentaci¨®n, el acceso a tecnolog¨ªas ¨²tiles; si no se controla el expolio de los recursos naturales de la Tierra, entonces s¨ª que estaremos en v¨ªsperas de una tragedia".
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