Recursos humanos en investigaci¨®n
La OCDE y la Comisi¨®n Europea han estimado en casi un mill¨®n los investigadores adicionales necesarios para que Europa pueda alcanzar, en 2010, el objetivo de invertir el 3% del PIB en I+D. Manteniendo su peso investigador en la UE, Espa?a necesitar¨ªa, como m¨ªnimo, duplicar el n¨²mero actual de investigadores (EDP): 83.300. En este contexto exponemos algunos de los problemas con relaci¨®n a los recursos humanos en I+D en Espa?a.
El primero es la insuficiencia de efectivos en comparaci¨®n con los pa¨ªses de nuestro entorno. Espa?a cuenta con 4,5 investigadores por cada mil activos, frente a la media de la UE, de 5,7, y lejos de Suecia, Irlanda o Finlandia, que superan los 10.
Un segundo problema es la escasez de investigadores en el sector empresarial; mientras que en la UE uno de cada dos investigadores est¨¢ empleado por empresas, en Espa?a no llegan a 3 de cada 10.
Hoy el problema central son las dificultades para crear empleo estable y bien remunerado
La situaci¨®n evoluciona positivamente; sin embargo, en 2001, casi el 25% de los investigadores (EDP) contados por el INE ten¨ªan la condici¨®n de becarios. Este elemento indica un crecimiento basado en la dualizaci¨®n del mercado de trabajo y de la formaci¨®n en la investigaci¨®n. El uso extensivo de las becas, en especial las posdoctorales, se traduce en unos niveles salariales bajos y en la carencia de protecci¨®n social para los investigadores j¨®venes. La dualizaci¨®n es m¨¢s grave en el sector p¨²blico.
El mercado de trabajo de los investigadores presenta serios problemas con relaci¨®n a las carreras acad¨¦micas y a las oportunidades de empleo estable incluso para doctores de demostrada calidad. Las causas son complejas, y se relacionan -adem¨¢s de con la escasa demanda empresarial-, por una parte, con el lento crecimiento de la oferta de plazas en el sector p¨²blico en los ¨²ltimos 10 a?os, y por otra, con el crecimiento significativo de la producci¨®n de doctores que, a pesar de estar en el activo, est¨¢ a¨²n lejos de la media europea; adem¨¢s, evidencia desequilibrios por ¨¢reas disciplinares, lo que contribuye a desajustes importantes entre oferta y demanda.
Por otro lado, en sectores significativos del sistema, el considerable n¨²mero de doctores contratados temporalmente, gracias a programas exitosos como el Ram¨®n y Cajal, no puede ser estabilizado por los procedimientos ordinarios de la oferta de empleo p¨²blico. Por ejemplo, en el CSIC hay m¨¢s de 550 doctores Ram¨®n y Cajal y el n¨²mero de plazas nuevas a concurso libre que se convocan anualmente ronda las 50.
Otra muestra de los problemas en la carrera acad¨¦mica es el retraso de la edad de obtenci¨®n de la condici¨®n de funcionario, incluso en condiciones demostradas de reconocimiento internacional de los m¨¦ritos. Un an¨¢lisis realizado para el CSIC se?ala que mientras en 1960 la edad media de ingreso permanente eran 28 a?os, a finales de los noventa pas¨® a ser de 36. A ello se une el problema de la promoci¨®n interna; en 1960 se llegaba a la categor¨ªa de profesor de investigaci¨®n (equivalente a catedr¨¢tico) como media a los 33 a?os, y hoy, a los 50.
Adem¨¢s de la dualizaci¨®n y las dificultades para la obtenci¨®n de trabajos estables, est¨¢ el problema de los niveles salariales. Las estad¨ªsticas de OCDE, por ejemplo, se?alan que los costes laborales en las universidades alemanas en 2000 eran de 50.000 d¨®lares, en poder de paridad adquisitiva, por persona ocupada en I+D, mientras que en las espa?olas era 30.000.
Hoy el problema central en materia de recursos humanos no es tanto la generaci¨®n de nuevos doctores como las dificultades para crear empleo estable y bien remunerado para aquellos que han invertido en este tipo de formaci¨®n desde principios de los noventa. De persistir este problema puede producirse tambi¨¦n una ca¨ªda en los estudiantes de doctorado, ante el incierto futuro en la profesi¨®n de investigador.
As¨ª pues, sin otorgar a las pol¨ªticas de recursos humanos en investigaci¨®n un papel central, no s¨®lo no se llegar¨¢ a los objetivos europeos, sino que adem¨¢s pueden perderse las capacidades creadas en los a?os pasados por el riesgo de abandono de j¨®venes investigadores. No debemos olvidar que las inversiones en recursos humanos tardan muchos a?os en manifestar sus ¨¦xitos o sus fracasos.
Laura Cruz y Luis Sanz son investigadores en la Unidad de Pol¨ªticas Comparadas del CSIC (Grupo SPRITTE).
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