No es para tanto, nunca es para tanto
(...) No estoy tan seguro de que el juego d¨¦ para tanto en el bell¨ªsimo Paraninfo como para decir algo nuevo. No hay nuevo. Apollinaire habl¨® con insistencia de le nouveau al empezar el otro siglo. ?Qu¨¦ ser¨¢ le nouveau? Un minuto, y se arruga.
Vivimos tiempo que ni se detiene ni tropieza ni vuelve. Soy hijo de minero del carb¨®n y eso lo dije hace 12 a?os, cuando el Premio Reina Sof¨ªa, y est¨¢ escrito que los verdaderos poetas son de repente, y no basta el oficio. La poes¨ªa encarna en uno como por azar. Tambi¨¦n lo dije all¨ª. Te dan la palabra que no mereces y te pones a balbucear el mundo, imantado como en el amor por el encantamiento y el desollamiento. [...]
"No hay Dios ni hijo de Dios sin desarrollo", dijo una vez Vallejo, el m¨¢s grande poeta del Per¨², genio del mestizaje como nuestra Mistral o nuestro Rulfo, nuestro Dar¨ªo o el mism¨ªsimo Neruda, cuyo centenario est¨¢ ardiendo estos d¨ªas en la Patria Grande de Cervantes que es la lengua. Esa Patria Grande que nos une a todos por sangre y por ox¨ªgeno, se entiende, desde el Cid al Quijote y m¨¢s ac¨¢.
S¨¦ que me repito pero qu¨¦ le voy hacer. Soy la metamorfosis de lo mismo
Cuando hablo de la amarra entre la Edad de Oro y los Cronistas de Indias, estoy pensando necesariamente en los progenitores de la gran narrativa iberoamericana, los Carpentier, los Rulfo, los Arguedas, los Cort¨¢zar, por ejemplo, y aun en nuestros poetas visionarios: un Huidobro, una Mistral, un Pablo de Rokha, un Vallejo, un Neruda o un Octavio Paz.
M¨¢s claro: no es que seamos ¨²nicamente libro; somos tambi¨¦n imaginaci¨®n abierta a las grandes mudanzas, y amor, y libertad al mismo tiempo. Todo eso hablando de ni?ez y reni?ez incesante, de riesgo y de coraje.
Ah¨ª vamos en la apuesta. ?Qu¨¦ ser¨¢ el 3004 de nosotros, por ejemplo?, ?el 4004 qu¨¦ ser¨¢? Ah¨ª estar¨¢ otra vez intacto Cervantes leyendo el parpadeo de la historia en el de las estrellas. Leyendo el mundo y reley¨¦ndonos. ?Qu¨¦ ser¨¢ de ¨¦l mismo y por a?adidura, si se quiere arbitraria, qu¨¦ ser¨¢ de nuestro Borges y su Aleph, Neruda y su Residencia, Vallejo y su Trilce, Carpentier y sus Pasos perdidos, Huidobro y su Altazor, Dar¨ªo y m¨¢s Dar¨ªo?
De ni?o aprend¨ª solo, yo solo, que hay que mirar hacia adelante y tambi¨¦n hacia atr¨¢s al mismo tiempo y no tenerle miedo al miedo. Porque no se me da la sentencia preciosa del gran Eliot: "Te mostrar¨¦ el miedo en un pu?ado de polvo". No es para tanto, nunca es para tanto.
(...) Se?oras y se?ores: dif¨ªcil enhebrar la aguja l¨²cida para este barbarofon¨®n. La poes¨ªa encarna en uno como por azar. Y es que uno no la merece a la palabra. Se la dan porque se la dan. (...) Y algo entonces sobre el aprendiz interminable que soy yo mismo. Escribo cada d¨ªa al amanecer cuando el duchazo fr¨ªo me enciende las arteriolas del seso. Siempre me funcion¨® el crep¨²sculo matinal; el otro, el vesperal, mucho menos; ser¨¢ cosa de respiro imaginario. Porque de veras soy aire y eso tiene que ver con el oc¨¦ano del gran Golfo de Arauco donde nac¨ª, y tambi¨¦n con las cumbres de Atacama donde (all¨¢ por mis 20 a?os) los mineros del cobre me ense?aron mucho m¨¢s que el surrealismo: a descifrar el portento del lenguaje inagotable del murmullo, el centelleo y el parpadeo de las estrellas.
[...] S¨¦ que me repito pero qu¨¦ le voy hacer. Soy la metamorfosis de lo mismo. Y el pa¨ªs longil¨ªneo es para la risa: se lo da todo a sus poetas: la asfixia y el ventarr¨®n de la puna, el sol hasta el desollamiento, lo pedregoso y lo abrupto ?y que lo diga la Mistral!, el piedrer¨ªo, lo hortelano y la placidez, el sacud¨®n que no cesa y unas veces estalla catacl¨ªstico, la fiereza de las aguas largas y diamantinas, los bosques donde vuelan todos los p¨¢jaros, ?esos bosques!, ?esa hermosura que nos est¨¢n robando del Este y el Oeste en nombre de la tecnolatr¨ªa!, lo geol¨®gico y lo m¨¢gico de m¨¢s y m¨¢s abajo donde empieza el Principio, m¨¢s all¨¢ todav¨ªa de lo patag¨®nico y lo ant¨¢rtico.
(...) El rey Juan Carlos anduvo el otro d¨ªa por ah¨ª y alcanz¨® a ver lo diamantino de lo ant¨¢rtico y sus incre¨ªbles proyecciones para otros plazos del planeta. Yo tambi¨¦n anduve ah¨ª hace unos a?os y fund¨¦ una escuela para ni?os en La Villa de las Estrellas. Esto vengo a pedir en la gran fecha cervantina: volvamos al reencuentro de los unos y los otros. Volvamos al rehallazgo en la Villa de las Estrellas.
(...) De repente estoy en la reni?ez y me digo con el gran Horacio de hace dos mil a?os: "Lusisti satis, edisti satis, atque bibisti. Tempus abire tibi est". Jugaste bastante, comiste romanamente, y bebiste: ?tiempo de que te vayas!
Extracto del discurso de Gonzalo Rojas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.