El PP salta a la plaza
No es l¨®gico esperar ecuanimidad en un mitin de partido, pero el celebrado ayer por el PP en la madrile?a plaza de Vistalegre, con Rajoy y Aznar como ¨²nicos oradores, no fue, como pudo temerse, un acto dedicado a deslegitimar la victoria socialista del 14-M. Hubo la demagogia habitual en gritos y pancartas, pero el mensaje de los dos l¨ªderes del PP fue m¨¢s de reafirmaci¨®n propia que de descalificaci¨®n del rival: de aceptaci¨®n del papel que el electorado ha asignado al PP como principal partido de la oposici¨®n.
Los temores derivaban sobre todo de las repetidas declaraciones del presidente del Gobierno en funciones, que ha dedicado las dos ¨²ltimas semanas a desviar hacia sus oponentes o hacia terceros la responsabilidad de los errores propios. Lo inesperado de la derrota, las dudas que ha introducido sobre la operaci¨®n sucesoria y los movimientos internos de petici¨®n de cuentas detectados en algunas comunidades son factores que hicieron temer que el desagravio -?contra qui¨¦n?- se convirtiera en otra cosa. No ha sido as¨ª.
"La regla de la democracia es que quien gana, gobierna, y ha sido el PSOE quien ha ganado, y no hay m¨¢s que discutir", dijo Aznar en una proclamaci¨®n de lo obvio que resultaba necesaria a la luz de sus declaraciones previas. Acto seguido exhort¨® a los suyos a asumir esa realidad cuanto antes, porque es condici¨®n para ponerse a trabajar por la recuperaci¨®n de la mayor¨ªa desde la oposici¨®n. Se trata de un cometido por lo dem¨¢s imprescindible para controlar al nuevo Gobierno y para que la democracia no se oxide. El PP llega a esa responsabilidad con un respaldo que, como recordaron Aznar y Rajoy, nunca tuvo el primer partido de la oposici¨®n. Los 9,7 millones de votos, la presidencia de m¨¢s de la mitad de las comunidades aut¨®nomas y las alcald¨ªas de 30 capitales de provincia y una mayor¨ªa relativa en el Senado testimonian la s¨®lida implantaci¨®n del PP. Las elecciones europeas de junio fueron reiteradamente invocadas como la oportunidad para demostrar que el 14-M fue un "contratiempo" electoral motivado por las circunstancias excepcionales que lo precedieron.
Cumplido el deber de reconocer la victoria del adversario, resulta irritante la obsesi¨®n de Aznar por seguir acusando a los dem¨¢s de mentir y manipular cuando todav¨ªa no ha pedido excusas por la utilizaci¨®n interesada de la informaci¨®n que hizo su Gobierno en las horas previas a la apertura de las urnas: algo que ya casi nadie niega, en Espa?a o fuera de ella. Pero al menos esta vez dedic¨® m¨¢s tiempo a los mensajes en positivo, incluyendo su voluntad de favorecer una transmisi¨®n de poderes ejemplar y su ofrecimiento de apoyo al Gobierno de Zapatero si lo necesita frente a exigencias desmesuradas de posibles aliados nacionalistas. M¨¢s all¨¢ de desbordamientos emocionales y otros trucos, es ese mensaje y el compromiso de no actuar con rencor lo que cabe recordar del acto de ayer.
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