Ordenadores para ponerse al d¨ªa
Un programa facilita a trav¨¦s de 32 centros sociales el acceso a las nuevas tecnolog¨ªas a las personas con menos recursos
Puede que un joven que trabaja en un almac¨¦n moviendo cajas de un lado a otro de la nave con una carretilla el¨¦ctrica nunca se haya planteado para qu¨¦ quiere saber ¨¦l de ordenadores. Puede ocurrir tambi¨¦n que a un inmigrante colombiano no se le haya ocurrido nunca aprender a utilizar Internet. Y puede que un ama de casa, al ver los cables de la computadora donde trastea cada tarde su hijo, ni se le pase por la cabeza que ella puede llegar tambi¨¦n a dominarla.
Pero puede que s¨ª. Puede que todas estas personas quieran aprender nuevas tecnolog¨ªas. El joven del almac¨¦n, para saber hacer una hoja de c¨¢lculo y llevar las cuentas de las cajas que transporta. El inmigrante, para lograr comunicarse con su familia en Am¨¦rica a trav¨¦s del correo electr¨®nico. Y el ama de casa, para buscar informaci¨®n que le interese en la Red.
La formaci¨®n se adapta al entorno social y al conocimiento de los alumnos
Muchas veces, sin embargo, las posibilidades de acceso a las nuevas tecnolog¨ªas de estas personas son muy limitadas. Nadie les ense?a y no cuentan con infraestructura para hacerlo.
Para todos ellos, la Fundaci¨®n Esplai tiene puesto en marcha desde el a?o 2000 el programa Red Conecta, basado en facilitar herramientas de nuevas tecnolog¨ªas a las personas que menos conocimiento y menos posibilidades de acceso tienen. Lo hace por tres motivos: para superar la brecha digital, para incrementar las oportunidades laborales y para facilitar la inclusi¨®n social de estas personas.
Esta iniciativa -en la que tambi¨¦n participan distintas ONG, instituciones, empresas y administraciones locales- trabaja a trav¨¦s de asociaciones de vecinos, culturales, de mujeres, de discapacitados. De esta manera, la Fundaci¨®n Esplai ha conseguido tener una red de centros de acceso y formaci¨®n en las nuevas tecnolog¨ªas a trav¨¦s de estas asociaciones y fundaciones. En total, ya hay 32 centros repartidos por toda Espa?a que cuentan con Red Conecta. El programa ha formado a 11.240 personas y otras 7.854 han usado los centros en acceso libre.
Un profesional, al que le llaman dinamizador, se encarga del aula inform¨¢tica de estos centros. Su funci¨®n es estimular la participaci¨®n y formar a aquellos que deseen instruirse. No trabajan como lo har¨ªa un profesor en una clase de inform¨¢tica, pues la atenci¨®n que dispensan se adapta a cada persona. No s¨®lo en cuanto a los conocimientos que tiene el que aprende, sino seg¨²n el entorno de donde procede y las necesidades que presente.
Los contenidos que se imparten tienen una utilidad pr¨¢ctica. Son programas de iniciaci¨®n al uso de ordenador, edici¨®n de textos, hoja de c¨¢lculo, Internet, correo electr¨®nico.
"Lo que pretendemos es dar una alternativa a la brecha digital, que supone un claro factor de exclusi¨®n social", se?ala Juan S¨¢nchez, miembro del equipo de coordinaci¨®n de la Red Conecta de Madrid. Tanto es as¨ª, que el programa se dirige especialmente a j¨®venes entre 13 y 30 a?os, mujeres con dificultades de acceso al mundo laboral, parados de larga duraci¨®n y personas con dificultades de inserci¨®n social. Porque estas aulas no funcionan como un cibercaf¨¦. "Aqu¨ª tratamos de reconducir a los j¨®venes con fines educativos. Si vemos que est¨¢n mirando una p¨¢gina web que no es muy conveniente les animamos a que busquen otro tipo de informaci¨®n", se?ala el coordinador de la Red. Conecta cuenta con nueve ordenadores, un esc¨¢ner, dos impresoras y una webcam.
En el centro sociocultural Mariano Mu?oz, ubicado en el barrio de la Cornisa, en el distrito madrile?o de Usera, est¨¢n sentados frente al ordenador unos cuantos alumnos adultos: Sonsoles, Paquita, Elena, Inma y Javier. Todos est¨¢n ah¨ª por alg¨²n motivo en particular.
Sonsoles reconoce que en su casa hay un ordenador que utilizan sus hijos, pero que ella nunca lo hab¨ªa utilizado por miedo. "Y yo lo ve¨ªa cada d¨ªa y me dec¨ªa: 'Ay qu¨¦ ver, yo creo que a m¨ª esto me podr¨ªa gustar". Por eso se anim¨® a asistir al centro sociocultural de su barrio hace dos a?os. A d¨ªa de hoy, no s¨®lo domina el procesador de textos, sino que tambi¨¦n hace sus pinitos con hojas de c¨¢lculo y bases de datos.
Otro caso distinto es el de su compa?era Elena. Tiene un peque?o negocio familiar, un taller de aluminio en el que trabajan su marido y su hijo. "El ordenador lo ten¨ªamos ah¨ª, pero estaba muerto. Nadie lo utilizaba", cuenta. "Yo no sab¨ªa ni escribir a m¨¢quina, pero recib¨ªa facturas hechas en ordenador y yo pensaba: '?Y no podremos hacer aqu¨ª nosotros lo mismo?". Despu¨¦s de dos a?os asistiendo a uno de estos cursos Elena controla a la perfecci¨®n el ordenador. Con ¨¦l hace las facturas y los presupuestos.
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