Matr¨ªcula de honor

Hay cr¨ªticas que da gusto escribir, y ¨¦sta es una de ellas. Desde que aparecieran por Barcelona para ofrecer un ciclo Schubert que un servidor escuch¨® a trav¨¦s de Radio Cl¨¢sica, los chicos del Cuarteto Casals -producto se?ero de la Escuela Reina Sof¨ªa- se convirtieron en una de las grandes promesas de la m¨²sica espa?ola.

Cuando ganaron los concursos de Londres y Hamburgo, recordaron que ah¨ª segu¨ªan. Luego grabaron los cuartetos de Arriaga, que se han hartado de tocar, para que vi¨¦ramos que las casas de discos les empezaban a hacer caso.

Por fin, el s¨¢bado, en el Liceo de C¨¢mara, vinieron a los ex¨¢menes finales y dejaron al tribunal con los ojos como platos.

Los progresos del Cuarteto Casals han sido asombrosos en los ¨²ltimos a?os, casi dir¨ªamos en los ¨²ltimos meses, a tenor de lo escuchado en Madrid en un programa duro de veras y frente a un p¨²blico que se las sabe todas.

Las densidades de un Sch?nberg, el del Cuarteto n? 3, en pleno proceso de no retorno pero mirando todav¨ªa atr¨¢s sin demasiada ira; el verdadero drama vien¨¦s del hipersensible Zemlinski del Cuarteto n? 2; la reducci¨®n en su Quinteto en fa mayor de las densidades sinf¨®nicas de Bruckner, como una catedral en miniatura en la que no hay que olvidarse de respirar. Mucha m¨²sica.

Plena consciencia

Del Cuarteto Casals se hablaba en futuro. A partir del s¨¢bado eso se acab¨®. Seguir¨¢n creciendo, pero han llegado al punto en el que van a ser capaces de madurar desde lo ya hecho con plena consciencia. Tienen, adem¨¢s, una gran virtud: viven el instante, no se lo traen todo aprendido de casa para que no haya sorpresas. Matr¨ªcula de honor, pues, para estos cuatro m¨²sicos de un pieza.