2004, A?o Internacional de la Familia
El autor asegura que ha llegado el momento de estructurar en Espa?a una estrategia integral de apoyo al "elemento fundamental" de la sociedad.
Con el alborear de 2004, se inici¨® el A?o Internacional de la Familia. Parece un momento oportuno para llamar la atenci¨®n de la sociedad sobre la trascendencia de la instituci¨®n familiar, y la necesidad y conveniencia de resaltar lo que significa la familia.
Hace 10 a?os que se celebr¨® el anterior a?o internacional y hay que reconocer que se ha avanzado en el apoyo p¨²blico a la instituci¨®n familiar. El primer avance ha sido en lo relativo al reconocimiento de la instituci¨®n. Ninguna fuerza pol¨ªtica o social deja hoy de considerar correcto el referirse a la familia como la c¨¦lula b¨¢sica de la vida social y de manifestar la conveniencia de apoyarla. En Espa?a numerosas comunidades aut¨®nomas y ayuntamientos tienen ya organizaciones dedicadas a estudiar la situaci¨®n y las medidas de apoyo a la familia.
Durante este periodo ha existido una tendencia general a concretar medidas t¨ªpicas del Estado de bienestar considerando como tal el apoyo, defensa y desarrollo de un conjunto de derechos sociales de tipo individual -pensiones, sanidad, incapacidades, mujeres maltratadas, inmigrantes, etc¨¦tera-. Creemos, sin embargo, que es el momento de atender a los derechos colectivos o globales, entre los que destacan por su importancia los relativos a la familia como instituci¨®n.
Conviene recordar que la Declaraci¨®n de Derechos Humanos de 1948 dice: "La familia es el elemento natural y fundamental de la sociedad y tiene derecho a la protecci¨®n de la sociedad y del Estado". Texto que, con m¨¢s o menos variantes, se ha venido repitiendo en todos los pactos y convenios internacionales relativos a derechos humanos, derechos civiles, etc¨¦tera. Tiene especial inter¨¦s el matiz contenido en el Pacto Internacional sobre Derechos Econ¨®micos, Sociales y Culturales de 1966, donde se dice: "Se debe conceder a la familia la m¨¢s amplia protecci¨®n y asistencia posibles, especialmente para su constituci¨®n y mientras sea responsable del cuidado y la educaci¨®n de los hijos a su cargo".
Conviene recordar tres facetas que caracterizan a la familia y la vida familiar. En primer lugar, como unidad indispensable para la articulaci¨®n social. En ese plano es un referente imprescindible para la educaci¨®n y para la transmisi¨®n del patrimonio cultural, configur¨¢ndose as¨ª como una clara escuela de valores. Y es un lugar privilegiado para la atenci¨®n y cuidado de las personas que la forman. Aparece, pues, como un factor clave de solidaridad intergeneracional e interpersonal, valores muy presentes en los discursos de nuestra sociedad. En segundo lugar, la familia es tambi¨¦n un espacio vital de influencia en el desarrollo y bienestar de sus miembros, a los que proporciona servicios que los poderes p¨²blicos no podr¨ªan prestar y a la que dichos poderes p¨²blicos deben, por ello, proteger y ayudar para que pueda asumir su responsabilidad. Finalmente, pero no menos importante, la familia es el ¨¢mbito en el que tiene su m¨¢xima expresi¨®n la relaci¨®n personal. La familia es la expresi¨®n m¨¢xima del resultado del amor humano, y subrayo esto ¨²ltimo porque ese amor humano debe ser entendido con sus propias limitaciones.
Hoy la mejor "pol¨ªtica de familia es crear una verdadera cultura de la familia". Es apoyar a las familias numerosas y no dotar meras prestaciones directas por hijo a cargo. Es atender a las familias con personas dependientes que se encuentran con problemas que les desbordan y que ellos solos no pueden resolver, y que deben arbitrarse como pol¨ªticas dirigidas no s¨®lo a esas personas dependientes sino a sus familias, con resultados econ¨®micos y humanos infinitamente superiores. Es prestar la debida atenci¨®n a las familias de inmigrantes para facilitar su incorporaci¨®n e integraci¨®n en nuestra sociedad. Es establecer horarios de trabajo que sean compatibles con la vida familiar; es, en definitiva, afirmar que la necesidad de arbitrar pol¨ªticas p¨²blicas de familia no debe basarse en circunstancias coyunturales, o en cambios puntuales, como por ejemplo la ca¨ªda de la tasa de natalidad, sino en argumentos mucho m¨¢s s¨®lidos de car¨¢cter econ¨®mico y social sobre el papel de la familia que son evidentes:
- La cohesi¨®n social.
- El primer lugar de socializaci¨®n de los individuos.
- El principal inversor en capital humano.
- En fin, la instituci¨®n en la que se aprenden los principales valores de una sociedad.
Dec¨ªamos antes que es necesario, tambi¨¦n, llamar la atenci¨®n de nuestros futuros gobernantes sobre el tema. Tenemos una conciencia clara de que la familia no es patrimonio de ninguna ideolog¨ªa pol¨ªtica. Hay divergencias en el tratamiento de temas concretos y planteamientos que pueden parecer m¨¢s correctos que otros, pero ning¨²n partido pol¨ªtico va a incumplir el mandato constitucional: "Los poderes p¨²blicos aseguran la protecci¨®n social, jur¨ªdica y econ¨®mica de la familia".
Este principio constitucional responde al hecho comprobado de que los principios de solidaridad y de convivencia, la tolerancia, la defensa del hombre, el trabajo en equipo; en definitiva, todos los valores que humanizan al hombre y a la sociedad, se viven y se aprenden fundamentalmente en el seno de las familias. Numerosos estudios demuestran que las sociedades m¨¢s violentas son casi siempre aquellas que poseen familias desestructuradas.
Por ello, una econom¨ªa y una sociedad que quiere crecer con estabilidad y con equilibrio no puede olvidar que, junto al desarrollo de los instrumentos educativos, asistenciales y de orden, debe, tambi¨¦n, apoyar la potenciaci¨®n del ambiente de base sobre el que se cimenta la estabilidad de la convivencia. El factor "inversi¨®n en capital humano" tiene una gran trascendencia. Es una afirmaci¨®n pac¨ªfica aceptada por tirios y troyanos que la formaci¨®n de base de los seres humanos arranca en la familia y en ella experimenta un fuerte desarrollo, y que ello produce una importante reducci¨®n de costes, o lo que es igual, un efecto multiplicador de las actividades de formaci¨®n que se desarrollan en las escuelas, universidades y centros especializados. La existencia de estas interrelaciones entre el sector p¨²blico y la familia nos muestra que el Estado no debe ser indiferente a las decisiones que toman las familias ni a las nuevas necesidades a las que ¨¦stas se enfrentan. Es el momento de estructurar una estrategia global e integral de apoyo a la familia, en la seguridad de que ello tendr¨¢ un peso muy significativo en la vida de los espa?oles.
Enrique de Aldama y Mi?¨®n es presidente de la Fundaci¨®n Acci¨®n Familiar.
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