La analog¨ªa de Vietnam
Irak no es Vietnam. La diferencia m¨¢s importante est¨¢ en el n¨²mero de v¨ªctimas, que son solamente una peque?a fracci¨®n de la matanza de Indochina. Pero tambi¨¦n hay paralelismos reales e Irak es peor en algunos aspectos. Es cierto que la fuerza estadounidense que hay actualmente en Irak es mucho menor que la que enviamos a Vietnam. Pero el estamento militar de Estados Unidos, en su conjunto y en particular el Ej¨¦rcito de Tierra, es tambi¨¦n mucho menor ahora de lo que era en 1968. Si lo medimos en funci¨®n del porcentaje de efectivos all¨ª destacados, Irak es un conflicto de la envergadura de Vietnam. Y, en todo caso, el esfuerzo que Irak supone para nuestro Ej¨¦rcito es mayor.
En Vietnam, las fuerzas estadounidenses estaban compuestas principalmente por reclutas a corto plazo que volv¨ªan a la vida civil despu¨¦s de su periodo de servicio. Nuestra fuerza de Irak est¨¢ formada por voluntarios a largo plazo incluyendo a reservistas que no esperaban que los llamasen para misiones prolongadas en el extranjero. El entrenamiento de estos voluntarios, su moral y su disposici¨®n a volver a alistarse se resentir¨¢ mucho si se recurre a ellos para que pasen a?os librando una guerra de guerrillas. Algunos halcones dicen que esto demuestra que necesitamos un Ej¨¦rcito mayor. Pero el presidente George W. Bush no ha exigido un refuerzo de las tropas. De hecho, no se muestra muy deseoso de pagar a las que ya tenemos.
Una comparaci¨®n fiscal de las pol¨ªticas de Bush y de Lyndon B. Johnson hace que la era de Vietnam parezca una edad dorada de la responsabilidad personal. Al principio, Johnson se mostraba remiso a afrontar los costes de la guerra. Pero en 1968 apret¨® los dientes, elev¨® los impuestos y recort¨® el gasto e hizo que un gran d¨¦ficit se convirtiera en super¨¢vit al a?o siguiente. Un programa semejante hoy d¨ªa -el presupuesto pas¨® de un d¨¦ficit del 3,2% del PIB a un super¨¢vit del 0,3% en un s¨®lo a?o- eliminar¨ªa la mayor parte de nuestro d¨¦ficit presupuestario.
En cambio, Bush, por m¨¢s que hable de mantener el rumbo, no ha querido tachar nada de su lista de deseos. Por el contrario, utiliz¨® el resplandor inicial del aparente ¨¦xito en Irak para encajar otro recorte de impuestos, y esper¨® un poco para contarnos que necesitaba 72.000 millones de euros. Y sigue en esa l¨ªnea: en una conferencia de prensa, celebrada el martes de la pasada semana, el presidente no dijo nada de los 40.000 a 60.000 millones de euros que todos sabemos que van a hacer falta para pagar la prolongaci¨®n de las operaciones. Esta trapacer¨ªa fiscal forma parte de un esquema m¨¢s amplio. Vietnam hizo que se tambaleara la confianza de la naci¨®n no solamente porque perdi¨¦ramos, sino porque nuestros dirigentes no nos dijeron la verdad.
En septiembre, el general Anthony Zinni habl¨® de "Vietnam, donde escuchamos mentiras y basura", y pregunt¨® a su auditorio de altos cargos militares: "?Est¨¢ volviendo a suceder?". Est¨¢ claro que proliferan las comparaciones. El ataque del golfo de Tonkin frente a las armas de destrucci¨®n masiva y los v¨ªnculos inexistentes con Al Qaeda. "Corazones y mentes" frente a "dadnos la bienvenida como liberadores". "La luz al final del t¨²nel" frente a "hemos doblado la esquina". Vietnamizaci¨®n frente al nuevo Ej¨¦rcito iraqu¨ª.
Algunos dicen que Irak no es Vietnam porque hemos ido a llevar la democracia, no a apoyar un r¨¦gimen corrupto. Pero esto no deja de ser palabrer¨ªa idealista. En Vietnam, los altos cargos militares nunca dijeron: "Estamos apoyando un r¨¦gimen corrupto". Dec¨ªan que estaban defendiendo la democracia. El resto del mundo, e incluso los iraqu¨ªes, creer¨¢n en las intenciones idealistas de Estados Unidos cuando, y s¨®lo cuando, vean un Gobierno leg¨ªtimo iraqu¨ª no corrupto (en vez de, por poner un ejemplo, unas elecciones fraudulentas que otorguen el mando a Ahmed Chalabi).
Si no estamos fomentando la democracia en Irak, ?qu¨¦ estamos haciendo? Muchos de los defensores m¨¢s moderados de la guerra han alcanzado el punto de la l¨®gica del atolladero: ya no tienen grandes esperanzas en lo que podamos conseguir, pero temen lo que pueda suceder si nos marchamos. Es una dolorosa paradoja. Uno de los motivos reales de la invasi¨®n de Irak fue el de hacer una demostraci¨®n ante todo el mundo del poder estadounidense. Sirva de medida de lo mal que han ido las cosas el que ahora nos digan que no nos podemos ir porque ser¨ªa una demostraci¨®n de debilidad por nuestra parte. Una vez m¨¢s el paralelismo con Vietnam es evidente. ?Recuerdan la teor¨ªa del efecto domin¨®? Y a¨²n hay otro paralelismo: la pol¨ªtica nixoniana ha vuelto. Lo que recordamos ahora es el Watergate, pero igualmente graves fueron los esfuerzos de Nixon por suprimir la disidencia, como las concentraciones "D¨ªselo a Hanoi", en las que los que criticaban la guerra de Vietnam eran acusados de minar la moral de los soldados y alentar al enemigo. Lo del martes de George Bush fue metanixoniano: declar¨® que cualquiera que establezca analog¨ªas entre Irak y Vietnam mina la moral de los soldados y alienta al enemigo.
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