Ef¨ªmera supercomputadora al alcance de todos
El pasado s¨¢bado 3 de abril centenares de tecn¨®filos trajeron sus ordenadores al gimnasio de la Universidad de San Francisco (USF) con la esperanza de crear, por unas horas, una de las 500 supercomputadoras m¨¢s potentes del mundo. La originalidad de la aventura consist¨ªa en poner a trabajar ordenadores reunidos de manera temporal. De ah¨ª la idea de bautizar el evento FlashMob Supercomputing o FlashMob 1 en referencia a un fen¨®meno art¨ªstico de moda el a?o pasado. "Se trataba de la reuni¨®n espont¨¢nea de gente para realizar una actividad ¨²nica antes de dispersarse", dijo Gregory Benson, profesor de ciencias de la computaci¨®n en USF. "Es lo que estamos haciendo hoy aqu¨ª".
Cualquiera pod¨ªa participar a condici¨®n de traer una m¨¢quina con un microprocesador de no menos de 1,3 Ghz, 256 Mb de RAM y un lector de CD. Algunos vinieron de lejos. "Ped¨ª prestado el coche de mis padres", dijo Travis Dent, de 18 a?os. Estudia en una peque?a universidad a 600 km de San Francisco.
La propuesta abre una tercera v¨ªa al poner a trabajar en una red local m¨¢quinas distintas que interact¨²an constantemente por un coste m¨ªnimo
La originalidad de la aventura consist¨ªa en poner a trabajar ordenadores reunidos de manera temporal. De ah¨ª que lo bautizaran como Flashmob Supercomputing
En el gimnasio cubierto, decenas de mesas cargaban port¨¢tiles, ordenadores y servidores con las tripas al aire. Lo m¨¢s notable eran consolas tama?o refrigerador de las cuales sal¨ªan decenas de cables para conectar todas las m¨¢quinas. En total, 669 participaron en el experimento.
Hasta ese d¨ªa hab¨ªa dos maneras de hacer una supercomputadora. En la tradicional, re¨²nen unidades id¨¦nticas en un mismo espacio y las ponen a trabajar en paralelo sobre una misma operaci¨®n. La campeona es Earth Simulator, una supercomputadora japonesa de 5.120 procesadores que alcanza 35.000 gigaflops (miles de millones de operaciones matem¨¢ticas por segundo). Cost¨® 400 millones de d¨®lares. El a?o pasado el Instituto Polit¨¦cnico de Virginia caus¨® sensaci¨®n al reunir 1.100 Mac G5 para alcanzar 10.000 gigaflops. Cost¨® cinco millones de d¨®lares. La otra soluci¨®n consiste en poner a trabajar, gracias a Internet, m¨¢quinas dispersas aprovech¨¢ndose de sus momentos ociosos. Es lo que hace el programa SETI@home en busca de vida extraterrestre. Cada m¨¢quina realiza sus c¨¢lculos sin comunicar con las dem¨¢s.
FlashMob I abre una tercera v¨ªa al poner a trabajar en una red local (LAN) m¨¢quinas disparejas que pueden interactuar constantemente por un coste m¨ªnimo: "unos 30.000 d¨®lares", explic¨® Tristan Needham, vicedecano de USF.
La idea surgi¨® durante una clase de John Witchel, estudiante de maestr¨ªa de Benson. Se dieron cinco semanas de plazo para llevarla a cabo.
Grabado sobre un CD-ROM, el programa escrito bajo Linux utiliza la potencia de cada m¨¢quina sin tocar el disco duro. Permite no afectar el contenido de los equipos prestados y preservar el experimento de virus.
FlashMob 1 (habr¨¢ otros) no logr¨® su cometido. Con 256 m¨¢quinas alcanz¨® 180 gigaflops, una tercera parte de lo necesario para figurar en el hit parade de las supercomputadoras. Benson atribuye el fracaso relativo "a la complejidad que implica poner a trabajar juntos tantos tipos de ordenadores diferentes". Tampoco se han decepcionado. "Demostramos que el programa funciona", dijo Needham. Est¨¢ disponible en red y la operaci¨®n puede ser repetida en cualquier lugar a cualquier escala. "Queremos democratizar a las supercomputadoras", asegura John Witchel. Sue?a con que los participantes en una marcha contra el sida, le dejen sus m¨¢quinas mientras van a la manifestaci¨®n para que las ponga a probar qu¨¦ medicina podr¨ªa ser ¨²til contra la pandemia.
Adem¨¢s de la proeza t¨¦cnica, FlashMob 1 tiene un alcance pol¨ªtico. Al bajar los costes "cambia el problema del control de las supercomputadoras", en manos de gobiernos y corporaciones, explica Witchel. Lo m¨¢s dif¨ªcil es la dimensi¨®n social: pueden coordinar computadoras disparejas y poner la supercomputaci¨®n al alcance de todos. No resulta t¨¢n facil que la gente participe. Ni en San Francisco.
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