La vergonzosa hipocres¨ªa del FMI
El pr¨®ximo jefe del Fondo Monetario Internacional no ser¨¢ escogido de una manera justa, transparente y competitiva. Su nombramiento ser¨¢ producto de un proceso turbio, excluyente y plagado de resabios colonialistas.
Horst K?hler, el director gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), dej¨® inesperadamente el cargo al ser nombrado presidente de Alemania. Su periodo en el FMI expiraba en el 2005 y su renuncia ha precipitado la necesidad de escoger a su sucesor. ?sta ser¨ªa la oportunidad ideal para terminar con el obsceno acuerdo no escrito que hace que el jefe del FMI sea siempre y autom¨¢ticamente un europeo y el del Banco Mundial siempre un estadounidense.
Este acuerdo estuvo a punto de romperse en el a?o 2000, cuando K?hler fue nombrado. En una organizaci¨®n como el FMI, que supuestamente defiende la transparencia, la democracia y la sana Administraci¨®n p¨²blica, es especialmente ir¨®nico que el m¨¦todo para seleccionar a su m¨¢ximo dirigente se base en pr¨¢cticas inaceptables en cualquier corporaci¨®n internacional o ente gubernamental serio.
Es adem¨¢s ins¨®lito que nada de esto resulte intolerable a quienes controlan al FMI y al Banco Mundial. De hecho, este fin de semana los ministros europeos se re¨²nen para acordar al candidato que propondr¨¢n y que seguramente al final ser¨¢ el escogido. A pesar de las seguras declaraciones oficiales celebrando el talento y experiencia de quienquiera que resulte coronado, la verdad es que nunca sabremos por qu¨¦ fue escogido ¨¦l y no otro. Tampoco sabremos cu¨¢l es su visi¨®n para enfrentar los enormes retos que afronta el FMI y el sistema financiero mundial. S¨®lo sabremos que fue escogido a trav¨¦s de un proceso que discrimin¨® a la mayor¨ªa de la humanidad y que la persona as¨ª escogida ser¨¢ quien por una d¨¦cada tomar¨¢ decisiones que afectar¨¢n al mundo entero.
Antes de que se tuviera noticia de la salida de K?hler, dentro del FMI se daba como un hecho que su mandato ser¨ªa autom¨¢ticamente renovado por otros cinco a?os. Sin evaluar su gesti¨®n, sin consultar a accionistas, clientes, directores o colegas; sin compararlo con otros candidatos. Lo ¨²nico que importaba es que ten¨ªa el pasaporte correcto. Y amigos en altas esferas del Gobierno alem¨¢n. El nombramiento de K?hler en el 2000 fue un esc¨¢ndalo. Estados Unidos hab¨ªa vetado al primer candidato propuesto por Alemania, Caio Koch-Weser, viceministro de Econom¨ªa. Por primera vez en la historia se hab¨ªan propuesto dos candidatos no europeos: un japon¨¦s y un estadounidense. Sorprendentemente, el candidato estadounidense (Stanley Fischer, el muy respetado subdirector del FMI) hab¨ªa sido nominado por 20 pa¨ªses africanos. Para no perder su derecho de nombrar unilateralmente al presidente del Banco Mundial, la Administraci¨®n de Clinton rehus¨® apoyar a Fisher. As¨ª, s¨®lo gracias a la activ¨ªsima intervenci¨®n de Gerhard Schr?der, se asegur¨® el ¨¦xito del segundo candidato alem¨¢n: K?hler.
Las discusiones y maniobras que llevaron al nombramiento de K?hler despertaron la curiosidad de los medios de comunicaci¨®n, lo cual al menos hizo p¨²blico lo que los insiders siempre han sabido y callado: la manera como se designan los l¨ªderes del FMI y el Banco Mundial es una verg¨¹enza y un insulto al resto del mundo.
Con el nombramiento de K?hler, se hizo p¨²blico que las maniobras pol¨ªticas reemplazaron el an¨¢lisis de los m¨¦ritos personales del candidato y que oscuras transacciones hacen un mal chiste de la transparencia que el FMI tanto predica a los dem¨¢s. En ese momento lo ¨²nico positivo parec¨ªa ser que el proceso era tan ileg¨ªtimo y p¨²blicamente indefendible que su reforma ser¨ªa inevitable.
Y lo cierto es que los consejos directivos, tanto del FMI como del Banco Mundial, crearon inmediatamente grupos de trabajo para recomendar reformas internas. Al final produjeron un informe con una recomendaci¨®n obvia pero revolucionaria: "Una pluralidad de candidatos en representaci¨®n de la diversidad de pa¨ªses de todas las regiones redundar¨ªa en el inter¨¦s del Fondo; el objetivo es atraer a los mejores candidatos independientemente de su nacionalidad".
?sta es quiz¨¢s la raz¨®n por la cual, en otro delicioso ejemplo ilustrativo de sus fallas al m¨¢s alto nivel, los consejos directivos del FMI y el Banco Mundial aprobaron el informe, al mismo tiempo que formalmente explicaban que eso no significaba que se obligaban a adoptar sus recomendaciones.
As¨ª, a pesar del esc¨¢ndalo del 2000, quienes controlan al FMI y al Banco Mundial (ministros, gobernadores de bancos centrales y pol¨ªticos de los pa¨ªses europeos, los Estados Unidos y Jap¨®n) siguen sin estar dispuestos a adoptar reformas que son tanto evidentes como necesarias.
El argumento que suelen utilizar para defender el actual proceso de selecci¨®n es que, a pesar de sus defectos, es mejor que la hiper-democracia que ha condenado a la irrelevancia a tantas otros organismos de las Naciones Unidas.
Si bien esta preocupaci¨®n es v¨¢lida, no es cierto que eliminar algunas pr¨¢cticas que son patentemente injustas e ineficientes da?ar¨ªa el funcionamiento del FMI y el Banco Mundial. M¨¢s bien su eliminaci¨®n los fortalecer¨ªa. La infuencia de estos dos organismos no s¨®lo depende de sus recursos financieros o de la calidad de sus recomendaciones, sino tambi¨¦n (y lo que es m¨¢s importante) de su legitimidad.
Esa legitimidad es gravemente socavada por un proceso que discrimina abiertamente a la mayor¨ªa de las nacionalidades; especialmente porque ¨¦stas son organizaciones cuyo mandato es servir por igual a todos los pa¨ªses del mundo.
Los principales accionistas del Banco Mundial y del FMI obviamente seguir¨¢n teniendo los votos para elegir a los l¨ªderes de estas instituciones. Pero no necesitan apegarse a una tradici¨®n heredada de los a?os cuarenta que tanto da?a la credibilidad y el respeto que se tiene por estas instituciones y que, adem¨¢s, limita la calidad de sus l¨ªderes al prohibir que compitan candidatos de otras regiones.
Es ir¨®nico que la Uni¨®n Europea, que tanto reclama a los Estados Unidos su conducta unilateral en asuntos que afectan a todo el mundo, no dude en actuar con igual unilateralidad y arbitrariedad cuando se trata de proteger un cargo internacional para uno de los suyos. Es una verg¨¹enza.
El jefe del FMI debe ser escogido a trav¨¦s de un proceso que les d¨¦ a ¨¦l y a la instituci¨®n la legitimidad que s¨®lo puede otorgar un proceso competitivo y transparente. El principal criterio deben ser sus calificaciones personales y no su pasaporte. Al final es perfectamente posible que el designado sea un europeo. Quiz¨¢s hasta pudiese ser Rodrigo Rato. Pero eso no lo deber¨ªamos saber todav¨ªa.
Mois¨¦s Naim es director de la revista Foreign Policy.
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