Pasando curso
En los cuentos de nuestra infancia -que algunos nunca hemos renunciado a releer- siempre se inclinan por lo menos tres hadas sobre la cuna de los reci¨¦n nacidos. Y les profetizan venturas o desventuras, seg¨²n la cala?a de las susodichas y los contenciosos que tienen abiertos con los padres de la inocente criatura. En realidad, tales augurios no son simples anticipaciones de lo porvenir, sino bendiciones o maldiciones activadas por las hechiceras que se cumplir¨¢n a?os despu¨¦s por arte de magia. Claro, que el cuento tambi¨¦n demuestra, triunfalmente, que, pese al augurio de las videntes y la mala idea de las brujas, el peque?o pr¨ªncipe o la inocente princesita pueden lograr finalmente derrotar a lo peor de su destino, a veces gracias al coraje de la espada, a la amistad inesperada de un genio o al beso certero de un pretendiente que no retrocede ante los dragones. Son muy tonificantes los cuentos bien le¨ªdos: ?ya quisi¨¦ramos poder decir lo mismo de las estad¨ªsticas!
Sobre la cuna del nuevo Ejecutivo socialista mosconean tambi¨¦n hadas y brujas medi¨¢ticas, bastantes m¨¢s de tres aun calculando muy por lo bajo. Y lanzan vaticinios ominosos o favorables seg¨²n sus intereses, que esperan ayudar a ver cumplidos por la simple fuerza de enunciarlos. En las sociedades democr¨¢ticas, la opini¨®n p¨²blica es una magia sumamente poderosa y cualquier abracadabra que alcance relevantes titulares puede llegar a ser un muy eficaz encantamiento para volver batracio al m¨¢s gallardo de los paladines o revestir de apariencia humana y hasta humanista al m¨¢s irremediable de los sapos. En tal capacidad m¨¢gica estriban gran parte de la grandeza y de la miseria de nuestro sistema pol¨ªtico, as¨ª como la responsabilidad de cuantos aprendices de brujo intervenimos p¨²blicamente en ¨¦l. Cabe esperar que Zapatero, como los sastrecillos valientes de anta?o, logre zafarse finalmente del mal de ojo de quienes no le quieren bien y tambi¨¦n de las adulaciones de los que s¨®lo se quieren a s¨ª mismos fingiendo quererle a ¨¦l. Al menos tal es el don que yo quisiera propiciarle, inclinado tambi¨¦n sobre la cuna de su nuevo Gobierno.
Hay un extendido alivio porque las pasadas elecciones nos han librado del aznarismo (que no de Aznar, pues ¨¦ste se ha ido por propia voluntad en un gesto notable probatorio de que su conocida inflexibilidad se la aplica a s¨ª mismo tanto como a los dem¨¢s). Yo sinceramente espero que ahora nos veamos tambi¨¦n aligerados del antiaznarismo, una dolencia ideol¨®gica que ha llegado a hacerse insufrible entre pol¨ªticos y medios de comunicaci¨®n en los ¨²ltimos meses, hasta transformarse en un culto de la personalidad al rev¨¦s que ha terminado por reducir el an¨¢lisis de los problemas del pa¨ªs a una interminable diatriba personalizada y empe?ada en convertir los modos poco conciliadores de un gobernante electo con millones de votos en un nuevo trasunto de la dictadura franquista. Sin duda no ha sido Aznar receptivo ni generoso con sus adversarios pol¨ªticos, pero tampoco es com¨²n que tras un atentado como el del 11-M hubiera masas teledirigidas dispuestas a acudir para llamarle asesino a ¨¦l en lugar de a los verdaderos terroristas..., y eso en v¨ªsperas electorales. No quiero ni pensar lo que hubiera ocurrido si ETA llega a confirmarse como autora de los cr¨ªmenes y las turbas hubieran acudido a Ferraz ese mismo d¨ªa para acusar a los socios de Carod Rovira. Menos mal que gracias a Toni Negri sabemos que el incidente fue un acontecimiento leninista: nos quita un peso de encima.
En un libro de entrevistas dice Peter Sloterdijk que la principal ocupaci¨®n de los intelectuales europeos actuales es comentar cr¨ªticamente -a favor o en contra- lo que hacen los norteamericanos. En Espa?a ha solido acompa?arse esa dif¨ªcil tarea con el estudio de lo que hac¨ªa o dejaba de hacer Aznar. Supongo que ya podremos prescindir pr¨®ximamente de este segundo empe?o y comenzar a centrarnos en c¨®mo afrontar la realidad que nos urge. Aunque, claro, como la realidad no suele llevar bigote, es m¨¢s dif¨ªcil de caracterizar y caricaturizar que el socorrido dirigente que ahora se despide. En fin, que lo que toca ahora es saber qu¨¦ hacer, pregunta, por cierto, que tambi¨¦n tiene ilustre raigambre leninista.
En el debate de investidura predominaron, como tanto se ha destacado, los buenos modos y la disposici¨®n casi afectuosa de los intervinientes, salvo en las referencias de algunos de ellos al pasado pr¨®ximo inmediato. En asuntos de intendencia, la situaci¨®n del pa¨ªs que recibe Zapatero no debe ser mala, porque de lo que menos se discuti¨® fue de econom¨ªa, y eso siempre es buena se?al. Resultaron muy interesantes las llamadas del nuevo presidente a la humildad, que no es un rasgo franciscano de su car¨¢cter, sino un elemento constitutivo del sistema democr¨¢tico, seg¨²n se?al¨® con su habitual nitidez y nobleza Albert Camus: "El dem¨®crata es modesto. Confiesa una parte de ignorancia, reconoce en parte el car¨¢cter aventurado de su esfuerzo y que todo no le es dado. Y a partir de esa confesi¨®n, reconoce que tiene necesidad de consultar a los otros, de completar lo que sabe con lo que saben ellos". Por cierto, que, al d¨ªa siguiente, los mismos opinantes que tanto hab¨ªan rega?ado a Zapatero por mostrar esta conciliadora actitud cuando estaba en la oposici¨®n, reproch¨¢ndole que tanta blandura le regalaba el poder al PP, se la celebraron y atacaron a Rajoy por proponerse hacer la oposici¨®n "dura" que antes recomendaban: ?quieren crucificar a Zapatero sin dejarle gobernar! En fin, mira que llevo a?os asistiendo a su coherencia sectaria, pero a¨²n logran desagradarme como el primer d¨ªa.
Que desde luego no todo se arreglar¨¢ con disposici¨®n al di¨¢logo y apertura de miras por parte del nuevo presidente, qued¨® claro en las intervenciones nacionalistas. Fue notable la insistencia de todos ellos, incluso del sensato Duran i Lleida, en la exigencia de asimetr¨ªa entre las autonom¨ªas del Estado. Por lo visto, a¨²n m¨¢s importante que lo que se les conceda es que no se conceda lo mismo a otros: hay que fabricar diferencia a toda costa. Lo esencial es mantener para sus comunidades el car¨¢cter de incrustaciones en el conjunto, de aerolitos llegados del espacio exterior y que no deben ser confundidas con el resto del planeta Espa?a. Si la pluralidad del pa¨ªs no implica desigualdad, no vale: a eso se le llama estar "c¨®modos" en el conjunto. Los representantes del nacionalismo vasco destacaron en este planteamiento, como es l¨®gico. El del PNV hizo una descripci¨®n del Gobierno en los ¨²ltimos a?os basado en el autismo del Ejecutivo y el desprecio a las posiciones del contrario, que correspond¨ªa mucho mejor a lo que hemos padecido en el Pa¨ªs Vasco que a lo vivido
en el resto de Espa?a. Siguen insistiendo en el "recorte de libertades", aunque no logren dar un solo ejemplo de tal fechor¨ªa: a no ser que se refieran a la "libertad" de que grupos pol¨ªticos apoyen, legitimen y financien encubiertamente el terrorismo, lo cual no es una libertad, sino un abuso cuya abolici¨®n favorece las libertades de los dem¨¢s. Pero el momento culminante fue cuando el se?or Erkoreka recomend¨® al nuevo Ejecutivo una visi¨®n m¨¢s laica de la pol¨ªtica. ?El PNV promocionando el laicismo pol¨ªtico! Es como la patrona del burdel predicando castidad a las ni?as del coro...
El mismo Erkoreka mostr¨® su perplejidad ante la respuesta excelente de Zapatero, firme sin agresividad. Y es que yo creo que la confusi¨®n entre una actitud abierta y una actitud vac¨ªa puede llevarles a m¨¢s de una sorpresa, como le ocurri¨® al hijo peque?o de unos amigos m¨ªos. El chaval siempre suspend¨ªa en matem¨¢ticas y me hac¨ªa confidente de sus cuitas, con las que yo simpatizaba por haberlas tambi¨¦n padecido. Seg¨²n ¨¦l, el profesor era antip¨¢tico, aburrid¨ªsimo y le ten¨ªa mucha man¨ªa. Pas¨® finalmente curso a trancas y barrancas: el nuevo profesor de matem¨¢ticas era un dechado de bonhom¨ªa y amigo de la familia adem¨¢s, pero, para su desolaci¨®n, sigui¨® suspendi¨¦ndole. A pesar de ser tan simp¨¢tico, segu¨ªa pensando que dos y dos son cuatro, como el malencarado del curso anterior... O sea, que pasamos curso, pero sigue siendo obligado que cada cual ponga algo de su parte y sobre todo que no olvidemos que hay materias con las que no se puede trampear. Porque se han documentado ampliamente los males del fundamentalismo democr¨¢tico, pero no debe olvidarse que peor que cualquiera de ellos ser¨ªa el mal de una democracia sin fundamento.
Fernando Savater es catedr¨¢tico de Filosof¨ªa de la Universidad Complutense de Madrid.
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