Olvido del futuro
Con la ¨²ltima frase de Ya no pisa la tierra tu rey, tercera novela de la novelista gallega Cristina S¨¢nchez-Andrade, se ayuda al lector a desatar uno de sus nudos: "Tan importante como lo que se recuerda es lo que se olvida". Nadie ignora que un convento de clausura, como el que se dibuja en esta novela, es el sitio donde quien lo atraviesa, se prepara para olvidar, incluida su identidad. Por eso en esta novela parece que el tiempo est¨¢ detenido. ?C¨®mo se hace para olvidar e intuir un futuro a la vez? Quien est¨¢ en comuni¨®n con Dios, es decir, con la eternidad, est¨¢ preso de un presente impert¨¦rrito. Lo primero con lo que chocamos es con el presente. Todo transcurre en este relato como fuera de la historia. ?sta es la sensaci¨®n del lector, aunque no parece que esto sea lo que sienten los que viven dentro del convento. En esta contradicci¨®n basa Cristina S¨¢nchez-Andrade la eficacia de su historia. El imaginario del lector supone constricci¨®n y recogimiento. Pero lo que lee es un compendio de peque?as miserias humanas, m¨¢s dignas de un tiempo corruptor que de una eternidad incorruptible.
YA NO PISA LA TIERRA TU REY
Cristina S¨¢nchez-Andrade
Anagrama. Barcelona, 2004
228 p¨¢ginas. 13 euros
En la novela Bueyes y ro
sas dorm¨ªan, el anterior libro de la autora, el que esto escribe se?alaba un desfase injustificado entre la cuidada forma expresiva y la deshilachada historia que se supon¨ªa que contaba. Ahora, su don para el buen estilo se pone al servicio de un argumento excelentemente estructurado. Perfecto juego de luces y sombras en la configuraci¨®n de una psicolog¨ªa que siempre es colectiva, buen logro en la ambig¨¹edad de la voz narradora, que siempre es coral, y un acertad¨ªsimo punto de vista, construcci¨®n sin la cual toda la arquitectura de la novela se reducir¨ªa a un espacio f¨ªsico con monjas de clausura con serios arrebatos de abandono. S¨¢nchez-Andrade construye dos espacios. Uno es el convento y el otro es un palacio vecino donde viven un marqu¨¦s, su madre, su futura mujer y un sirviente. Las monjitas, regidas por una abadesa autoritaria, se encaraman a una ventana del convento desde la cual observan las andanzas lujuriosas del marqu¨¦s. Esa ventana es estricta en su funci¨®n de puente entre las dos realidades que leemos. Dir¨ªamos que es una ventana contaminante de vida. A un lado y otro de esa ventana fluyen el drama y la comedia de la existencia. El odio, la lujuria, la sensaci¨®n de tristeza intransferible se da cita en el relato, pero nunca con un sentido empalagoso de la trascendencia. Antes al contrario, hay toques de humor, como el hecho de ir descontando en el relato los meses y los d¨ªas que le quedan de vida a un personaje, adem¨¢s de la iron¨ªa de algunos anacronismos, como un tel¨¦fono, unas bicicletas y unos peri¨®dicos en una f¨¢bula que a veces parece transcurrir en plena ¨¦poca de santa Teresa de Jes¨²s. Ya no pisa la tierra tu rey es un muy buen ejercicio de ficci¨®n al servicio de algunas verdades humanas dolorosas. ?Cu¨¢l de los espejismos de esta novela es el menos soportable? Los lectores tienen para elegir entre ser, olvidar, o ver la vida o ser vistos a trav¨¦s de una ventana.
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