Sexo y bondad
Los detractores de las pol¨ªticas de paridad sexual defienden su postura alegando que es injusto colocar a una mujer, por serlo, en un puesto de responsabilidad para el que quiz¨¢s no est¨¢ preparada. Y tienen raz¨®n. Lo que hace sospechosos a quienes se manifiestan as¨ª es que s¨®lo piden preparaci¨®n a las mujeres, y que generalmente no denuncian la ingente cantidad de hombres incapaces que han llegado muy arriba porque nadie los ha inspeccionado con lupa. La incompetencia no puede seguir siendo patrimonio exclusivo de los hombres. Una sociedad verdaderamente igualitaria es aquella en la que las mujeres incompetentes tambi¨¦n pueden hacer, como los hombres m¨¢s incapaces, carrerones pol¨ªticos impresionantes.
El problema de las pol¨ªticas paritarias no es ese. El problema es que dejen de ser un instrumento para convertirse en un fin. El problema es que la igualdad entre hombres y mujeres se quede en una mera cuesti¨®n ret¨®rica, en un adorno al que puedan recurrir incluso los que no creen en ella. Es el caso del PP, capaz de albergar en su seno a ciertos alcaldes de ciertos pueblos y de promover al mismo tiempo la primera presidenta del Congreso. De lo que se trata no es tanto de que haya el mismo n¨²mero de machos y hembras en el Consejo de Ministros; se trata de que la gente se habit¨²e a ver cuerpos de mujer y psicolog¨ªas femeninas en puestos de responsabilidad. S¨®lo as¨ª ir¨¢ desapareciendo la idea de la mujer como un ser subsidiario del hombre, el estereotipo que explica en buena medida nuestros altos ¨ªndices de violencia conyugal. De lo que se trata, no s¨¦ si se acuerdan, es de cambiar el mundo en la medida de nuestras posibilidades. As¨ª que yo voy a aplaudir la pol¨ªtica de paridad sexual de este nuevo PSOE, no tanto porque crea que los puestos de responsabilidad deben estar repartidos equitativamente entre los sexos (de hecho no creo que deba ser as¨ª), sino porque la considero una herramienta efectiva para combatir nuestros prejuicios m¨¢s perniciosos.
El nombramiento de Mar Moreno como presidenta del Parlamento andaluz se inscribe, supongo, dentro de esta pol¨ªtica. Y es bueno que haya sido elegida por unanimidad. He le¨ªdo las cr¨®nicas y los res¨²menes de su discurso de investidura, y estoy de acuerdo con mucho de lo que dijo. Lo que m¨¢s me gust¨® fue su apolog¨ªa de la bondad. Un hombre jam¨¢s se hubiera atrevido a defender en un discurso semejante esta virtud tan injustamente menospreciada. En nuestro mundo, tan masculino, lo prestigioso es la maldad. La bondad se considera el signo de los d¨¦biles. Pero no es as¨ª; las personas buenas saben que para serlo es necesario ser muy fuerte. Ser bueno pero no tonto, decimos. Como si la bondad estuviera aparejada a la tonter¨ªa y no fuera una desinhibida manifestaci¨®n de la inteligencia.
Y ya que he hablado de sexos: me dio dentera que Moreno usara la palabra 'g¨¦nero' para referirse a su sexo, como si ella en vez de ser una persona fuera un adjetivo calificativo. No es pedanter¨ªa; es que me da rabia que triunfe el anglicismo solo por los melindres de no pronunciar la palabra espa?ola. Sexo. Venga, que junto a bondad resuene esa equis entre las paredes del Parlamento.
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