Regresan las tropas
El presidente del Gobierno, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, anunci¨® ayer que ha ordenado el regreso de las tropas espa?olas presentes en Irak "en el menor tiempo y con la mayor seguridad posibles". En su primera comparecencia desde La Moncloa, Zapatero actu¨® de modo claro y expeditivo. El mensaje es inequ¨ªvoco: el l¨ªder socialista comienza a gobernar haciendo honor a su palabra, en este caso, la que dio al pueblo espa?ol "hace m¨¢s de un a?o".
Las gestiones efectuadas en las ¨²ltimas semanas por el nuevo Ejecutivo espa?ol, y en particular las de Jos¨¦ Bono en Washington y Miguel ?ngel Moratinos en distintos ¨¢mbitos, le han llevado a la conclusi¨®n de que es imposible que en las semanas que faltan hasta el 30 de junio puedan cumplirse las condiciones fijadas para el mantenimiento de nuestras tropas en Irak m¨¢s all¨¢ de esa fecha. El caos y la violencia en la que est¨¢ sumido Irak dificultan enormemente que la ONU asuma la direcci¨®n pol¨ªtica de ese pa¨ªs. En cuanto a la direcci¨®n militar, EE UU ha dejado claro a Zapatero y los suyos que no aceptar¨¢ que las tropas norteamericanas sean colocadas bajo el mando de ese organismo internacional o de cualquier otro. En esas circunstancias, Zapatero consider¨® que el principal criterio a seguir es que el Gobierno "no puede y no va a actuar en contra ni de espaldas a la voluntad de los espa?oles", claramente expresada en las urnas.
La posici¨®n espa?ola ser¨¢ muy criticada y hasta caricaturizada por los medios neoconservadores estadounidenses y de otros pa¨ªses, incluido el nuestro. Ser¨¢ bueno para la relaci¨®n transatl¨¢ntica que la tormenta sea meramente verbal. Espa?a y EE UU siguen siendo socios y aliados, y el nuevo Ejecutivo espa?ol, como va a decir Miguel ?ngel Moratinos en Washington en los pr¨®ximos d¨ªas, puede ofrecer a los norteamericanos una cooperaci¨®n leal en varios aspectos. El primero es el encarrilamiento de la catastr¨®fica situaci¨®n iraqu¨ª, que es fruto de la desdichada intervenci¨®n del tr¨ªo de las Azores. En el propio EE UU son numerosas las voces que critican las prisas, el unilateralismo, el belicismo y la falta de an¨¢lisis de Bush. Espa?a, y mejor en un marco europeo, debe trabajar para que la presencia internacional en Irak no sea percibida por buena parte de sus habitantes como una ocupaci¨®n colonial a la que hay que ofrecer resistencia, sino como una ayuda, en palabras de Zapatero, "a la estabilidad, la democratizaci¨®n, la integridad territorial y la reconstrucci¨®n de Irak".
La lucha contra el terrorismo es el segundo frente en el que el nuevo Gobierno, si Washington se decide al fin a escuchar a sus aliados, puede aportar cosas interesantes. Espa?a no se rindi¨® ante el terrorismo de Al Qaeda el 14-M, como sugiere la campa?a neoconservadora. Al contrario, acudi¨® masivamente a las urnas, castig¨® al Gobierno saliente por mentir y manipular -algo imperdonable en democracia- y apost¨® por la alternancia, uno de los grandes valores de un sistema de libertades y derechos. La democracia espa?ola lleva m¨¢s de cinco lustros luchando contra el terrorismo de ETA sin arrugarse. No hay motivos para afirmar que el castigo en las urnas al PP sea una rendici¨®n ante el reto lanzado por el terrorismo yihadista el 11-M.
Los nuevos gobernantes espa?oles, en sinton¨ªa con una amplia mayor¨ªa de la poblaci¨®n, se opusieron a la guerra de Irak mucho antes de los atentados de Madrid precisamente porque entendieron que la guerra era un error monumental para conseguir el objetivo prioritario de derrotar al terrorismo de Al Qaeda y sus asociados. Las previsiones de los opositores a la guerra eran correctas: Irak se ha libanizado y el terrorismo campa all¨ª por sus respetos; el conflicto israelo-palestino se ha envenenado a¨²n m¨¢s; no existe ning¨²n movimiento por la democracia en Oriente Pr¨®ximo, y Al Qaeda ha encontrado nuevos pretextos, nuevos reclutas y nuevos escenarios de acci¨®n. Ah¨ª est¨¢ la catarata de atentados en Bali, T¨²nez, Arabia Saud¨ª, Marruecos, Turqu¨ªa y la propia Espa?a.
Sadam era un dictador abominable, pero Irak no era el lugar adecuado para luchar contra el yihadismo, que, por el contrario, ten¨ªa en Afganist¨¢n un santuario p¨²blico y conocido. Este combate exige una nueva definici¨®n internacional de los objetivos, los m¨¦todos y los frentes, y tras los fracasos que van desde el 11-S a Irak los norteamericanos deber¨ªan entenderlo. La guerra preventiva contra dictaduras ¨¢rabes -adem¨¢s de Irak, hay otras muchas- es un instrumento de dudosa legalidad y resultados. Se impone una mejor y m¨¢s intensa acci¨®n policial y de inteligencia -a pie, y no s¨®lo con medios electr¨®nicos- y una m¨¢s eficaz cooperaci¨®n internacional. EE UU y Europa deben cerrar filas y atacar los caldos de cultivo del yihadismo con un programa conjunto para el desarrollo pol¨ªtico y sociecon¨®mico del mundo ¨¢rabe y musulm¨¢n, y con una r¨¢pida y justa soluci¨®n del conflicto israelo-palestino. Ah¨ª puede estar la contribuci¨®n leal a Washington y Londres del nuevo Ejecutivo espa?ol.
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