Fortaleza exterior, cohesi¨®n interior
La mayor lecci¨®n que hemos aprendido todos de la tozudez de Aznar por implicarnos en el conflicto iraqu¨ª y en poner trabas a lo que ven¨ªa siendo la pauta espa?ola tradicional en pol¨ªtica europea es que una potencia de tama?o medio puede acabar teniendo un relevante protagonismo internacional. Su capacidad para dinamizar o entorpecer propuestas est¨¢ fuera de toda duda. M¨¢s a¨²n si, como en el caso espa?ol, puede contar con la potencial colaboraci¨®n de pa¨ªses pr¨®ximos, como los latinoamericanos, y con una frontera con ?frica del Norte de gran importancia estrat¨¦gica. Uno de los elementos m¨¢s enervantes de la posici¨®n de Aznar para algunas grandes potencias europeas como Francia y Alemania fue el comprobar que, inesperadamente, un "inferior" vecino del sur pod¨ªa buscar alianzas estrat¨¦gicas que pon¨ªan en cuesti¨®n su tradicional hegemon¨ªa continental. Este hecho pudo pasar desapercibido en nuestro pa¨ªs, siempre propenso a minusvalorarse hacia el exterior, pero fuera del mismo tuvo un eco considerable. Sobre todo, porque sac¨® a luz algunos de los aspectos problem¨¢ticos de la integraci¨®n europea que nunca se hab¨ªan querido interiorizar: esa ya aludida capacidad de algunos Estados medianos para convertirse en respondones. Algo, por cierto, dif¨ªcil de imaginar para pa¨ªses como Portugal u Holanda, necesitados de un mucho mayor n¨²mero de socios para hacerse o¨ªr.
Buena expresi¨®n de que este peso espec¨ªfico existe la encontramos en el respiro de algunos de nuestros vecinos europeos al producirse el cambio electoral. O en la correlativa preocupaci¨®n suscitada en otros por el anuncio de la posible retirada de las tropas en Irak. A estos efectos Espa?a no es igual que Ucrania o Bulgaria. Y no s¨®lo por su protagonismo inicial en el conflicto o por la cuant¨ªa relativa del contingente militar. Con independencia de que no nos gustara la pol¨ªtica exterior de Aznar, y a pesar de su propensi¨®n a querer jugar por encima de nuestras posibilidades reales, lo cierto es que supo ofrecernos una medida de hasta d¨®nde pod¨ªamos llegar como actores internacionales. Y eso puede aprovecharse ahora para canalizarlo en una direcci¨®n m¨¢s tendente a apuntalar procesos de gobernanza global o integraci¨®n continental. En general, para dinamizar la acci¨®n exterior del Estado, que es una de las condiciones imprescindibles para protegernos del aire g¨¦lido que se respira en la sociedad global.
?Puede debilitarse o frustrarse esta posici¨®n en nuestro tr¨¢nsito hacia un Estado compuesto, hacia la famosa "Espa?a plural"? En principio parece que s¨ª. ?Se imaginan el peso de un Estado con, por ejemplo, una o varias "Comunidades Asociadas" en su interior, cada una con voz propia en materias internacionales? La unidad de acci¨®n exterior es imprescindible para su eficacia; y el tama?o importa. El problema para un pa¨ªs como Espa?a es, sin embargo, que dicha unidad es inimaginable sin implicar en el proyecto colectivo que lleva ese nombre a comunidades aut¨®nomas que reclaman un acomodo distinto en el Estado. Es decir, que sin una previa vertebraci¨®n de la pluralidad no hay unidad. Lo malo es que ¨¦sta tampoco se consigue si el objetivo de algunas de ellas pasa por asociar el reconocimiento de mayor autogobierno a mayor capacidad de acci¨®n exterior. Aqu¨ª se encuentra el punto m¨¢s sensible de la ecuaci¨®n territorial. Y esto no tiene que ver con el l¨®gico incremento de la presencia activa de las comunidades aut¨®nomas en decisiones de la UE que las vinculen.
La prueba de fuego del nuevo giro auton¨®mico, porque con ¨¦l nos jugamos una imprescindible capacidad de acci¨®n en la nueva sociedad mundial, es el mantenimiento de la unidad del Estado hacia fuera. Y a estos efectos no es indiferente la reorganizaci¨®n ad intra. El acomodo pol¨ªtico de diferentes nacionalidades en un proyecto com¨²n presupondr¨¢ necesariamente ampliar el consenso interpartidista en pol¨ªtica exterior a aquellas comunidades aut¨®nomas que perseveran en la idea de vincular su reconocimiento a un mayor protagonismo en pol¨ªtica internacional. Contrariamente a lo que quiz¨¢ les reclame un sentimiento de identidad primario, hoy por hoy tambi¨¦n est¨¢ en su inter¨¦s pol¨ªtico propio el asociarse a un proyecto pol¨ªtico que contribuya a potenciar el inter¨¦s de todos.
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