Francfort reconstruye el proceso en el que Alemania se encar¨® a Auschwitz
Una exposici¨®n recuerda el primer juicio contra los capataces del campo de exterminio
Entre diciembre de 1963 y agosto de 1965, un tribunal proces¨® en Francfort a una veintena de mandos del campo de exterminio de Auschwitz. El Instituto Fritz Bauer de esta ciudad recuerda ahora ese momento a trav¨¦s de una exposici¨®n, abierta hasta el 23 de mayo, en la que se re¨²nen grabaciones del juicio, documentos, fotograf¨ªas y 12 instalaciones de otros tantos artistas internacionales. Fue la primera vez en la que los alemanes se enfrentaban al horror del Holocausto, ya que en N¨²remberg hab¨ªan sido los aliados los que hab¨ªan sentado en el banquillo a los criminales nazis.
Fueron "canallas" los que se sentaron en el banquillo, observ¨® el escritor Jean Am¨¦ry
Inmediatamente despu¨¦s de la guerra, los aliados hab¨ªan llevado a juicio, en N¨²remberg, a los m¨¢s destacados l¨ªderes del nacionalsocialismo que pudieron apresar y hab¨ªan adelantado asimismo una amplia campa?a de desnazificaci¨®n que al menos en el Este del pa¨ªs -en la despu¨¦s llamada Rep¨²blica Democr¨¢tica Alemana (RDA)- fue rigurosa. No sucedi¨® lo mismo en el Oeste, donde las ¨¦lites vinculadas al nacionalsocialismo pronto volvieron a tomar posiciones en la justicia, en la Administraci¨®n p¨²blica, en la academia, en la econom¨ªa y en la pol¨ªtica. Evidentemente, no estaban interesadas en hurgar en el pasado. Como tampoco lo estaban la mayor¨ªa de los alemanes, deseosos, m¨¢s bien, de comenzar a disfrutar de los frutos del "milagro econ¨®mico".
En el juicio, abierto el 20 de diciembre de 1963 en Francfort, y que ahora recrea la exposici¨®n del Instituto Fritz Bauer, cristaliz¨® el esfuerzo de unos fiscales que no s¨®lo pretend¨ªan castigar a los responsables de la barbarie, sino tambi¨¦n impulsar desde la justicia la regeneraci¨®n moral de toda una sociedad. En contra de la casi cerrada oposici¨®n del estamento judicial y gracias tambi¨¦n a pesquisas de particulares, en 1958 estos juristas se hab¨ªan apuntado un primer ¨¦xito al llevar a juicio a oficiales de las SS involucrados en la campa?a de exterminio durante la ofensiva contra la Uni¨®n Sovi¨¦tica. Pero fue gracias al empe?o del fiscal general de Francfort, Fritz Bauer, una especie de Baltasar Garz¨®n de la ¨¦poca, que la RFA finalmente encar¨® Auschwitz.
Fueron verdaderos "canallas" los que se sentaron en el banquillo de los acusados, seg¨²n observ¨® el escritor Jean Am¨¦ry. El comandante del campo, Rudolf H?ss, ya hab¨ªa sido condenado a muerte y ahorcado en 1947 en Varsovia. Pero ah¨ª segu¨ªan bellacos como su ayudante Robert Mulka, encargado, entre otros asuntos, de asegurar el suministro del gas Zyklon B, o Victor Capesius, el farmac¨¦utico de Auschwitz que tras la guerra hab¨ªa vuelto a hacer fortuna en una ciudad de provincias, o Wilhelm Boger, comisario pol¨ªtico y torturador. Matarifes, capataces y bur¨®cratas que decid¨ªan sobre la vida y la muerte en la rampa de Birkenau, que estrellaban ni?os contra la pared, que dejaban caer las c¨¢psulas de gas en las c¨¢maras de exterminio, que inyectaban fenol en el coraz¨®n de los detenidos.
Un total de 211 supervivientes de Auschwitz acudieron al llamamiento de Fritz Bauer para dar fe de lo ocurrido. Hoy, en una sala multifuncional, vuelven a resonar las grabaciones del juicio. Son seis los compartimentos, dedicados a otros tantos acusados, en los que se pueden escuchar y leer las justificaciones, los testimonios, los interrogatorios y los veredictos. Y son 12 las instalaciones con las que j¨®venes artistas internacionales -la cubana Tania Bruguera y el italiano Loris Cecchini, entre ellos- aportan un segundo nivel de reflexi¨®n.
Pero lo que m¨¢s impacta son aquellas voces que vienen desde el abismo. "No sabr¨ªa decir si ¨¦ste fue un ser humano", dice el superviviente Friedrich Eder sobre Oswald Kaduk, uno de los m¨¢s monstruosos capataces de las SS. Pero Kaduk pretende que esto no va con ¨¦l: "Yo no fui responsable. S¨®lo fui un mandado. S¨®lo cumpl¨ªa las ¨®rdenes de mis superiores", dice. Entre quienes asistieron a algunas de las sesiones del juicio estuvo la fil¨®sofa Hannah Arendt, que tres a?os antes hab¨ªa seguido en Jerusal¨¦n el proceso contra Adolf Eichmann, aquel bur¨®crata que coordin¨® el traslado hacia las c¨¢maras de gas de millones de personas de toda Europa. En Francfort, Arendt se top¨® con algo distinto a la La banalidad del mal: "Esto poco tiene que ver con Eichmann y Jerusal¨¦n. Eichmann fue medianamente normal, pero Boger y Kaduk son s¨¢dicos, casos cl¨ªnicos", observ¨®.
En 183 d¨ªas de juicio y bajo la atenci¨®n de los medios de comunicaci¨®n, la reconstrucci¨®n criminal¨ªstica del Holocausto alcanz¨® una precisi¨®n in¨¦dita. Es esta concreci¨®n, alimentada de una infinidad de espeluznantes detalles, en la que radica uno de los grandes m¨¦ritos de un proceso que hizo irrefutable la verdad de Auschwitz. Pese a que la RFA en aquella ¨¦poca no manten¨ªa relaciones diplom¨¢ticas con Polonia, una comitiva del tribunal visit¨® el campo y all¨ª realiz¨® pesquisas "como si de un accidente de tr¨¢nsito se tratara", en palabras de Peter Weiss, uno de los muchos escritores que sigui¨® el juicio.
Fue a partir de estas observaciones que Weiss escribi¨® la pieza esc¨¦nica El sumario, estrenada simult¨¢neamente el 19 de octubre de 1965 en 13 teatros alemanes a ambos lados de la cortina de hierro. Un a?o despu¨¦s, en 1966, el fil¨®sofo Theodor W. Adorno public¨® La educaci¨®n despu¨¦s de Auschwitz, donde recetaba "educaci¨®n e ilustraci¨®n" para evitar que aparecieran nuevos Bogers o Kaduks. Su llamamiento a una formaci¨®n que enfatizara la "reflexi¨®n, la autodeterminaci¨®n y el no-dejarse-llevar-por-los-dem¨¢s" marc¨® como pocos otros la Alemania democr¨¢tica.
Las sentencias finalmente dictadas en el Proceso 4 Ks 2/63 contra Mulka y otros, por el contrario, resultaron decepcionantes. En un c¨®digo penal que databa del siglo XIX no estaban previstos cr¨ªmenes como los del Holocausto. Formulada por los mismos juristas que ya hab¨ªan sentado c¨¢tedra en el Tercer Reich, la doctrina jur¨ªdica tend¨ªa a exculpar a pr¨¢cticamente todos los que, de una u otra forma, segu¨ªan ¨®rdenes de Hitler. Buena parte de los acusados s¨®lo pudo ser condenada por complicidad, pero no por asesinato. S¨®lo seis de ellos -los matarifes, propiamente dichos- recibieron condenas de por vida. Otros, despu¨¦s de pocos a?os de prisi¨®n, ya se encontraban de nuevo en la calle.
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