M¨¢s ricos y gordos, pero no m¨¢s felices
Worldwatch alerta de los costes del consumismo para la salud y el medio ambiente
La humanidad est¨¢ inmersa en una corriente consumista de bienes y servicios tan poco sostenibles que, si no se reconduce, tendr¨¢ graves consecuencias para el bienestar de la poblaci¨®n y del propio planeta. El informe anual sobre el estado del mundo de 2004, elaborado por el conservacionista y prestigioso Instituto Worldwatch de EE UU, arroja datos alarmantes sobre el consumismo: un cuarto de la humanidad ya comparte el mimetismo de h¨¢bitos no saludables como el sobrepeso y la adopci¨®n de unos sistemas de transporte y formas de vida hasta ahora s¨®lo reservadas a los ricos norteamericanos, europeos y japoneses.
En los ¨²ltimos a?os se han sumado a los h¨¢bitos consumistas m¨¢s de 240 millones de chinos y pronto sobrepasar¨¢n en n¨²mero a los estadounidenses. Worldwatch no critica esta incorporaci¨®n, sino la mimetizaci¨®n de costumbres que acaban siendo incompatibles con el bienestar humano y su entorno.
En los ¨²ltimos a?os se han incorporado al consumo unos 240 millones de chinos
El consumo de bienes y servicios se asocia con un mejor nivel de vida y la satisfacci¨®n personal sin tener en cuenta que conlleva unos costes ocultos perjudiciales. Unos 200.000 residentes en ¨¢reas urbanas ricas de muy baja densidad, pertenecientes a 448 condados de EE UU, tienen un sobrepeso de casi tres kilos comparado con el de quienes habitan urbanizaciones o manzanas compactas. En esas zonas la densidad de coches es superior al n¨²mero de carn¨¦s, pero lejos de proporcionarles m¨¢s confort los conductores se ven obligados a soportar 72 minutos diarios metidos en sus coches.
El tama?o medio de los frigor¨ªficos en los EE UU ha aumentado un 10% entre 1972 y 2001 y el n¨²mero de sus unidades por hogar tambi¨¦n. Las nuevas casas eran un 38% m¨¢s grandes en 2000 que en 1975, pese a que ha disminuido el n¨²mero de miembros familiares.
Worldwatch recurre siempre a estad¨ªsticas para reflejar las desigualdades. Algunas resultan desafiantes: mientras la ¨¦lite de consumidores de primera la componen 1.700 millones de personas propietarias de varias televisiones, tel¨¦fonos e internet y otros productos que les facilitan el acceso a la cultura, otros 2.800 millones viven con menos de 1,2 euros diarios, y m¨¢s de 1.000 millones carecen de acceso al agua potable; el 12% de la poblaci¨®n que habita en Norteam¨¦rica y Europa occidental consume el 60% de los bienes y servicios mundiales, mientras un tercio de los habitantes del sur de Asia o la zona subsahariana tiene que conformarse con s¨®lo un 3,22%.
El n¨²mero de ordenadores personales se ha multiplicado por cinco entre 1988 y 2002. Para 2005 por cada nuevo ordenador que salga al mercado otro se habr¨¢ quedado obsoleto. Esta corta vida de los productos inform¨¢ticos conduce a que s¨®lo un 3% se reutilice y a que entre un 50 y 80 % de los usados se env¨ªen a Asia para su reciclado en instalaciones inadecuadas, con graves impactos para la salud y el medio ambiente.
Hace dos a?os se bebieron 185 millones de litros de bebidas carbonatadas, que han pasado a ocupar el tercer puesto mundial de las bebidas comerciales s¨®lo del t¨¦ y la leche. La media de fabricaci¨®n diaria de este producto es de 300.000 litros, para los que se utilizan 1,5 millones de litros de agua potable, cantidad suficiente para cubrir las necesidades m¨ªnimas de 20.000 personas. En EE UU el consumo medio de soda por persona se ha duplicado hasta los 185 litros entre 1970 y 2001, mientras la ingesta de leche ha ca¨ªdo un 30%.
El consumo de gambas crece alarmantemente. En 2001 se pusieron en el mercado 4,2 millones de toneladas s¨®lo para los consumidores de Jap¨®n, EE UU y Europa occidental. Su cultivo es de los m¨¢s lucrativos y ecol¨®gicamente m¨¢s perniciosos. La pesca de arrastre destruye todo h¨¢bitat y genera tanta destrucci¨®n como la tala indiscriminada.
Las bolsas de pl¨¢stico son el bien de consumo m¨¢s universalmente utilizado por su bajo coste, peso ligero y resistencia al agua. En 2002 se fabricaron entre 4 y 5 billones de bolsas, de las que un 80% se utilizaron en Norteam¨¦rica y Europa. Se manufacturan a partir de derivados del petr¨®leo y acaban en vertederos, r¨ªos o alcantarillas.
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