Que se note
Se est¨¢ poniendo en marcha un Gobierno con un 50% de mujeres y vamos a tener una Administraci¨®n p¨²blica con un 50% de mujeres en los altos cargos. Lo que importa ahora es que se note. No hay nada m¨¢s tonto que la preocupaci¨®n de muchas mujeres que ocupan cargos de relevancia pol¨ªtica, econ¨®mica o profesional por que "no se les note" que son mujeres. Ya es hora, precisamente, de lo contrario. Esta es una sociedad en la que ha habido una insultante falta de inter¨¦s por los problemas espec¨ªficos de una mitad de la poblaci¨®n; en la que se ha reaccionado con lentitud desesperante a cuestiones tan graves como la violencia de g¨¦nero (m¨¢s de 500 mujeres asesinadas por sus parejas desde 1996); en la que se ha contado con las mujeres para lo m¨¢s duro (llenar las arcas de la Seguridad Social cotizando sobre el 63% del total de empleos precarios) y en la que se las ha olvidado a la hora de repartir las ventajas (la pensi¨®n media de la mujer es un 30% inferior a la del hombre).
Las mujeres que formar¨¢n parte de la pr¨®xima Administraci¨®n tienen una gran responsabilidad. Es cierto que la incorporaci¨®n de la mujer a la vida pol¨ªtica se ha venido produciendo en Espa?a a un ritmo notable, m¨¢s alto, por ejemplo, que en la vida empresarial, y que eso ha sido as¨ª incluso en las etapas del Partido Popular. (De hecho, en el ¨²ltimo Gobierno de Aznar hubo el nada despreciable balance de cinco mujeres ministras, una presidenta del Congreso de los Diputados y una presidenta de comunidad aut¨®noma).
Pero el PP siempre combati¨® las leyes de Paridad: lleg¨® a presentar recurso de inconstitucionalidad contra las aprobadas por los Parlamentos de Castilla-La Mancha y de las Islas Baleares. Para los populares, la presencia de la mujer en la vida pol¨ªtica estaba vinculada a la voluntad "privada" de un dirigente pol¨ªtico. Ahora se supone que de lo que hablamos es de un derecho, un elemento definidor de la democracia participativa y moderna. Esa es una diferencia radical y merece que sus protagonistas, las mujeres, sean conscientes de ello.
El reparto paritario es una idea m¨¢s revolucionaria de lo que algunos suponen y suele tener efectos m¨¢s tangibles de lo que parece. El caso m¨¢s notorio es Noruega, con un balance satisfactorio, aunque no definitivo. Siguen existiendo diferencias salariales, desde luego, pero es el pa¨ªs del mundo con la legislaci¨®n familiar m¨¢s avanzada y el que ha conseguido combinar una alta tasa de actividad femenina (un 74% de las mujeres en edad laboral trabajan efectivamente, frente al 53% de la media europea y al 43,9% de Espa?a) con una tasa de natalidad igualmente alta (1,85 hijos de media frente a 1,3 de media en Espa?a).
La mayor parte de las ocho mujeres que se har¨¢n cargo de carteras ministeriales tiene, sobre todo, una amplia experiencia de gesti¨®n y est¨¢ relacionada con ¨¢reas econ¨®micas. Ser¨ªa de agradecer que tuvieran presente una gran idea de Eleanor Roosevelt: "Lo que no se hace en pol¨ªtica puede ser verdaderamente destructivo". Tienen la obligaci¨®n de ser buenas ministras y gestoras, pero no basta. Puesto que encarnan el principio de la paridad, tienen, tambi¨¦n, la obligaci¨®n de trabajar para hacer avanzar la condici¨®n de las mujeres en su conjunto.
Y, quiz¨¢s, su condici¨®n de mujeres ayude tambi¨¦n a mejorar un problema cl¨¢sico de los gobiernos espa?oles: la falta de comunicaci¨®n con los ciudadanos. Mar¨ªa Zambrano, una de las pensadoras favoritas de Rodr¨ªguez Zapatero, escribi¨® que el poder tiende a ser taciturno, es decir, que le molesta hablar. Dado que ¨¦se es, adem¨¢s, un gran defecto masculino, la presencia de tantas mujeres quiz¨¢s suponga un cambio efectivo. En una sociedad como la actual, el poder pol¨ªtico no puede sentirse inc¨®modo hablando; necesita el di¨¢logo, el contacto y la explicaci¨®n. Y las mujeres, como dec¨ªa Shakespeare, "cuando piensan, hablan". Un alivio en relaci¨®n con la historia reciente. solg@elpais.es
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