M¨¢s ruido que nueces
Como era de esperar, Condoleezza Rice ha defendido a ultranza la pol¨ªtica antiterrorista del presidente Bush, antes y despu¨¦s del 11-S, en su larga comparecencia ante la comisi¨®n que investiga los antecedentes de aquel d¨ªa aciago. El testimonio de la poderosa consejera de Seguridad Nacional, que puede marcar su carrera pol¨ªtica, ha estado presidido por un encuadre hist¨®rico seg¨²n el cual la falta de atenci¨®n suficiente a las amenazas terroristas ha sido una constante de los Gobiernos estadounidenses durante los ¨²ltimos 20 a?os.
Pero nada relevante que no se conociera antes ha emergido tras un largo interrogatorio que hab¨ªa suscitado formidable expectaci¨®n.
Rice ha puesto en perspectiva los fallos de informaci¨®n encadenados durante los primeros ocho meses de 2001, con explicaciones como la inveterada falta de colaboraci¨®n de los m¨²ltiples organismos de seguridad estadounidenses -no cooperan, se comunican- o el desentendimiento cr¨®nico entre la CIA y el FBI. Pero fue tajante al responder que en los informes que Bush recib¨ªa regularmente desde que lleg¨® a la presidencia nunca se plante¨® la posibilidad de que islamistas suicidas pudieran utilizar aviones secuestrados como proyectiles. Su argumento global es que, pese a todo lo sucedido antes del 11-S y a la presencia constante del terrorismo en los an¨¢lisis pol¨ªticos, EE UU simplemente no estaba en pie de guerra. Nadie calibr¨® a tiempo el alcance dom¨¦stico de las amenazas de Bin Laden y Al Qaeda.
Rice, b¨¢sicamente ajena al fen¨®meno terrorista antes del 11-S, ha colisionado con los miembros dem¨®cratas de la comisi¨®n bipartidista. Pero la esgrima ha sido m¨¢s testimonial y de afiliaci¨®n que de sustancia. Mientras los dem¨®cratas pretend¨ªan sacar punta con diferente suerte a algunas de sus afirmaciones, los republicanos aceptaban de buen grado sus respuestas. Est¨¢ por ver si esta comparecencia estelar ante las c¨¢maras de televisi¨®n, despu¨¦s de negarse reiteradamente a testificar bajo juramento, sirve para engrasar el pesado carro electoral de su atribulado jefe. Una parte del da?o pol¨ªtico ya ha sido hecho por ese empecinamiento previo a comparecer, alegando torpemente el privilegio ejecutivo -su cargo es de la confianza personal del presidente, no sujeto a confirmaci¨®n por el Congreso- e hipot¨¦ticos da?os a la seguridad nacional.
El testimonio de Rice se ha producido en un momento especialmente dram¨¢tico, cuando en Irak el caos y la violencia se disparan exponencialmente y se hacen buenas por momentos las cr¨ªticas contra Bush en el sentido de que la aventura iraqu¨ª ha contribuido no a encapsular el terrorismo islamista, sino a diseminarlo y multiplicar su virulencia. De creerla, el presidente estadounidense nunca ha intentado despu¨¦s del 11-S conducir hacia Irak las pistas de aquella tragedia.
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