Volver a la normalidad
La pasada legislatura ha sido tan convulsa tanto en el Estado como en la comunidad aut¨®noma de Andaluc¨ªa que no fue posible que hubiera espacio alguno para el entendimiento entre las fuerzas pol¨ªticas en el interior del sistema pol¨ªtico espa?ol o en el subsistema pol¨ªtico andaluz, ni tampoco entre los Gobiernos de la naci¨®n y de la Junta de Andaluc¨ªa. Ha sido una legislatura de la crispaci¨®n generalizada en las relaciones entre los partidos y del enfrentamiento institucional tambi¨¦n generalizado.
Afortunadamente ese tiempo parece haber quedado atr¨¢s. Tanto la investidura de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero como la de Manuel Chaves se han desarrollado en un clima de di¨¢logo que no se hab¨ªa conocido desde comienzos de la ¨²ltima d¨¦cada del siglo pasado. Los Pactos Auton¨®micos de 1992 fueron la ¨²ltima ocasi¨®n en la que se lleg¨® a un acuerdo de verdad entre Gobierno y oposici¨®n en Espa?a. Tanto en su formulaci¨®n como en su ejecuci¨®n. A partir de ese momento y sobre todo a partir de las elecciones generales de 1993 se inici¨® una suerte de guerra civil entre los partidos pol¨ªticos, que en Andaluc¨ªa se complet¨® con una guerra institucional a partir de 1996, en el curso de la cual se ha producido un deterioro m¨¢s que notable de las reglas de juego establecidas en la Constituci¨®n y en el Estatuto de Autonom¨ªa.
El presidente deber¨ªa convocar a los partidos para llegar a un acuerdo para celebrar las elecciones andaluzas separadas
Justamente por eso es importante que reflexionemos sobre esas reglas de juego y que hagamos un esfuerzo por actualizarlas mediante las reformas constitucionales y estatutarias que sean necesarias. Adem¨¢s de las mejoras que puedan introducirse en ambos textos, el mero hecho de poner en marcha las reformas constitucional y estatutaria, en la medida en que se exigen mayor¨ªas cualificadas tanto para la una como para la otra, supondr¨ªa la renovaci¨®n del esp¨ªritu de consenso que presidi¨® el establecimiento de las reglas del juego democr¨¢tico durante la transici¨®n, renovaci¨®n que, como record¨® el jefe del Estado el pasado jueves en la sesi¨®n solemne de inauguraci¨®n de la legislatura, es tan indispensable para la reforma de la Constituci¨®n como lo fue para el momento constituyente originario.
Pero la renovaci¨®n del consenso no es ¨²nicamente necesaria para la reforma constitucional o estatutaria, sino que debe extenderse tambi¨¦n a otras materias que no precisan reforma alguna de los textos fundamentales. En lo relativo a los medios de comunicaci¨®n de titularidad p¨²blica y al modelo educativo deber¨ªa hacerse un gran esfuerzo para alcanzar un acuerdo. Deber¨ªa ponerse fin de manera definitiva a una situaci¨®n en los medios de comunicaci¨®n tanto estatales como auton¨®micos que nos coloca en una situaci¨®n bochornosa entre los pa¨ªses de la Uni¨®n Europea. El estatuto de la radiotelevisi¨®n p¨²blica estatal o auton¨®mica deber¨ªa ser aprobado por unanimidad. Y algo parecido deber¨ªa intentar conseguirse en lo que al modelo educativo se refiere. En la eficacia del modelo educativo se juega literalmente el futuro del pa¨ªs y ning¨²n pa¨ªs puede tener un buen futuro con modelos educativos que cambian de ra¨ªz cada vez que cambia la mayor¨ªa parlamentaria. El modelo educativo tiene que ser revisado peri¨®dicamente, pero no se le puede dar la vuelta como a un calcet¨ªn porque se tenga mayor¨ªa absoluta en el Parlamento. Los cambios en las mayor¨ªas parlamentarias pueden e incluso deben tener su incidencia en la forma en que se satisface el derecho a la educaci¨®n, pero una cosa es incidir y otra dar un vuelco.
Pero hay un terreno m¨¢s prosaico en el que creo que ser¨ªa de suma importancia que se llegara a un acuerdo. Me refiero a la convocatoria de las pr¨®ximas elecciones auton¨®micas. En cuatro de las siete convocatorias han coincidido las elecciones andaluzas con las elecciones generales. No coincidieron en 1982, 1990 y 1994. Han coincido en 1986 y en todas las convocadas desde 1996. Esto no deber¨ªa volver a ocurrir. La coincidencia en 1996 vino impuesta en cierta medida por la pinza, ya que fue la no aprobaci¨®n por segundo a?o consecutivo de los presupuestos de la comunidad lo que oblig¨® al presidente Chaves a convocar anticipadamente las elecciones. Y las de 2000 y 2004 se explican en buena medida porque en el clima en que hemos vivido resultaba imposible llegar a ning¨²n tipo de acuerdo y el riesgo de cualquier decisi¨®n era pol¨ªticamente muy alto.
Esa situaci¨®n ya no existe hoy. El Gobierno dispone de una mayor¨ªa absoluta en el Parlamento, no es previsible que vaya a reproducirse la confrontaci¨®n con el Gobierno de la naci¨®n y, si se quiere sacar adelante la reforma de la Constituci¨®n y del Estatuto de Autonom¨ªa, todos los partidos tendr¨¢n que negociar con todos. Existen, pues, unas condiciones dif¨ªcilmente mejorables para que se pueda llegar a un acuerdo entre todos los partidos pol¨ªticos para celebrar las pr¨®ximas elecciones andaluzas separadas de las elecciones generales.
Esto deber¨ªa hacerse ya. Al comienzo de la legislatura, cuando no hay urgencia para dar respuesta al problema. El presidente deber¨ªa convocar a los dirigentes de los partidos pol¨ªticos con representaci¨®n parlamentaria con la finalidad de llegar a un acuerdo y darlo a conocer a la opini¨®n p¨²blica.
Es obvio que, con ello, el partido socialista pierde de cara a las pr¨®ximas elecciones la prima a la posesi¨®n del poder que supone la facultad de disolver o de no disolver anticipadamente el Parlamento que posee el presidente de la Junta de Andaluc¨ªa. Esa prima es un instrumento de poder importante, en la medida en que permite al partido que est¨¢ en el Gobierno decidir el momento en que le interesa competir e imponer su decisi¨®n a los dem¨¢s. Pero lo que est¨¢ en juego lo exige. La coincidencia de las elecciones generales y andaluzas no puede convertirse en una suerte de regla no escrita de nuestro modelo constitucional-estatutario. Ser¨ªa, adem¨¢s, una muestra de autolimitaci¨®n de poder que, dadas las circunstancias, estar¨ªa bien que se produjera. La norma electoral debe ser la no coincidencia. Hay que volver a ella.
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