Pulso para presidir el PP
Las luchas fratricidas en la historia reciente de la Comunidad Valenciana las ha protagonizado, a su pesar, el PSPV-PSOE. Durante ese tiempo, cad¨¢veres pol¨ªticos con mayor o menor rigor mortis han sido, entre otros, Ricard P¨¦rez Casado, Joan Romero y hasta Antoni Asunci¨®n. Ahora, para regocijo de los socialistas, el cainismo parece instalarse en el PP valenciano, con una erupci¨®n virulenta justo en v¨ªsperas del nuevo Gobierno socialista en Madrid. Tal parece que se cumple indefectiblemente el viejo refr¨¢n: donde no hay harina, todo es moh¨ªna.
No se trata del enfrentamiento de dos personas -Eduardo Zaplana y su sucesor en la Generalitat, Paco Camps-, sino de la coexistencia de dos estilos, dos formas de gobernar, dos filosof¨ªas pol¨ªticas y, finalmente, dos grupos de gentes alineadas tras una u otra. Ahora, la disyuntiva creada ante la sustituci¨®n de Zaplana como presidente del PP regional abre la caja de Pandora que todos sus protagonistas procuraban mantener cerrada.
?Cu¨¢ndo empez¨® a fraguarse el desencuentro que corre el riesgo, a poco que sus autores se descuiden, de convertirse en un dram¨®n de telenovela venezolana?
Revisando mis notas, veo un art¨ªculo que publiqu¨¦ en estas mismas p¨¢ginas el 3 de octubre del a?o pasado -hace m¨¢s de medio a?o- bajo el t¨ªtulo de ?Camps contra Zaplana?, en el que constataba esas diferencias pero -lo confieso- no preve¨ªa la confrontaci¨®n. "Evidentemente que Camps no es Zaplana", escrib¨ªa, "lo ha demostrado en su talante, en la composici¨®n de su Gabinete, en el estilo m¨¢s distante y menos personalista de ejercer el poder. Y hasta en el establecimiento de nuevas prioridades de gobierno: lengua, valores tradicionales, reordenaci¨®n del gasto p¨²blico..., muy diferentes, sin duda, de los de su predecesor".
Todo ello ya estaba impl¨ªcito en una entrevista que hice al entonces candidato del PP el 4 de agosto de 2002. Hablaba Camps de que su proyecto pol¨ªtico representaba la continuidad de los de Zaplana y Olivas, matizando que supon¨ªa la "continuidad de un proceso de modernizaci¨®n, de evoluci¨®n de ideas, de nuevas apuestas, de m¨¢s ambici¨®n...". O sea, que ofrec¨ªa casi tanto cambio como continuismo.
No se trata de qui¨¦n tiene raz¨®n en un tema de estricta y ¨²nica incumbencia del partido. Lo que pasa es que estos l¨ªos partidistas, cuando el poder pol¨ªtico est¨¢ de por medio, acaban perjudicando a "los ciudadanos, que somos quienes al fin y a la postre mantenemos en pie todo este tinglado". Y perd¨®nenme la autocita, que corresponde al pen¨²ltimo cap¨ªtulo de este fatigoso culebr¨®n.
Veamos, para entenderlo, cu¨¢les son los argumentos de ambas partes. Para el Consell actual, lo ¨²nico razonable es que el presidente de la Generalitat lo sea tambi¨¦n del partido, como lo fue Zaplana. La bicefalia subsiguiente a la separaci¨®n de ambos cargos llevar¨ªa a la inoperatividad e incluso a la par¨¢lisis funcional, am¨¦n de suponer un desplante para Camps, quien ha ejercido su cargo con lealtad al PP y que si ha pecado de algo es de prudencia. En ello coinciden bastantes alcaldes, sobre todo de Castell¨®n y Valencia.
El otro sector, mayoritario en la junta directiva del partido y, seg¨²n ¨¦l, en el conjunto del PP, cree que otros candidatos concitan m¨¢s adhesiones que Camps y, consecuentemente, ¨¦ste debe cederles la presidencia.
La operaci¨®n, planteada en el momento en que la investidura de Rodr¨ªguez Zapatero reclama toda la atenci¨®n, ha provocado en cambio una conmoci¨®n medi¨¢tica en la Comunidad Valenciana y un alineamiento mayoritario de la prensa m¨¢s contra Eduardo Zaplana que en favor de Paco Camps. Algunos peri¨®dicos tratan, incluso, de forzar los acontecimientos para que se acomoden a sus tesis respectivas. As¨ª, Diario de Valencia titulaba el mi¨¦rcoles, como si fuese ya un hecho consumado: "Zaplana deja la presidencia del PP valenciano y Ripoll ser¨¢ el sucesor". ABC, por su parte, afirmaba ayer a toda p¨¢gina: "El Consell se plantea dimitir en bloque si se siente desautorizado por el partido el d¨ªa 20".
Como se ve, no son afirmaciones menores respecto a un partido cuya f¨¦rrea unidad le ha dado tres veces consecutivas la Generalitat. Por eso, porque sus protagonistas saben que pueden dilapidar en horas el caudal pol¨ªtico amasado durante a?os, uno, a¨²n a riesgo de equivocarse, avanza las siguientes hip¨®tesis: 1) Camps no someter¨¢ este martes su candidatura a presidir el PP a ninguna votaci¨®n; 2) en cualquier caso, planea seguir al frente del Consell durante todo su mandato, y 3) de no conseguir un respaldo previo a la Junta Directiva del d¨ªa 20, dejar¨¢ que sea otro quien presida provisionalmente el PP hasta el Congreso regional de oto?o. Ah¨ª estar¨¢ la aut¨¦ntica batalla que dirimir¨¢ el poder dentro del partido.
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