El aventurero cuerdo
Est¨¢bamos debatiendo los distintos proyectos de Estatuto de Autonom¨ªa presentados por los diferentes partidos vascos, los mapas donde deber¨ªamos dise?ar nuestro futuro, cuando entr¨® en la amplia sala Xabier Arzalluz rodeado de sus incondicionales (Anasagasti, no; miembros de la Ponencia), con su amplio abrigo azul marino sobre los hombros a modo de capa de jesuita, cuando, dirigi¨¦ndose a m¨ª de una forma individual y personalizada (esa fue la impresi¨®n que me dio al menos), dijo en voz alta como para que pudiera enterarse toda la concurrencia: "Argala ha desaparecido". Tengo la sensaci¨®n de que utiliz¨® este verbo y no lo han matado, o el m¨¢s concreto y expl¨ªcito de "asesinado". Un verbo que evoc¨® en mi cerebro la imagen de Pertur, el "desaparecido" por excelencia. Y me dio la sensaci¨®n de que no s¨®lo desaparecer¨ªa una persona, sino el ¨²nico que quiz¨¢ pudiera saber o al menos intuir cu¨¢l pod¨ªa ser el final o el siguiente acto de la estrategia de ETA Militar. Es como si hubieran roto un gui¨®n, quemado el acta de navegaci¨®n de un barco o arrojado al mar una llave que conten¨ªa el plano del tesoro mejor guardado. Y nos adentr¨¢bamos en un mundo sin l¨®gica, el caos, sin otro m¨®vil que el odio. Imagin¨¦ que los militantes de ETA Militar estar¨ªan tan desconcertados como nosotros en los a?os sesenta cuando nos enteramos de la muerte de Txabi Etxebarrieta, otro guionista y capit¨¢n de barco, o incluso los amigos de Pertur, el segundo guionista de ETA, desaparecido tras haber escrito el escueto gui¨®n de Otxagab¨ªa aplicando el pensamiento de Gramsci al pr¨®ximo futuro que se avecinaba en Euskadi, pero sin tiempo para dibujar las costas o al menos los cabos que pod¨ªa divisar desde las playas de Euskadi Norte. Pero, a diferencia de los otros, no era al comienzo de la traves¨ªa cuando se produc¨ªa su desaparici¨®n, sino en medio de la pel¨ªcula o del recorrido, cuando no era tan f¨¢cil volver al comienzo de la historia para retomar el relato o la l¨®gica de los acontecimientos, porque ahora se hab¨ªan abierto todos los frentes de lucha, tal como gustaban describir la acci¨®n por la acci¨®n que se hab¨ªa desencadenado, sembrando la muerte, el odio, y destrozando en mil pedazos el espejo donde intent¨¢bamos mirarnos anteriormente los militantes etarras para tranquilizar nuestras conciencias educadas en el m¨¢s estricto catolicismo: los justos.
Imagin¨¦ que los militantes de ETA Militar estar¨ªan tan desconcertados como nosotros en los a?os sesenta, cuando nos enteramos de la muerte de Txabi Etxebarrieta
En EE, al menos yo, me encontraba por fin con un papel que ense?ar al pueblo, despu¨¦s de la lucha por la amnist¨ªa y por la Constituci¨®n, que no hab¨ªan sido tan brillantes
Los justos
De una manera muy dif¨ªcil de precisar, sin duda, por una curiosa ¨®smosis cultural, se extendi¨® en los a?os sesenta en los medios abertzales alejados del PNV la influencia de Los justos, de Albert Camus. Es cierto que un grupo dirigido por I?aki Beobide, antiguo prisionero de ETA, y con Ram¨®n Saizarbitoria en el papel protagonista, se hab¨ªa representado en algunas localidades de Euskadi, no sin problemas con la autoridad competente, el meollo de la obra existencialista: que uno s¨®lo tiene derecho al tiranicidio si al mismo tiempo pone en riesgo su propia vida. Era la gran diferencia entre el guerrillero y el g¨¢nster. O, en el cine, entre el vaquero que acepta el duelo en la calle mayor, dando las mismas oportunidades a su adversario, mir¨¢ndose a los ojos, en el que s¨®lo vale la rapidez sacando la pistola, o la del g¨¢nster que evita por todos los medios el riesgo y asesina enviando una tarta llena de explosivos a una boda. Quedaban pocos justos en Euskadi, y desde luego los pocos que hab¨ªa no militaban en organizaciones terroristas.
Aquella bomba hab¨ªa convertido a Argala en un "justo" m¨¢s, al igual que Etxebarrieta. No era, como parec¨ªa, alguien que mandaba a la muerte, ajena las m¨¢s de las veces, a la propia alguna que otra vez, a militantes m¨¢s o menos inexpertos al otro lado de la muga, qued¨¢ndose ¨¦l en un caser¨ªo seguro o paseando por Biarritz como un turista perpetuo m¨¢s. No; tambi¨¦n ¨¦l se arriesgaba, la condici¨®n, seg¨²n Albert Camus, para que la lucha contra el tirano e incluso el tiranicidio puedan ser justos.
El d¨ªa que los huesos de Argala saltaron por los aires, la ma?ana del 21 de diciembre de 1978, el aniversario de Carrero Blanco, al estallar la bomba lapa que le hab¨ªan colocado bajo su coche, todos los vascos perdimos el gui¨®n no escrito que deb¨ªa estar en su cabeza, para saber qu¨¦ iba a poner en marcha cuando consiguieran acorralar al Gobierno y el Ej¨¦rcito le obligara a negociar, o sea, a aceptar las condiciones puestas por ETA Militar. Pero yo perd¨ª tambi¨¦n algo m¨¢s importante que un l¨ªder, un adversario, un oponente, un referente, porque ten¨ªa la sospecha de que en alg¨²n punto de la estrategia de EE y de ETA Militar nos volver¨ªamos a juntar y reconocer¨ªamos caballerosa y deportivamente que el otro ten¨ªa raz¨®n, si as¨ª lo demostraba la historia. Quiz¨¢ lo m¨¢s grande de lo emprendido por uno y por otro era que hab¨ªamos renunciado a un mapa que serv¨ªa para todas las situaciones, el dogma del marxismo leninismo, y que nuestras ideas e intuiciones val¨ªan solamente por ellas mismas, ¨²nicamente en la medida en que fueran a dar cuenta de la realidad y ayudaran a su transformaci¨®n en un sentido m¨¢s democr¨¢tico y liberalizador. Pero no descartaba la comprensi¨®n de lo que pasaba por la cabeza de alguien que hubiera comenzado a militar en ETA en los a?os sesenta, hubiera participado activamente en el atentado contra Carrero, no se hubiera atrevido a licenciar a todos aquellos j¨®venes que acud¨ªan a ingresar en la organizaci¨®n en manadas tras la Marcha por la Libertad, y hab¨ªa tenido que escribir un Zutik como el n¨²mero 69, poniendo cabeza abajo lo que hab¨ªa venido defendiendo toda su vida; al fin y al cabo, tambi¨¦n Lenin hizo lo propio cuando lleg¨® a la estaci¨®n de Finlandia en San Petersburgo y se dio cuenta de que los s¨®viets pod¨ªan derrocar el Gobierno provisional de Kerenski, y, por lo tanto, ofrecerle una oportunidad de apoderarse del poder. Compartir una experiencia m¨¢s o menos com¨²n o al menos con la que est¨¢bamos familiarizados y tener unos referentes hist¨®ricos compartidos, aun en el caso de que no les d¨¢bamos el mismo tratamiento, hac¨ªa que tuviera sentido jugar al ajedrez con ¨¦l moviendo piezas para darnos sucesivos jaques, porque sab¨ªamos que en el fondo exist¨ªan vasos comunicantes entre EE y ETA Militar que sumaban cero: lo que ganaba uno lo perd¨ªa el otro.
Al saltar por los aires por la acci¨®n de una mano vengativa que de ese modo no quer¨ªa que quedara impune el atentado contra Carrero, en el que hab¨ªa tenido un papel tan destacado, no ten¨ªa con quien jugar al ajedrez de la pol¨ªtica vasca. Al menos, por ahora.
H¨²erfano de adversario
De esa manera me quedaba hu¨¦rfano de adversario. No ten¨ªa con qui¨¦n discutir, aunque fuera de comunicado a comunicado. Y lo que constitu¨ªa lo peor de todo: desaparec¨ªa la posibilidad de la reconciliaci¨®n. No habr¨ªa a qui¨¦n acudir el d¨ªa de ma?ana, cuando una de las estrategias por construir una naci¨®n en Euskadi hubiera fracasado, y poder acudir al otro a pedir perd¨®n: lo siento, me equivoqu¨¦, puedes hacer conmigo lo que quieras, estoy dispuesto a pagar el precio de mis errores; s¨¦ que me corresponde el pelot¨®n de ejecuci¨®n por haber sido un "colaboracionista" como P¨¦tain; que utilizaron el prestigio que pod¨ªa haber tenido por mi lucha contra el franquismo para legitimar una situaci¨®n de ausencia de libertad nacional, y a pesar del ejemplo heroico de tantos compa?eros que entregaron su juventud para inmolarse en las prisiones seudodemocr¨¢ticas (una c¨¢rcel por definici¨®n nunca es democr¨¢tica) no me di cuenta. O, por el contrario, que reconociera que lo que parec¨ªa conciencia o instinto revolucionario por su radical oposici¨®n al franquismo no era un exceso de experiencia democr¨¢tica formal, sino simplemente que el nacionalismo era un sentimiento premoderno o contrario a la modernidad y, por lo tanto, a la democracia, la ¨²nica que hay, la liberal, y que no se puede saltar del carlismo al marxismo y al socialismo si no es para construir un totalitarismo m¨¢s o menos agrario, al menos en su imaginario, y que estaba dispuesto a pagar sus culpas por los asesinatos cometidos, que ahora se ve¨ªan como tales.
Pero que ambos sab¨ªamos que la historia no estaba escrita. La tuvimos que ir inventando paso a paso, golpe a golpe, en medio de enormes dudas y pasos adelante y atr¨¢s. Al fin y al cabo, nuestra vida, o al menos nuestra juventud, hab¨ªa sido la historia de unas dudas met¨®dicas, que no pocas veces se hab¨ªan resuelto no por una reflexi¨®n racional y racionada, sino simplemente porque uno de nosotros hab¨ªa saltado a la piscina sin comprobar si hab¨ªa o no agua. Y hab¨ªamos tenido que seguirle el juego porque no hab¨ªa servido para desenmascarar a quienes llevaban d¨¦cadas discutiendo si hab¨ªa agua o no, sino precisamente a nosotros. En contra de lo que cre¨ªa Engels, la ruptura del pudin no hab¨ªa demostrado su existencia.
P¨¦rdida del camino
Quienes hab¨ªamos seguido a Txab¨ª Etxebarrieta, m¨¢s con el coraz¨®n que con la cabeza, m¨¢s para que no quedara como un quijote alucinado sino como un gudari que serv¨ªa de puente entre dos generaciones, ya una vez, y hab¨ªamos conocido lo que representaba eso, de p¨¦rdida de gui¨®n y de camino, de bit¨¢cora, de orfandad, de horror en el fondo, no est¨¢bamos dispuestos a repetir la operaci¨®n. No est¨¢bamos dispuestos a dejarnos chantajear, ni siquiera por un Argala convertido en "justo" o en "m¨¢rtir" por mor de unos mercenarios pagados por alguien que quiz¨¢ prefer¨ªa a una izquierda abertzale descabezada y denostada sumida en el odio y en el carrusel ruso de la acci¨®n represi¨®n acci¨®n, que convertida en un partido m¨¢s o menos convencional que fuera a plantear de una manera democr¨¢tica las reivindicaciones asumidas por todo un pueblo movilizado.
Pero la gente de la izquierda abertzale que carec¨ªa de la experiencia de los que hab¨ªamos combatido codo con codo con Txabi Etxebarrieta no reaccion¨® de la misma manera, sino como nosotros en los a?os sesenta. Yo dir¨ªa que con menos freno y bridas, porque al desaparecer Argala lo hac¨ªa con ¨¦l el proyecto de que a largo plazo, tras la necesaria negociaci¨®n que acababa de teorizar, ser¨ªa preciso un partido. Ahora, como en mayo del 68, para estos luchadores estaba claro que un partido ser¨ªa siempre un freno porque planteaba las cosas en el terreno de la pol¨ªtica, y la pol¨ªtica es el ajedrez, es dar fichas y recibirlas, respetar unas reglas; el terreno del reformismo, vaya. Mientras que lo que sab¨ªan hacer era precisamente todo lo contrario, obligar a que el enemigo jugara en un tablero pero ellos mover no las fichas sino las bases propias del tablero, golpeando al Ej¨¦rcito, a la Polic¨ªa, a los llamados "poderes f¨¢cticos", para poner de rodillas al jugador, esto es, al Gobierno, para que aceptara las condiciones b¨¢sicas para la democracia establecidas no por los representantes del pueblo, sino por la propia organizaci¨®n militar, que en el momento en que Madrid lo aceptara se convertir¨ªa en el aut¨¦ntico representante del pueblo.
El 23 de diciembre se celebr¨® la sesi¨®n de la Asamblea de Parlamentarios en la Diputaci¨®n de Guip¨²zcoa, desde las once de la ma?ana hasta las cuatro de la madrugada, a la que asist¨ªa Juan Mar¨ªa Bandr¨¦s en representaci¨®n de Euskadiko Ezkerra. Pero como era la Asamblea de Parlamentarios, estuvo Patxi Iturrioz, que se neg¨® a intervenir. La sesi¨®n result¨® tan larga porque en esta sesi¨®n fue cuando se negociaron las enmiendas socialistas. Se incorporaron los derechos de los trabajadores defendidos por los socialistas y se negoci¨® la Disposici¨®n adicional de una manera mucho m¨¢s ambigua que la redactada por el PNV, que es la que figura en el Estatuto de Gernika: "La aceptaci¨®n del presente Estatuto no representa renuncia a los derechos del pueblo vasco en virtud de tal o de su historia". Por parte de EE estuvo Erreka negociando las ¨²ltimas enmiendas, junto con Juan Mar¨ªa Bandr¨¦s.
El d¨ªa 29 de diciembre se celebr¨® una nueva sesi¨®n de la Asamblea de Parlamentarios en la Casa de Juntas de Gernika, donde se aprob¨® definitivamente el texto con veinticuatro votos a favor, una abstenci¨®n (perteneciente a un ex diputado de UCD alav¨¦s) y el voto en contra de Patxi Iturrioz. Representantes de los partidos firmaron el texto. EE estuvo representada por Javier Markiegi.
Como una Disposici¨®n transitoria de la Constituci¨®n se?ala que el tr¨¢mite de los Estatutos se har¨¢ seg¨²n el orden en que se entreguen en el Congreso (Disposici¨®n transitoria sexta: "Los proyectos de Estatuto se dictaminar¨¢n en la Comisi¨®n constitucional por el orden de entrada en aqu¨¦lla"), y los catalanes acababan de aprobar su Estatuto en el mismo d¨ªa, Echevarr¨ªa Gangoiti, ni corto ni perezoso, alquil¨® una avioneta y se person¨® en el Congreso con el Anteproyecto de Estatuto vasco a fin de que se tramitase antes que el catal¨¢n, que ser¨ªa depositado el mismo d¨ªa pero una hora y cuarto despu¨¦s. La presteza con la que acudi¨® a entregar en la Secretar¨ªa de las Cortes el Anteproyecto de Estatuto de Autonom¨ªa de Euskadi sirvi¨® para que el Estatuto vasco se debatiera antes que el catal¨¢n, pero para poco m¨¢s, pues UCD decidi¨® convocar elecciones generales para el 1 de marzo, desechando la posibilidad de presentar una moci¨®n de investidura para que Adolfo Su¨¢rez pudiera seguir siendo presidente del Gobierno. Ten¨ªa mucha l¨®gica que se disolvieran las C¨¢maras, pues finalmente las elecciones del 15 de junio se hab¨ªan convertido en Constituyentes, y al aprobarse la Constituc¨ª¨®n lo l¨®gico era que se convocaran elecciones; pero a los vascos que est¨¢bamos absortos en nuestro proceso auton¨®mico nos pareci¨® un traspi¨¦ por lo que ten¨ªa de nueva dilaci¨®n de la resoluci¨®n del conflicto.
Lo que ocurrir¨ªa con la autonom¨ªa vasca, como hab¨ªa dicho Chus Viana con cierto tono conminatorio, aunque menos amenazador de lo que se dijo, depender¨ªa de su paso por la Carrera de San Jer¨®nimo. Y ¨¦ste, del resultado de las elecciones. El comportamiento de UCD y del PSOE no hab¨ªa sido muy distinto, porque mientras uno desautorizaba de hecho la firma de su militante m¨¢s brillante y decidido, el otro hab¨ªa abandonado la Ponencia, aunque la ¨²ltima noche hab¨ªa llegado a pactar con el PNV.
Elecciones grises
Fuera de Euskadi las elecciones fueron un tanto grises, porque hab¨ªa empezado a desarrollarse la idea del pasotismo y la desafecci¨®n a la pol¨ªtica, que se achacaba al consenso, tanto social por medio de los Pactos de la Moncloa, como pol¨ªtico por la Constituci¨®n. El PSOE confiaba en ganar las elecciones por haber logrado incorporar a sus filas al PSP de Tierno Galv¨¢n. Y UCD esperaba ganarlas por el fracaso del CD de Fraga, que perdi¨® varios diputados a favor de la propia UCD y del Bloque Nacional de Blas Pi?ar, la ultraderecha.
En EE, al menos yo, me encontraba por fin con un papel que ense?ar al pueblo, despu¨¦s de la lucha por la amnist¨ªa y por la Constituci¨®n, que no hab¨ªan sido tan brillantes. Pero nuevos nubarrones se cern¨ªan en el horizonte. Hab¨ªan estallado los problemas en Egin.
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