El claro deseo de cambio
Los resultados de las elecciones del 14-M muestran un claro deseo de la mayor¨ªa de la ciudadan¨ªa de que haya un cambio progresista en Espa?a. Es importante se?alar que este deseo de cambio no es tan nuevo como el voto del 14-M parecer¨ªa indicar. Observadores atentos a la opini¨®n popular ya hab¨ªan detectado que desde hace a?os la poblaci¨®n espa?ola mantiene posiciones que en el bar¨®metro pol¨ªtico de actitudes corresponden a posturas de centro-izquierda e izquierda. En realidad, en temas tales como apoyo a pol¨ªticas redistributivas, aumento del gasto p¨²blico social, aumento de la responsabilidad p¨²blica para garantizar la calidad de vida y bienestar social de la poblaci¨®n y sensibilidad hacia los derechos humanos (entre otros), la poblaci¨®n espa?ola est¨¢ entre las poblaciones m¨¢s progresistas de la UE-15.
Ser¨ªa de desear que el Gobierno socialista respondiera y fuera sensible a esta demanda popular de cambio, desarrollando el compromiso reflejado en componentes muy importantes de su programa electoral, que han gozado de escasa visibilidad medi¨¢tica durante la campa?a electoral a pesar de su enorme importancia, y ello como consecuencia del sesgo que existe en los medios de informaci¨®n hacia temas que el establishment medi¨¢tico considera importantes, a costa de otros que la poblaci¨®n, y muy en particular las clases populares, consideran de mayor inter¨¦s. Vimos, por ejemplo, en la campa?a electoral que tales medios dieron gran importancia a las propuestas de reforma fiscal de los dos partidos mayoritarios, dando la impresi¨®n de que ¨¦stos estaban compitiendo entre s¨ª para ver qui¨¦n bajaba m¨¢s los impuestos, tema que es de particular inter¨¦s al 30%-35% de la poblaci¨®n que tiene mayor nivel de renta, pero que no es un tema prioritario para el otro 60-65% de la poblaci¨®n. En realidad, encuestas realizadas en Espa?a y en otros pa¨ªses (incluyendo EE UU) muestran que el primer grupo (el sector m¨¢s pudiente de la poblaci¨®n) favorece mucho m¨¢s la disminuci¨®n de impuestos que el mejoramiento de los servicios p¨²blicos del Estado de bienestar (tales como la sanidad, educaci¨®n, servicios de ayuda a la familia -escuelas de infancia, servicios de atenci¨®n domiciliaria, residencias de ancianos-, vivienda social y otros), mientras que la gran mayor¨ªa de las clases populares, el 60%-65% de la poblaci¨®n, prefiere mucho m¨¢s el mejoramiento de los servicios p¨²blicos que la disminuci¨®n de los impuestos.
En el programa econ¨®mico del PSOE hab¨ªa dos grandes temas; uno era el de la propuesta fiscal, que ocup¨® gran espacio medi¨¢tico. Pero hab¨ªa otro tema, reflejado en el compromiso adquirido de aumentar el gasto p¨²blico social per capita hasta converger con el promedio de la UE (una pol¨ªtica de enorme importancia, pues, de realizarse, implicar¨ªa que se reducir¨ªa el d¨¦ficit de gasto p¨²blico social de Espa?a con la UE-15, que ha estado aumentando desde el a?o 1993), que apenas tuvo visibilidad medi¨¢tica, y ello a pesar de que tal convergencia social con la UE-15 tendr¨ªa mayor impacto en la calidad de vida de la mayor¨ªa de la poblaci¨®n que la reforma fiscal. Esta visibilidad diferencial en los medios de informaci¨®n responde a que los creadores de opini¨®n en los establishments medi¨¢ticos y pol¨ªticos pertenecen en su mayor¨ªa al 30%-35% de la poblaci¨®n de renta superior, que no percibe el deterioro de los servicios p¨²blicos al enviar, por ejemplo, a sus hijos a las escuelas privadas y al utilizar los servicios m¨¦dicos privados (o recibir trato privilegiado en los servicios m¨¦dicos p¨²blicos), no siendo realmente conscientes de las enormes deficiencias del Estado de bienestar en Espa?a, raramente debatidos en aquellos establishments. Un ejemplo de esta falta de sensibilidad medi¨¢tica hacia los temas sociales es lo ocurrido este verano con la ola de calor y la mortalidad causada por tal fen¨®meno. El lector recordar¨¢ que en el pa¨ªs vecino, Francia, hubo un gran debate causado por el hecho de que 11.000 personas (ancianas en su mayor¨ªa) murieron como consecuencia de tal fen¨®meno. Fue, sin lugar a dudas, la noticia del a?o en Francia, originando una de las discusiones m¨¢s vivas en los establishments medi¨¢ticos y pol¨ªticos de aquel pa¨ªs. En Espa?a tales establishments se movilizaron para tranquilizar a la poblaci¨®n indicando que tal hecho no podr¨ªa haber ocurrido en nuestro pa¨ªs. Hace un par de meses, sin embargo, un grupo de investigadores del Ministerio de Sanidad espa?ol (Ferr¨¢n Mart¨ªnez Navarro, Fernando Sim¨®n-Soria, Gonzalo L¨®pez-Abente, Valoraci¨®n del impacto de la ola de calor del verano del 2003 sobre la mortalidad) documentaron que en Espa?a hubo m¨¢s de 6.000 muertos, un n¨²mero proporcionalmente semejante al ocurrido en Francia, sin que esta realidad dram¨¢tica haya sido noticia en los medios de informaci¨®n o haya sido debatida en los foros medi¨¢ticos o pol¨ªticos del pa¨ªs. En realidad, tal dato era ya previsible, pues en Espa?a s¨®lo un 2% de ancianos tienen acceso a los servicios de atenci¨®n domiciliaria (que podr¨ªa haber prevenido tales muertes), comparado con un 18% en el promedio de la UE.
Otras grandes insuficiencias aparecen en el Estado de bienestar espa?ol que permanecen tambi¨¦n ignoradas en los foros medi¨¢ticos y pol¨ªticos. Hoy s¨®lo un 5,9% de la poblaci¨®n adulta, por ejemplo, trabaja en los servicios del Estado de bienestar (sanidad, educaci¨®n, servicios sociales y servicios de ayuda a la familia), comparado con un 11% en el promedio de la UE. Si en lugar de este indicador escogemos el gasto en protecci¨®n social (servicios p¨²blicos m¨¢s transferencias, como pensiones) como porcentaje del PIB vemos que Espa?a se gasta s¨®lo un 20,1% (el m¨¢s bajo de la UE despu¨¦s de Irlanda), un porcentaje mucho menor que el promedio de la UE, un 27,3%. Este enorme d¨¦ficit aparece en la gran mayor¨ªa de los cap¨ªtulos del Estado de bienestar espa?ol. As¨ª, en sanidad p¨²blica, por ejemplo, Espa?a se gasta s¨®lo un 5,8%, mucho menos que el promedio de la UE, 7,2%, siendo el problema incluso mayor que el que presentan estas cifras (ya en s¨ª muy preocupantes), puesto que, resultado del enorme gasto p¨²blico en farmacia, que representa el 22% del gasto p¨²blico sanitario (consecuencia de la gran influencia de la industria farmac¨¦utica), el gasto p¨²blico sanitario no farmac¨¦utico es s¨®lo un 4,7% del PIB, que es, con mucho, el gasto m¨¢s bajo de la UE. Detr¨¢s de los grandes problemas de la sanidad p¨²blica espa?ola que se muestran en todas las CC AA (las enormes listas de espera para operaciones quir¨²rgicas, los largos periodos de espera para visitar al especialista y para obtener las pruebas terap¨¦uticas, la excesiva masificaci¨®n y escaso tiempo de visita a los m¨¦dicos de atenci¨®n primaria, el escaso confort del sistema hospilario -m¨¢s de cuatro y seis camas por habitaci¨®n en un elevado porcentaje de hospitales p¨²blicos-, la gran frustraci¨®n del personal sanitario y otros problemas de la sanidad espa?ola) se encuentra este gran d¨¦ficit de gasto sanitario p¨²blico.
Una situaci¨®n semejante ocurre en educaci¨®n, en donde el gasto p¨²blico educativo es s¨®lo un 4,4% del PIB, el m¨¢s bajo de la UE, junto con Grecia e Irlanda. Tal d¨¦ficit de gasto es incluso mayor cuando se analiza el gasto p¨²blico educativo por alumno, d¨¦ficit especialmente acentuado en la educaci¨®n secundaria. Una consecuencia de este bajo gasto educativo es que los j¨®venes espa?oles reciben menos horas netas de docencia que el promedio de la UE; el equivalente (en secundaria) a un a?o menos de horas de clase que la media de la UE-15, y dos a?os menos que Alemania, B¨¦lgica, Escocia y los Pa¨ªses Bajos.
Esta pobreza de gasto p¨²blico determina la polarizaci¨®n social existente en nuestro pa¨ªs, pues la Espa?a pudiente utiliza los servicios privados y la Espa?a popular utiliza los servicios p¨²blicos, polarizaci¨®n que ha ido aumentando desde el a?o 1993, cuando se inici¨® durante la Administraci¨®n socialista una reducci¨®n de ocho puntos de gasto p¨²blico (como porcentaje del PIB) que incluy¨® una reducci¨®n muy notable del gasto p¨²blico social per capita, aument¨¢ndose despu¨¦s tal gasto (desde 1996) mucho m¨¢s lentamente que en el promedio de la UE-15, con lo cual, adem¨¢s de ser el pa¨ªs con gasto p¨²blico social m¨¢s bajo de la UE-15 (despu¨¦s de Irlanda), Espa?a es tambi¨¦n el que est¨¢ desconvergiendo con el promedio de la UE m¨¢s r¨¢pidamente, y todo ello realizado como parte de una pol¨ªtica econ¨®mica y fiscal de austeridad de gasto p¨²blico (alabada por los establishments financieros, medi¨¢ticos y pol¨ªticos), que ha tenido como objetivo alcanzar el equilibrio presupuestario a costa de que la Espa?a social est¨¦ a la cola de Europa. (Ver Navarro, V. y Quiroga, A., La protecci¨®n social en Espa?a y su desconvergencia con la Uni¨®n Europea, en www.vnavarro.org).
Tal d¨¦ficit de gasto p¨²blico social existe junto con un enorme d¨¦ficit de infraestructuras, lo cual hace poco cre¨ªble que tales d¨¦ficit puedan corregirse mediante medidas encaminadas a mejorar la eficiencia del existente gasto p¨²blico, siendo necesario un aumento del gasto p¨²blico como porcentaje del PIB. De ah¨ª que considere err¨®neo el mensaje transmitido por el editorial reciente de EL PA?S (El modelo debe cambiar, 26-III-2004), en el que se pide "la continuidad de las cuentas p¨²blicas"... "que nos proteja contra posibles extravagancias con el gasto p¨²blico". En realidad, el crecimiento del gasto p¨²blico como porcentaje del PIB es necesario no s¨®lo por razones de bienestar social, sino tambi¨¦n por razones econ¨®micas. La universalizaci¨®n, por ejemplo, del acceso a las escuelas p¨²blicas de infancia y a los servicios domiciliarios para personas ancianas y con discapacidades facilitar¨ªa la integraci¨®n de las mujeres al mercado de trabajo, un elemento fundamental para la creaci¨®n de la riqueza en nuestro pa¨ªs. Si tuvi¨¦ramos, por ejemplo, el porcentaje de mujeres trabajando que tiene Suecia (que tiene tal derecho) tendr¨ªamos 6 millones m¨¢s de trabajadoras, con el consiguiente aumento de riqueza, impuestos y cotizaciones sociales.
En realidad, una de las causas mayores de ralentizamiento econ¨®mico y crecimiento de desempleo en la UE-15 han sido precisamente las pol¨ªticas de austeridad del gasto p¨²blico que se han realizado en la zona euro bajo la estricta vigilancia de la Comisi¨®n Europea. Han sido precisamente los pa¨ªses europeos que no han seguido estas normas de austeridad al no estar en la eurozona (Gran Breta?a, Dinamarca, Suecia y Noruega) los que han tenido un desempleo menor. Es m¨¢s, los pa¨ªses del este de Europa que hab¨ªan tenido tasas elevadas de crecimiento econ¨®mico han dejado de tenerlo desde que han tenido que seguir las pol¨ªticas de austeridad como parte de los requisitos de integraci¨®n en la eurozona.
Por todas estas razones, es esperanzador que el PSOE se haya comprometido a converger con la UE habiendo establecido el desarrollo de la Espa?a social en el centro de su programa. Pero, para que ello pueda ocurrir, ser¨¢ fundamental que no se repita lo que ocurri¨® en 1993, que llev¨® a la derrota del PSOE en 1996. El votante progresista que vot¨® PSOE se abstendr¨ªa, generando la derrota en el 2008, tal como est¨¢ ocurriendo a los partidos gobernantes en Espa?a, Alemania, Francia y Polonia, que se han caracterizado por llevar a cabo pol¨ªticas de austeridad. El PSOE deber¨ªa aprender de estas experiencias. Esperemos que lo haga.
Vicen? Navarro es catedr¨¢tico de Pol¨ªticas P¨²blicas. Universitat Pompeu Fabra.
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