Memoria
Leo un libro reciente titulado Memorias del pueblo: vivencias directas de la Guerra Civil escritas por tres personas que entonces eran muy j¨®venes y hoy son octogenarias. Las tres consignaron por escrito sus experiencias respectivas, pero nunca hasta hoy las hab¨ªan sacado a la luz. De las tres, una mujer luch¨® con los republicanos; otra hizo causa com¨²n con los fascistas; el tercero, un ni?o de corta edad, se limit¨® a ser testigo perplejo y v¨ªctima inocente. A su inter¨¦s y a su valor testimonial a?ado por mi cuenta la constataci¨®n de que para m¨ª, y ya para la inmensa mayor¨ªa, estos relatos no forman parte de la memoria personal. Por m¨¢s que formen parte de nuestra memoria colectiva, los recuerdos de primera mano son simples documentos ilustrativos de un suceso hist¨®rico bajo cuyas secuelas crecimos, que siempre hemos tenido presente, pero que en definitiva no vivimos. No sabemos c¨®mo fue. ?nicamente lo que nos han contado.
Al cabo de unos d¨ªas, en el curso de una visita a unas oficinas donde no hab¨ªa estado antes, veo por la ventana un patio de manzana que ha conservado milagrosamente su aspecto original: un tablero de jardines interiores con bancos de piedra, mesas de m¨¢rmol, profusi¨®n de plantas, algunos arbolitos y palmeras. Que no haya sido convertido en almac¨¦n o garaje escapa a mi comprensi¨®n, pero su presencia en medio del hacinamiento y el barullo de la ciudad no me sorprende: es parte de mi infancia. Al verlo lo reconozco como si el arquetipo no se hubiera ausentado nunca de mi paisaje cotidiano.
Esta misma ma?ana viajo en el metro con un grupo de escolares. Algunos parecen proceder de otras latitudes, otros no. Todos gritan a la vez. Para ellos los jardines de la ciudad que yo conoc¨ª ser¨¢n un dato m¨¢s, sin duda de muy poco inter¨¦s. La ciudad que encuentren hecha, la que descubran y hagan suya, echar¨¢ ra¨ªces en estas memorias, aunque no lo sepan. Luego la transformar¨¢n y la convertir¨¢n a su vez en memoria. Este pensamiento me levanta el ¨¢nimo. La memoria no es el territorio de la nostalgia, sino de la esperanza, el lugar donde nos encontramos los que sufrieron en su carne el dolor de una guerra cruenta, los que tom¨¢bamos el fresco en los jardines y las insoportables criaturas que hoy me han dado el viaje.
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