Tor, la monta?a maldita
Tor es un pueblo deshabitado del Pirineo de Lleida que arrastra una maldici¨®n por culpa de una monta?a comunal que los herederos de sus antiguos propietarios se disputan desde hace 23 a?os en los tribunales. La pugna por el dominio de una masa forestal de 2.300 hect¨¢reas, junto a Andorra y sus pistas de esqu¨ª, ha dejado ya por el camino tres asesinatos y un reguero de odios y venganzas, envidias y amenazas. Los reiterados intentos de la Justicia por dar carpetazo al pleito s¨®lo han servido para mantener las heridas abiertas.
El conflicto por la pol¨¦mica monta?a seguir¨¢ coleando algunos a?os m¨¢s porque Jordi Riba, alias El Palanca, uno de los 13 vecinos que reclaman su propiedad, ha anunciado que quiere recurrir la ¨²ltima sentencia de la Audiencia de Lleida que los declar¨® a todos copropietarios a partes iguales. Riba no acepta la resoluci¨®n judicial porque considera que es el ¨²nico due?o leg¨ªtimo de la finca. El martes 2 de marzo se vivi¨® un nuevo episodio que se dirime en la Audiencia de Lleida, donde se repiti¨® por orden del Supremo una vista de apelaci¨®n celebrada siete a?os antes, que dej¨® sin due?o a la monta?a. Nueve familias firmaron un acuerdo extrajudicial para repartirse la propiedad, pero El Palancano quiso rubricarlo.
Todo comenz¨® en 1896. Los 13 vecinos que resid¨ªan en Tor crearon una sociedad de condue?os para regular la explotaci¨®n de los recursos naturales de la finca
Josep Montan¨¦, como due?o ¨²nico de Tor, no pudo disfrutar de la propiedad de la monta?a porque seis meses despu¨¦s fue brutalmente asesinado en su casa
La historia de Tor, escrita con sangre, todav¨ªa no ha terminado. Todo comenz¨® en 1896. Los 13 vecinos de la peque?a aldea crearon una sociedad de condue?os para regular la explotaci¨®n de sus recursos naturales. Los estatutos establec¨ªan los requisitos para pertenecer a la sociedad: residir en el pueblo, ser cabeza de familia y tener casa abierta u otras propiedades. Pero las duras condiciones de vida en esta aldea, que todav¨ªa carece de electricidad, agua corriente o tel¨¦fono, hicieron que algunas familias y sus herederos se afincaran en otras poblaciones y perdieran el derecho sobre la monta?a, justo antes de que la industria del esqu¨ª revitalizara los valles del Pirineo y se convirtiera en la principal fuente de riqueza de la vecina Andorra.
Promotores inmobiliarios
La monta?a de Tor y la gesti¨®n de sus recursos naturales hab¨ªan provocado numerosos enfrentamientos entre los vecinos, pero las pugnas se agudizaron a partir de 1976, cuando llegaron al valle promotores inmobiliarios que les tentaron con sus ofertas. Uno de ellos, Rub¨¦n Casta?¨¦, consigui¨® arrancar de las familias Sansa, Cerd¨¤ y Pereta un contrato de arrendamiento de la monta?a por 99 a?os y 200.000 pesetas anuales. Este agente inmobiliario quer¨ªa construir una estaci¨®n de esqu¨ª, varios hoteles, apartamentos y superficies comerciales. Aquella operaci¨®n, realizada a espaldas de los otros copropietarios, provoc¨® que la comunidad se dividiera en dos bandos. Uno fue liderado por Josep Montan¨¦, partidario de la explotaci¨®n tur¨ªstica de la monta?a, y el otro por Jordi Riba, dispuesto a seguir explotando sus pastos y la madera de sus bosques. A partir de ese momento, la enemistad entre ambos se hizo cada vez m¨¢s manifiesta, y las amenazas, broncas y peleas fueron diarias en el pueblo, adonde llegaron desconocidos para trabajar como guardaespaldas de los miembros de cada bando.
La cr¨®nica sangrienta de Tor se remonta al 3 de julio de 1980, cuando dos guardaespaldas de Casta?¨¦ mataron a tiros a Miguel Aguilar, de 25 a?os, y Pedro Li?¨¢n, de 20, dos le?adores contratados por El Palanca, verdadero objetivo de los matones. Los homicidas, el ex guardia civil Dionisio Rodr¨ªguez y Ram¨®n Mir¨®, fueron condenados a ocho a?os de prisi¨®n, aunque el Supremo les redujo la pena. El tribunal conden¨® a Casta?¨¦, como responsable civil subsidiario, a indemnizar a las familias de las v¨ªctimas con 10 millones de pesetas.
En 1981, tres vecinos iniciaron un pleito para conseguir que la Justicia les reconociera a ellos como ¨²nicos miembros de la sociedad, y, en consecuencia, ¨²nicos propietarios del dominio. El pleito, que ha seguido innumerables vericuetos, lleg¨® el pasado 2 de marzo a una encrucijada. Los abogados se personaron en la sala de vistas de la Audiencia de Lleida con un acuerdo extrajudicial, firmado ante notario por nueve familias, que contempla la divisi¨®n de la monta?a en 13 partes: una para cada uno de los descendientes de los originales copropietarios. Pero Jordi Ribase niega en redondo a esta salom¨®nica soluci¨®n. El Palanca es un personaje controvertido, asiduo de los calabozos y de los juzgados, que en los ¨²ltimos a?os ha estado en todos los escenarios del conflicto. "Con tanto pleito se ha trastornado", explica uno de los muchos abogados que le ha defendido.
Este ganadero, dedicado desde hace 40 a?os a la cr¨ªa de yeguas en la monta?a de Tor, quiere que la Justicia exija a los dem¨¢s litigantes pruebas documentales que acrediten que poseen un t¨ªtulo de propiedad. "Estoy cansado y enfermo, pero quiero llegar hasta el final. Me he arruinado defendiendo a los que ahora van contra m¨ª. Si hay alguien que quiera ayudarme y la Justicia me da la raz¨®n estoy dispuesto a regalarle mis fincas", asegura. En su ¨²ltima resoluci¨®n, la Audiencia de Lleida decidi¨® no homologar el pacto por no estar firmado por El Palanca. No obstante, a ¨¦ste le otorga la condici¨®n de condue?o por usucapi¨®n, cuando algunos de los afectados hab¨ªan solicitado la confirmaci¨®n de la sentencia del Juzgado de Tremp que en febrero de 1995 otorg¨® la titularidad de la monta?a al ¨²nico vecino que quedaba en Tor, Josep Montan¨¦, apodado El Sansa, de 70 a?os. Montan¨¦ no pudo disfrutar de la propiedad de la monta?a porque seis meses despu¨¦s, el 19 de julio, fue asesinado en su casa. El cad¨¢ver, descubierto 11 d¨ªas m¨¢s tarde, ten¨ªa un cable enrollado en el cuello y la cara desfigurada. Los investigadores concluyeron que quien le mat¨® era alguien que le conoc¨ªa muy bien y que lo odiaba profundamente. Una confidencia condujo a la Guardia Civil a detener el 11 de octubre de ese a?o a dos vecinos de La Seu d'Urgell, Josep Mont Guitart y su compa?era Marli Pinto Gomes, ambos de 45 a?os, como presuntos autores de la muerte de Montan¨¦. La pareja, que se declar¨® inocente en los interrogatorios, fue absuelta por falta de pruebas tras pasar 14 meses en prisi¨®n.
Del contrabando al negocio del esqu¨ª
ALGO DEBE DE TENER de extraordinaria esta monta?a maldita cuando ni las muertes ni las sentencias de los jueces han conseguido acabar con los enfrentamientos encarnizados y pasar p¨¢gina a una cr¨®nica luctuosa que se remonta a tiempos ancestrales. "Una monta?a en la que crecen los mejores pastos y los pinos m¨¢s hermosos no puede ser maldita", afirma un lugare?o octogenario que abandon¨® Tor hace m¨¢s de 40 a?os porque la vida diaria en el pueblo era muy dif¨ªcil, casi impropia de humanos. Tor es un n¨²cleo de casas viejas al que se llega a trav¨¦s de una pista de tierra. Con la llegada de las primeras nieves, a finales de octubre o primeros de noviembre, sus habitantes sol¨ªan quedarse incomunicados durante cuatro o cinco meses al a?o, y eso lleg¨® a componer unas relaciones de vecindad muy primarias, condicionadas por el aislamiento, la marginaci¨®n, la ignorancia y el caciquismo. La vida en este rinc¨®n del Pirineo, basada en una econom¨ªa de subsistencia, siempre fue muy dura. Pese a todo, Tor fue siempre un pueblo rico gracias a sus pastos y a su madera.
Sin embargo, el principal atractivo no reside en su buc¨®lico paisaje, sino en su ubicaci¨®n estrat¨¦gica. La monta?a de Tor hace de frontera natural con Andorra. A finales del siglo XIX y primeras d¨¦cadas del XX muchos vecinos de Tor amasaron grandes fortunas gracias al contrabando de caf¨¦, oro, plata, personas y otras mercanc¨ªas. Se sabe que Tor fue una de las principales puertas de entrada a Espa?a de centenares de jud¨ªos que hu¨ªan de la persecuci¨®n nazi. M¨¢s tarde se impondr¨ªa el contrabando de tabaco, perfumes, electrodom¨¦sticos y armas. Ahora es una zona natural de expansi¨®n de la boyante industria del esqu¨ª.
Cuando en febrero de 1995 el Juzgado de Tremp declar¨® a El Sansa ¨²nico propietario de la monta?a, algunas personas dijeron premonitoriamente que aquella decisi¨®n ser¨ªa su sentencia de muerte. Con su particular forma de defender la monta?a se gan¨® muchos enemigos, adem¨¢s de El Palanca. Tambi¨¦n era un hecho conocido que hasta pocos d¨ªas antes de morir cobraba peaje a los contrabandistas al pasar por sus fincas. Acabar con la leyenda negra que arrastra Tor est¨¢ en manos de la Audiencia de Lleida, pero El Palanca ya ha amenazado con defender su porci¨®n de monta?a a la fuerza si el fallo no le satisface.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.