El Oporto lo aprovecha todo

El Oporto, en un electrizante primer tiempo, resisti¨® los latigazos rivales y con dos contraataques, el segundo nada m¨¢s comenzar la segunda parte, volvi¨® a sus primeras semifinales de la Liga de Campeones desde 1994. Pero el Ly¨®n mereci¨® m¨¢s y fue perjudicado al serle anulado un gol legal, que pudo ser clave, apenas iniciado el partido.

El 2-0 de la ida obligaba al equipo franc¨¦s a atacar en busca de un dif¨ªcil 3-0, aun con el peligro siempre de un contraataque portugu¨¦s. Pero antes de sufrirlo le ocurri¨® lo peor, porque Luyindula, cuando le dieron el pase para marcar a los 3 minutos, no estaba en fuera de juego, sino en l¨ªnea con el defensor portugu¨¦s. Mientras el f¨²tbol siga empe?ado en no recurrir a la televisi¨®n en jugadas decisivas y dif¨ªciles de apreciar por el ojo humano, como sucede en otros deportes, seguir¨¢n produci¨¦ndose los l¨®gicos errores de los jueces de l¨ªnea o de los ¨¢rbitros. Y el cuarto ayudante de la banda continuar¨¢ dedic¨¢ndose s¨®lo a la trascendental tarea de se?alar el tiempo a?adido y los cambios. Se mantendr¨¢ as¨ª el absurdo de que todos, menos los protagonistas, sabr¨¢n la verdad.

Los jugadores son muchas veces bastante mejores que los directivos responsables de los reglamentos y Luyindula s¨®lo se ech¨® las manos a la cabeza -m¨¢s se lamentar¨ªa cuando viese las im¨¢genes- y no s¨®lo oblig¨® inmediatamente a Vitor Bahia a una gran parada, sino que apenas diez minutos despu¨¦s lo bati¨®. El problema es que entre una jugada y otra el partido ya era muy distinto. El Ly¨®n s¨®lo empataba el encuentro, no la eliminatoria, porque poco despu¨¦s del desaguisado hab¨ªa marcado el Oporto un gol fundamental en su primer contragolpe. Maniche se aprovech¨® entonces de que Maluda, clave en las subidas, como la del gol, no baj¨® esa vez a marcarle.

El Ly¨®n pagaba as¨ª el riesgo de un planteamiento muy ofensivo y, aunque despu¨¦s sigui¨® bombardeando a Vitor Bahia desde todos lados, el ex portero azulgrana estuvo magn¨ªfico y le hizo gastar todos los cartuchos. Incluso el Oporto se aprovech¨® poco despu¨¦s del descanso de otro contragolpe casi id¨¦ntico, con Deco, espl¨¦ndido director con el bal¨®n, y Maniche, ejecutor. Y ah¨ª se cerr¨® todo, porque la segunda parte sobr¨®. El gol del desaparecido Elber fue una an¨¦cdota. El Oporto jug¨® su l¨®gica y mejor arma anoche, el contraataque, tras beneficiarse de la arbitral.