Pasando
Lo dijo ya Lichtenberg en el siglo XVIII: "Dar¨ªa cualquier cosa por saber con certeza en nombre de qui¨¦n se han cometido los actos que, seg¨²n afirman p¨²blicamente, han sido hechos en nombre de la patria". La sospecha perdura, aunque no me voy a detener en ella. Es posible que tampoco merezca la pena detenerse en lo que se ha dicho en nombre de la patria este pasado Aberri Eguna, una escaramuza hacia atr¨¢s que seguramente s¨®lo pretende fijar posiciones, si bien da la impresi¨®n de que se ha vuelto a abrir la caja de los truenos. Todos los t¨®picos recurrentes de los ¨²ltimos a?os volvieron a estar presentes en una olla podrida ret¨®rica para uso propio. Por ello, tal vez convenga pasar de largo y esperar acontecimientos. Los nacionalistas hablan s¨®lo para s¨ª mismos; de los dem¨¢s nada m¨¢s esperan la complacencia, el asentimiento. A su mundo endog¨¢mico, que va a seguir si¨¦ndolo, no cabe responderle con la expectativa, sino con la iniciativa. Estoy convencido de que el nacionalismo -a pesar de la val¨ªa de muchos nacionalistas- es ahora mismo un lastre para la dinamizaci¨®n de este pa¨ªs, una simple contienda de familia con tintes atrabiliarios y tremebundos, una r¨¦mora. Es por ah¨ª, creo, por donde debe gan¨¢rsele la batalla.
No s¨¦ si es debido al cansancio provocado por la repetici¨®n de lo mismo o a que uno quiere vislumbrar una esperanza en los a?os inmediatos, pero hay cosas que empiezan a sonar a rancio y ¨¦ste es el primer s¨ªntoma de su car¨¢cter declinante. Es evidente, por ejemplo, el declive de lo que quiere ser izquierda nacionalista, un conglomerado de fuerzas que muestra cada vez m¨¢s a las claras su equ¨ªvoca naturaleza. Reunidas todas ellas en el Foro de Debate Nacional, vuelven a las andadas a?orando una experiencia pasada que si por algo se caracteriz¨® fue por su talante antidemocr¨¢tico y reaccionario. Tambi¨¦n son reaccionarias sus invocaciones a la identidad como n¨²cleo de un conflicto cuya resoluci¨®n le estar¨ªa vinculada. Las identidades cerradas, y es lo que ah¨ª se a?ora, no son soluci¨®n a conflicto ninguno, sino m¨¢s bien fuente incesante de los mismos. ETA, firme depositaria de una identidad gregaria esencialmente antimoderna que trata de redefinir, no es una reacci¨®n a un conflicto previo a resolver, sino que "es" el conflicto. La insurgencia, que es lo que caracteriza a todo su entorno y que sigue siendo tan cara a la querencia ¨¦pica de determinada izquierda, le ha a?adido adherencias que acaban siendo subordinadas a una idea matriz b¨¢sicamente reaccionaria. Lo que aporta ese mundo insurgente me parece, en t¨¦rminos generales, m¨¢s retr¨®gado que lo que pueda aportar el nacionalismo moderado.
Tambi¨¦n van por ah¨ª las causas del conflicto. Le recordaba en el pasado festejo el lehendakari Ibarretxe a Rodr¨ªguez Zapatero que "el terrorismo no se combate con guerras, sino atacando las causas". Supongo que con la palabra "atacando" quer¨ªa decir "resolviendo" y que ten¨ªa en mente las c¨¦lebres "causas del conflicto". Tout comprendre c'est tout pardonner, seg¨²n el dicho franc¨¦s, y no s¨¦ por qu¨¦ se da siempre por supuesto que las causas han de ser en todo caso m¨¢s nobles que los efectos que de ellas derivan. En ocasiones, pueden ser tan o m¨¢s innobles que ellos. Y si el lehendakari Ibarretxe considera que hay causas que de alguna forma justifican, explican o hacen comprensible el terrorismo etarra, no veo por qu¨¦ esas causas no le afectan tambi¨¦n a ¨¦l y a la inmensa mayor¨ªa de la poblaci¨®n vasca, salvo que otorgue a la organizaci¨®n terrorista y a su entorno un plus de lucidez, un plus de valor que ¨¦l ser¨ªa incapaz de asumir. O salvo que considere que existe un sector definido de la poblaci¨®n que se ver¨ªa especialmente afectado por unas causas que a ¨¦l no le afectar¨ªan. Quiz¨¢ al asumir esas causas "para otros" se est¨¦ situando ¨¦l fuera del problema y hasta dando por buenas las acusaciones de "traidor" o de "colaboracionista" que esos otros le hayan podido dedicar. No se puede estar dentro y fuera al mismo tiempo, ¨¦sa es la paradoja de las "razones", y el lehendakari Ibarretxe tendr¨¢ que actuar desde donde se supone que est¨¢.
El universo etarra no est¨¢ constituido por ning¨²n grupo homog¨¦neo de la poblaci¨®n vasca que se vea especialmente afectado por causas ex¨®genas. Ese universo s¨ª est¨¢ afectado por causas end¨®genas, por la din¨¢mica interna que lo caracteriza. Y es que en este caso al horror de los efectos le corresponde el horror de las causas. El sufrimiento que han generado en la sociedad no obsta para que podamos reconocer el propio sufrimiento, el suyo, del que son responsables. Nos urge acabar con esa organizaci¨®n criminal, pero esto tampoco obsta para que hayamos de depositar en el futuro sobre su propio dolor interno, y lo digo sin vacilaciones, una inmensa compasi¨®n.
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