Se agot¨® la cerveza, sobr¨® la paella
La fiesta estaba servida. El hermanamiento entre las aficiones del Villarreal y el Celtic ten¨ªa un punto ¨¢lgido: la paella party. A los escoceses no les hizo mucha gracia el souvenir gastron¨®mico espa?ol por excelencia. La culpa no la tuvo el cocinero. El arroz tampoco estaba espeso o el grano demasiado duro. Lo que les resultaba indigesto era el precio popular del plato: 10 euros. Ah¨ª no tragaron. De las 5.000 raciones previstas, apenas se consumieron la mitad. La segunda paella se qued¨® en el fog¨®n, no hizo falta cocinarla. Los seguidores cat¨®licos de Glasgow prefirieron ahorrarse el capital para dilapidarlo en su mayor devoci¨®n: la cerveza. Ah¨ª no fallaron las previsiones. Se agotaron las existencias. Los 200 barriles apenas tocaron el suelo del almac¨¦n de el casal de fiestas, lugar donde ambas aficiones se reunieron para hermanarse, con el rubio y l¨ªquido elemento como nexo de uni¨®n.
Pocos vecinos desconoc¨ªan el motivo por el cual las calles de Vila-real se ti?eron, conforme avanzaban las horas, de color verde y blanco. No es de extra?ar. La poblaci¨®n castellonense apenas tiene 40.000 habitantes y recib¨ªa la invasi¨®n pac¨ªfica de m¨¢s de 10.000 escoceses. Algunos viejos del lugar, ignorantes de las costumbres culturales escocesas, les resultaba extravagante los atuendos de muchos seguidores del Celtic. No les cuadraba en sus esquemas ver a hombres con faldas.
En El Madrigal, cada afici¨®n fue a la suya. La mayor¨ªa de escoceses desplazados consiguieron en la reventa una localidad y sus cl¨¢sicos c¨¢nticos se hicieron escuchar. Hasta el estadio llegaron todos juntos y en armon¨ªa, con las prendas de ambos equipos intercambiadas. Se distingu¨ªan de qu¨¦ equipo eran por el nivel de alcohol que reflejaban las caras. Ah¨ª, los aficionados del Celtic ganaron por goleada a los del Villarreal.
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