Accidentes de tr¨¢fico: ?salud p¨²blica o polic¨ªa sanitaria?
Ya hace casi 30 a?os, Giovanni Berlinguer ironizaba en su Malaria urbana sobre la respuesta del sistema sanitario a las consecuencias de los accidentes de tr¨¢fico. En lugar de poner el acento en las intervenciones preventivas dirigidas a los factores determinantes generales, como el dise?o o la se?alizaci¨®n de las v¨ªas de circulaci¨®n -los famosos puntos negros-, se prefer¨ªa situar centros de traumatolog¨ªa pr¨®ximos a las carreteras y aumentar el n¨²mero de ambulancias y helic¨®pteros. No es de extra?ar, pues, que los departamentos responsables de la seguridad vial ejerzan el liderazgo en la prevenci¨®n y el control. La reducci¨®n de la mortalidad por accidentes conseguida en Francia, atribuible al riguroso cumplimiento de las normas de circulaci¨®n, supone, adem¨¢s, un poderoso est¨ªmulo para acentuar el protagonismo de la polic¨ªa, cuyo papel para garantizar que se cumplan las disposiciones legales es necesario.
Se necesita una pol¨ªtica de salud p¨²blica que coordine todas las aportaciones para enfrentarse a esta epidemia
Otra cosa es que sea suficiente. M¨¢s all¨¢ de la obviedad de que las normas se deben cumplir para que sean eficaces, hay otros muchos factores involucrados. Aunque el factor humano sea capital, porque siempre hay personas implicadas en los accidentes, no se debe confundir la presencia de accidentados -condici¨®n sine qua non- con la causa que los produce. El comit¨¦ sobre investigaci¨®n en traumatismos del Institute of Medicine de Estados Unidos afirmaba en 1985 que "las lesiones son causadas por una exposici¨®n s¨²bita a la energ¨ªa cal¨®rica, el¨¦ctrica o cin¨¦tica liberada por una colisi¨®n, ca¨ªda o proyectil (...) y pueden ser deliberadas (agresiones) o no intencionadas (accidentes)". La extensi¨®n y gravedad de las lesiones dependen, en gran parte, de que la magnitud de la energ¨ªa liberada supere la tolerancia del cuerpo.
Como explican Antoni Plasencia y Eva Cirera, las infecciones las provocan microbios que superan la capacidad inmunol¨®gica de la persona susceptible, pero para establecer una adecuada pol¨ªtica de prevenci¨®n de las enfermedades transmisibles es necesario comprender el proceso globalmente, m¨¢s all¨¢ de identificar una eventual responsabilidad de las personas como fuente de infecci¨®n. An¨¢logamente, la prevenci¨®n y control de los accidentes de tr¨¢fico requiere profundizar en el an¨¢lisis de los determinantes m¨¢s relevantes y plantear las intervenciones m¨¢s pertinentes.
La OMS, que ha dedicado el d¨ªa mundial de la salud -con el que se celebra su creaci¨®n el 7 de abril de 1948- a la seguridad vial, considera que, adem¨¢s de la conducci¨®n bajo los efectos del alcohol y la velocidad, otros factores cruciales son la poca utilizaci¨®n de los dispositivos de seguridad, como los cinturones, los asientos para ni?os y los cascos; una planificaci¨®n inadecuada del transporte y la movilidad; el dise?o de veh¨ªculos inseguros, el poco desarrollo de las medidas de seguridad vial y la falta de atenci¨®n sanitaria.
El impacto que sobre la salud de la poblaci¨®n mundial tienen los accidentes de tr¨¢fico es notable. Alrededor del 2,5% de todas las muertes que se producen cada a?o en el mundo son directamente producidas por los accidentes. M¨¢s de la mitad de ellas se producen en personas menores de 45 a?os, una de las principales causas de mortalidad prematura y evitable. Se estima que anualmente entre 10 y 15 millones de personas sufren lesiones producidas por este tipo de accidentes, con graves repercusiones en la calidad de vida de los lesionados. Aunque la magnitud del problema es mayor en los pa¨ªses en desarrollo, donde se producen el 90% de las muertes, los accidentes de tr¨¢fico siguen encabezando las causas de morbilidad y de mortalidad prematura en muchos pa¨ªses desarrollados como el nuestro.
En su informe sobre la crisis de seguridad vial en el mundo del pasado agosto, el secretario general de Naciones Unidas constataba que mientras el planteamiento tradicional ha consistido en hacer recaer la responsabilidad de las colisiones a los usuarios de la carretera, conviene asumir la falibilidad de las personas de forma que las pol¨ªticas de prevenci¨®n tengan en cuenta, tambi¨¦n, las condiciones de las v¨ªas de circulaci¨®n y de los veh¨ªculos.
De la misma forma que se abordan otros problemas, los accidentes de tr¨¢fico requieren una estrategia de promoci¨®n y protecci¨®n de la salud -adem¨¢s de la atenci¨®n a los accidentados- en el ¨¢mbito espec¨ªfico de la locomoci¨®n de los humanos, basada en una valoraci¨®n amplia del impacto de los accidentes en Espa?a, que, a pesar de los esfuerzos de algunos investigadores, dista de ser completa, entre otras razones por la diversidad de las fuentes y de los criterios de medici¨®n.
Una estrategia que integre los datos procedentes de tr¨¢fico con las estad¨ªsticas de mortalidad y la informaci¨®n sanitaria, analice la influencia de los distintos determinantes y eval¨²e la efectividad de las intervenciones, se refieran a las carreteras, a los veh¨ªculos, a los conductores o a las actividades del sistema sanitario. Una investigaci¨®n que no debe retrasar la intensificaci¨®n de las medidas de prevenci¨®n, sino desarrollarse paralelamente. Unas medidas que no pueden ser ajenas a la sanidad y a la salud p¨²blica. No s¨®lo en los aspectos de la asistencia y la rehabilitaci¨®n, tambi¨¦n y, sobre todo, en los de la prevenci¨®n.
Que desde los departamentos de interior de las administraciones p¨²blicas se mejore la se?alizaci¨®n de las calzadas, la primera medida tomada por la flamante consejera de interior del Gobierno de Catalu?a es muy positivo. No hay nada m¨¢s convincente que empezar mejorando lo que directamente depende de uno mismo. Tambi¨¦n lo es que se apliquen las normas vigentes de tr¨¢fico, particularmente las relativas al consumo de alcohol.
Sin embargo, dado el grado de observancia de la normativa vigente, antes de modificarla convendr¨ªa analizar las causas del incumplimiento, una de las cuales ser¨ªa la eficacia de la vigilancia policial y una cierta confusi¨®n acerca de la actitud de los jueces. Pero no es la ¨²nica. La cultura del consumo de bebidas alcoh¨®licas y los eventuales efectos beneficiosos sobre la salud del consumo moderado confunden a muchas personas. Los conflictos de intereses producen inconsistencias y contradicciones que a veces dificultan la comprensi¨®n de las pol¨ªticas preventivas y, en ocasiones, sirven de coartada a comportamientos irresponsables. A pesar de que la velocidad es uno de los determinantes mayores de la frecuencia y de la gravedad de los accidentes, no s¨®lo se permite fabricar y vender veh¨ªculos capaces de alcanzar velocidades desproporcionadas a los l¨ªmites permitidos, sino tambi¨¦n una publicidad que evoca la intrepidez y hasta al salvajismo.
Se necesita, pues, una pol¨ªtica de salud p¨²blica que coordine, desde el prop¨®sito principal de mejorar y proteger la salud, las m¨²ltiples aportaciones interdisciplinarias que permitan enfrentarse con ¨¦xito a la epidemia devastadora de los accidentes de tr¨¢fico y que, desde luego, se elabore para la poblaci¨®n, pero tambi¨¦n con y por la poblaci¨®n.
Andreu Segura es profesor de Salud P¨²blica de la Universidad de Barcelona y coordinador del proyecto AUPA Barceloneta.
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