Alistair Cooke, una leyenda de la BBC
Alistair Cooke, una de las grandes leyendas de la BBC, muri¨® en la medianoche del lunes al martes en su domicilio de Nueva York, las siete de la ma?ana en la Espa?a peninsular. Ten¨ªa 95 a?os. Durante casi 58 a?os, desde marzo de 1946 hasta el pasado 20 de febrero, emiti¨® su c¨¦lebre Carta desde Am¨¦rica, un cuarto de hora semanal de pura radio que utiliz¨® para explicar al mundo su visi¨®n de Estados Unidos.
Los brit¨¢nicos cre¨ªan que era americano y los estadounidenses le ten¨ªan por la quintaesencia de lo brit¨¢nico. ?l se consideraba un hombre con dos patrias. "En los dos pa¨ªses me siento como en casa", explic¨® una vez. Su retirada, anunciada por sorpresa hace unas semanas, provoc¨® ya malos augurios a sus mejores amigos. Durante casi 58 a?os s¨®lo hab¨ªa faltado en tres ocasiones a su cita con la audiencia, desperdigada por todo el mundo. Sol¨ªa leer su carta semanal cada jueves desde su apartamento en Nueva York, con vistas al Central Park, aunque a veces no tuvo m¨¢s remedio que hacerlo desde la cama de un hospital.
"Creo que las Cartas desde Am¨¦rica eran lo que m¨¢s le importaba en este mundo. Siempre pens¨® que la jubilaci¨®n era un mal asunto. Cuando o¨ª que se hab¨ªa visto obligado a dejar de trabajar, hace unas semanas, pens¨¦ que no iba a durar mucho porque era un hombre que viv¨ªa dedicado a una tarea", se lamentaba ayer Nick Clarke, presentador de BBC Radio 4 y bi¨®grafo de Alistair Cooke.
"Hace dos meses que me siento d¨¦bil", explic¨® Cooke en una entrevista a The Times tras su retirada. "Sol¨ªa desplomarme al acabar la charla. Empec¨¦ a darme cuenta de que ya no pod¨ªa seguir", reconoci¨®. En aquella entrevista expres¨® tambi¨¦n su disgusto con la BBC por haber anunciado la retirada antes de que ¨¦l pudiera comunic¨¢rselo a la audiencia. En su ¨²ltima carta, Cooke evoc¨® los problemas de la guerra de Irak, la derrota de Bush padre en las elecciones frente a Clinton, que ¨¦l hab¨ªan intuido 20 meses antes, los problemas del hijo hoy d¨ªa, las esperanzas que tienen los dem¨®cratas de llegar a la Casa Blanca.
Liberal por naturaleza, nunca ocult¨® su desagrado por el nacionalismo de Ronald Reagan y su tendencia a envolverse en la bandera. No s¨®lo fue un peculiar narrador de su tiempo, sino a veces testigo excepcional. Estaba a apenas unos metros del senador Robert Kennedy cuando ¨¦ste fue asesinado en 1968. Su cr¨®nica de aquel d¨ªa, su descripci¨®n de aquel angosto pasillo del interior de un hotel de Los ?ngeles, pas¨® a la historia de la BBC: "En el suelo grasiento hab¨ªa una pila de ropa, y en el centro brillaba la cara de Bob Kennedy, como la cara de piedra de un ni?o yaciendo en la tumba de una catedral".
No falt¨® ayer el coro de elogios f¨²nebres. "Uno de los grandes radiofonistas de todos los tiempos", le describi¨® el primer ministro Tony Blair. "Uno de los grandes de la BBC", solemniz¨® el director general en funciones de la corporaci¨®n, Mark Byford. "Combinaba inteligencia, una visi¨®n sagaz de lo que pasaba en el mundo y la elegancia de sus palabras. Durante generaciones ha sido un puente a trav¨¦s del Atl¨¢ntico. Vamos a echarle de menos", proclam¨® el director de informativos de la cadena, Richard Sambrook.
Por su cr¨®nica semanal han desfilado todos los acontecimientos que han transformado Estados Unidos desde la Segunda Guerra Mundial. Desde la guerra de Corea a la invasi¨®n de Bah¨ªa Cochinos, Vietnam, la dimisi¨®n de Richard Nixon, el caso Lewinsky, las dos guerras del Golfo. Tambi¨¦n el cine de Hollywood, que conoc¨ªa desde sus inicios como cr¨ªtico cinematogr¨¢fico. Y el periodismo escrito, que ejerci¨® como corresponsal del diario The Guardian en Estados Unidos, entre 1945 y 1972.-
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