Venezuela sigue en las trincheras
Dos a?os despu¨¦s del fallido golpe contra Ch¨¢vez, los extremos mantienen su pulso
Han pasado dos a?os del breve derrocamiento del presidente Hugo Ch¨¢vez y mientras la oposici¨®n contin¨²a empleando todos los recursos a su alcance para expulsarlo nuevamente del poder, el Gobierno ha conmemorado el aniversario por todo lo alto, con gran despliegue de actividades internacionales.
Venezuela, dos a?os despu¨¦s, sigue profundamente dividida en dos bandos que parecen irreconciliables, aunque las encuestas comenzaron a reportar desde mediados del a?o pasado un esperanzador crecimiento de los neutrales, a quienes se les llama, no sin cierto tono despectivo, los ni-ni, porque no son ni chavistas ni antichavistas. Sin embargo, ese sector casi no tiene voz, mientras las posiciones partidarias copan la escena medi¨¢tica. Por ello, los sucesos del 11 de abril de 2002, que dejaron un saldo de 19 muertos y centenares de heridos, fueron recordados seg¨²n visiones opuestas.
La oposici¨®n, coaligada en la Coordinadora Democr¨¢tica, con el respaldo de casi todos los medios de comunicaci¨®n, repiti¨® hasta la saciedad la versi¨®n de que militantes bolivarianos masacraron a manifestantes inermes, lo que provoc¨® la desobediencia de los altos mandos y, en consecuencia, la renuncia del presidente Ch¨¢vez. El Gobierno, en tanto, insisti¨® en su tesis de que la oposici¨®n y los militares golpistas, con apoyo de Estados Unidos, desviaron una gigantesca marcha hacia el palacio de Gobierno, emplazaron francotiradores que asesinaron a numerosas personas y generaron as¨ª el caos que justific¨® el derrocamiento.
La pugna informativa sobre el llamado 11-A distrajo ligeramente la atenci¨®n de los venezolanos de lo que ha sido el gran tema pol¨ªtico de 2004: el refer¨¦ndum revocatorio presidencial. La realizaci¨®n de esta consulta depende a¨²n de que unos 600.000 electores acudan a los centros instalados por el Consejo Nacional Electoral a ratificar sus firmas, ya que existen dudas acerca de la autenticidad de ¨¦stas. Las fuerzas opositoras est¨¢n divididas respecto a si deben o no acudir. Para un sector, es necesario hacerlo si se quiere alcanzar el objetivo final de realizar el refer¨¦ndum. Para el otro, concurrir implicar¨ªa legitimar un proceso viciado.
Por segundo a?o consecutivo, el Gobierno logr¨® sacar la mejor parte de los controvertidos sucesos de abril de 2002, d¨¢ndoles unas proporciones casi ¨¦picas, al montar el II Encuentro de Solidaridad con la Revoluci¨®n Bolivariana, que reuni¨® en Caracas a un abanico de luchadores sociales latinoamericanos, l¨ªderes antigloba-lizaci¨®n y representantes de movimientos culturales alternativos, quienes tienen en com¨²n su actitud ante Ch¨¢vez: un apoyo rayano en la devoci¨®n. Este a?o, el Gobierno tuvo algo que mostrar: los resultados de unos planes sociales a los que el florido verbo presidencial bautiz¨® como misiones, que han tenido, seg¨²n las estad¨ªsticas oficiales, un impacto positivo en sectores como la educaci¨®n, la salud y el abastecimiento de alimentos.
Pero, como en cualquier otro tema, en ¨¦ste la sociedad venezolana est¨¢ dividida. Desde la oposici¨®n se asegura que las misiones son planes efectistas, publicitarios y electoralistas, que encierran nuevas modalidades de clientelismo pol¨ªtico y una descarada forma de adoctrinamiento destinada a convertir a los j¨®venes pobres en milicianos armados para eventualmente defender la revoluci¨®n en escenarios violentos. ?Y los ni-ni qu¨¦ dicen? No est¨¢ muy claro; parece que nadie los ha consultado.
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