El ¨¦mulo de Montesinos
El pasado 22 de febrero, Mario Vargas Llosa hizo en su Piedra de Toque una generosa recensi¨®n de nuestro libro ?Qui¨¦n mat¨® al obispo? Autopsia de un crimen pol¨ªtico (Planeta, M¨¦xico, 2003). Se trata de una investigaci¨®n sobre el asesinato del prelado guatemalteco Juan Gerardi, conocido por su lucha en favor de los derechos humanos. El art¨ªculo molest¨® mucho a un se?or llamado Edgar Guti¨¦rrez, ex ministro de Exteriores de Guatemala, que arremete contra nosotros en una fil¨ªpica farragosa y difamatoria que este diario tuvo a bien publicarle el 8 de abril.
No vamos a perder un minuto en responder a sus insidias: ah¨ª est¨¢ el libro y la gran acogida que ha tenido en su pa¨ªs. Pero s¨ª es necesario precisar la trayectoria de este individuo, de forma que los lectores inadvertidos puedan poner en contexto sus alegatos.
Gutierrez es un tr¨¢nsfuga: de connotado defensor de derechos humanos pas¨® al Gobierno del Frente Republicano Guatemalteco, controlado por un general golpista acusado de genocidio (Efra¨ªn R¨ªos Montt) y por un presidente con un doble homicidio a sus espaldas (Alfonso Portillo).
Aunque se presenta como ex canciller, Guti¨¦rrez fue, ante todo, el jefe de los servicios de inteligencia del Gobierno eferregista, que perdi¨® el poder el pasado enero y est¨¢ ya catalogado como el m¨¢s corrupto de la historia de Guatemala. En ese cargo, Guti¨¦rrez se dedic¨® al espionaje pol¨ªtico y a organizar campa?as negras contra destacados opositores. Y mientras tanto, las huestes de Portillo saqueaban las arcas p¨²blicas y resucitaban un clima de violencia y crispaci¨®n que se cre¨ªa olvidado tras el fin de la guerra interna, en 1996.
Como ministro de Exteriores, al final del mandato, intent¨® sin ¨¦xito lavarle la cara a un r¨¦gimen calificado de "mafioso-corporativo" por entidades humanitarias y condenado por Estados Unidos por su complicidad con el narcotr¨¢fico, como lo ha recogido EL PA?S en varias notas publicadas en los ¨²ltimos a?os.
Es cierto que Guti¨¦rrez, consejero a¨²lico de Portillo, fue en su d¨ªa un estrecho colaborador de monse?or Gerardi, lo que confiere una dimensi¨®n a¨²n m¨¢s s¨®rdida a su actuaci¨®n despu¨¦s del asesinato del obispo: no dud¨® en alentar un montaje judicial con falsos testigos y destrucci¨®n de pruebas para llevar a la c¨¢rcel a sus enemigos pol¨ªticos, mientras los verdaderos criminales siguen en la calle.
Guti¨¦rrez se presentaba como el "heredero" del obispo Gerardi, pero termin¨® convertido en un triste ¨¦mulo de Vladimiro Montesinos. Por cierto que, al igual que Fujimori, el ex presidente Portillo huy¨® de Guatemala justo antes de que los tribunales le prohibieran salir del pa¨ªs. Ahora anda por M¨¦xico, mientras en casa se le investiga por asuntos tan poco edificantes como el desv¨ªo de fondos o la muerte de un periodista. ?Y su gran asesor? Dando lecciones en los peri¨®dicos
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