Doy fe
Sepan quantos esta carta vieren como yo Juan Gar?ia, fijo de Blasco Fernandez, vezino de la Torre del Canpo, aldea de Madrit, otorgo e conozco que vendo e do per juro de heredar para agora e de aqu¨ª adelante para siempre jamas a vos Alfon Gon?alez, escribano publico, vezino de la villa de Madrit, una yunta de tierras de pan levar para a?o e vez que yo he en la Torre e su territorio de lo bueno e de lo non tan bueno e de lo comunal con sus prados e pastos de lo que yo ove de Juan Gar?ia, my suegro". No ha quedado otra huella de Juan Gar?ia que este protocolo de compraventa firmado el 28 de abril de 1440. Un documento manuscrito con delicada caligraf¨ªa y firmado ante notario que se conserva a¨²n en un archivo hist¨®rico notarial.
"La gente no sabe lo que hacemos. Porque damos seguridad jur¨ªdica, que, como la salud, s¨®lo se echa en falta cuando no se tiene", dice Juan Bol¨¢s
La larga historia de esta profesi¨®n proyecta una sombra negativa, como si el notario estuviera asociado a tr¨¢mites medievales
La seguridad jur¨ªdica que da el notario espa?ol es mayor y m¨¢s barata que la que proporciona el sistema anglosaj¨®n, basado en las compa?¨ªas de seguros
M¨¢s de 550 a?os de historia no han podido borrar la huella de ese acto civil, que encierra el fundamento de la vida social moderna. Somos lo que poseemos y lo que, por tanto, podemos vender o enajenar. Pero esta certeza s¨®lo cobra valor inapelable cuando est¨¢ por medio el notario. Tan antiguos como la sociedad humana, los notarios han sido y son testigos excepcionales de su discurrir. Cuando todo lo dem¨¢s se desvanece en el tiempo, las actas y protocolos notariales permanecen dando fe no s¨®lo de contratos y disposiciones, sino de todo un sistema de relaciones sociales y econ¨®micas ya extinguido.
La larga historia de esta profesi¨®n persigue a los notarios como una sombra mal¨¦fica, que les asocia a tr¨¢mites medievales y oscuros, aunque su trabajo -dar garant¨ªa de legalidad en los diversos ¨¢mbitos de las relaciones humanas- no puede ser m¨¢s actual. Pese a ello, el notario, figura omnipresente, es un desconocido en la sociedad que ¨¦l mismo ha contribuido decisivamente a construir, o, por lo menos, un profesional marcado -y a veces condenado- por los estereotipos.
"La gente no sabe muy bien lo que hacemos. A lo m¨¢s que llegan los m¨¢s informados es a decir que damos fe p¨²blica. Y este desconocimiento se debe a que los notarios damos seguridad jur¨ªdica preventiva, y eso, como la salud, s¨®lo se aprecia cuando no se tiene", dice Juan Bol¨¢s, presidente del Consejo General del Notariado, organismo que agrupa a los decanos de los 16 colegios notariales que existen en Espa?a.
En permanente batalla contra estos estereotipos, y el mito negativo que les persigue, los notarios de Espa?a no dejan de autoexaminarse, y realizan peri¨®dicos estudios sobre el grado de conocimiento y de aceptaci¨®n social de una antigua profesi¨®n que aspira a evolucionar al paso de la sociedad de la que emana y a la que aseguran servir. Una profesi¨®n que empez¨® a dibujarse con el singrapho griego y el tabulario romano, pero que nace como tal, en el siglo XII, en la Universidad de Bolonia, donde "se cre¨® una escuela notarial comparable en esplendor a la pintura renacentista", dice Jos¨¦ Arist¨®nico Garc¨ªa, notario de Madrid, delegado de Comunicaci¨®n del CGN. En Espa?a, las Partidas de Alfonso X el Sabio consideran ya al notario como un funcionario p¨²blico, y de ah¨ª hasta nuestros d¨ªas -pasando por la ley del siglo XIX que fij¨® completamente el perfil profesional de este cuerpo-, el notario ha sido testigo y parte esencial en el desarrollo mercantil, social y urbano de nuestra sociedad.
Pero si los notarios est¨¢n orgullosos de sus ra¨ªces y de la viej¨ªsima historia de su profesi¨®n, no son menos celosos a la hora de defender la extremada modernidad de su cometido. "Tratamos a diario con los problemas de la sociedad actual", dice Jos¨¦ Javier Escolano, decano del Colegio de Albacete y delegado en temas de inform¨¢tica. "A nuestras notar¨ªas llegan con frecuencia parejas de hecho que piden consejo sobre c¨®mo afrontar cuestiones de herencias". "La situaci¨®n es tan an¨®mala que te obliga a darle vueltas a las cosas, dentro de la legalidad, para buscar acomodo a los derechos de estos ciudadanos", dice Jos¨¦ Arist¨®nico. "Hay que pactar un estatuto especial del domicilio conyugal para que, en caso de muerte de uno de los dos miembros de la pareja, el otro tenga derecho preferencial de compra". Los notarios piensan que todo el derecho sucesorio deber¨ªa cambiarse a la luz de la transformaci¨®n que ha sufrido la sociedad espa?ola. "En realidad es el C¨®digo de Derecho Civil el que necesita una reforma profunda", dice Escolano.
Unir los despachos
Al menos los notarios han sido capaces de afrontar el mayor desaf¨ªo al que se enfrenta hoy cualquier profesi¨®n, la revoluci¨®n electr¨®nica. "Entre 1999 y 2000, en el Consejo General del Notariado reflexionamos sobre la necesidad de unir seguridad jur¨ªdica y seguridad t¨¦cnica para ofrecer a la sociedad todas las mejoras que esta nueva tecnolog¨ªa ofrece", dice Escolano. "Lo primero que hicimos fue crear las plataformas que unen los 3.000 despachos de notarios de Espa?a (Intranet notarial) para obtener una seguridad t¨¦cnica. Luego, gracias a las leyes de 2001 y 2002, de acompa?amiento de los Presupuestos Generales del Estado, que autorizaron ambos modelos de firma, la electr¨®nica y la manuscrita, pusimos en marcha este sistema de firma electr¨®nica".
El ciudadano no podr¨¢ prescindir de la visita a la notar¨ªa, porque este funcionario s¨®lo da fe de un documento cuando los interesados y afectados por el mismo est¨¢n f¨ªsicamente presentes; pero s¨ª se pueden resolver engorrosos problemas legales entre distintas ciudades sin que nadie tenga que desplazarse, salvo los documentos, a trav¨¦s de la vertiginosa red inmaterial. El soporte electr¨®nico, con su velocidad y su eficacia, permite hoy crear sociedades limitadas entre socios desperdigados por la geograf¨ªa espa?ola (e incluso la europea). "Basta un ejemplo. Recuerdo la rapidez con la que se constituy¨® una sociedad de este tipo, con los socios entre Bilbao y Murcia. La escritura matriz se hizo ante un notario de Murcia, y los dos socios que estaban en Bilbao prestaron y firmaron su consentimiento ante un notario de esta ciudad, que envi¨® copia electr¨®nica a su colega a trav¨¦s de Internet", dice Escolano.
La operaci¨®n fue posible gracias a la firma electr¨®nica notarial. En realidad, una tarjeta especial, dotada de un microchip que se introduce en el ordenador y junto a una contrase?a espec¨ªfica, permite identificar al notario que est¨¢ detr¨¢s del documento. Con la misma velocidad se env¨ªa copia electr¨®nica del contrato al Registro Mercantil, a la comunidad aut¨®noma correspondiente, a la Agencia Estatal de Administraci¨®n Tributaria, y de ah¨ª a la Seguridad Social. S¨®lo malentendidos pol¨ªticos han frenado el uso de este sistema en la constituci¨®n de empresas en todo el territorio nacional.
Aunque el notario es sin¨®nimo de fiabilidad en un documento -no en vano, Joaqu¨ªn Costa acu?¨® la frase "notar¨ªa abierta, juzgado cerrado"-, en el mundo existe otro sistema de acuerdo y entendimiento en las relaciones econ¨®micas y sociales, el derivado del derecho anglosaj¨®n, de la common law, que se basa en el valor de la palabra. Ni en buena parte del Reino Unido ni en Estados Unidos existe la figura del notario, al menos no en el funcionamiento interno de estas sociedades.
"En Estados Unidos, el verdadero ¨¢rbitro de la situaci¨®n es el abogado. El negocio generado por esta profesi¨®n ha tenido un crecimiento 10 veces superior al de la industria del autom¨®vil, en los ¨²ltimos a?os", dice el presidente del CGN, Bol¨¢s. El sistema, sin embargo, resulta mucho m¨¢s caro que el latino-germ¨¢nico por el que se rige Espa?a y la mayor parte de Europa y del mundo. No es casual que la Uni¨®n Internacional del Notariado Latino (UINL) agrupe en estos momentos a 71 pa¨ªses, y que sociedades reci¨¦n nacidas a la noci¨®n de propiedad privada, como la china, se hayan decidido por este modelo notarial, basado precisamente en el documento p¨²blico.
"Una operaci¨®n de compraventa de un inmueble en Am¨¦rica es complicada y car¨ªsima", a?ade Bol¨¢s, "porque el contrato firme requiere una investigaci¨®n previa encomendada a abogados y detectives tanto del comprador como del vendedor, adem¨¢s de exigir el contrato con una aseguradora que, en caso de fraude, indemniza a la parte da?ada".
Cierto que sobre los notarios espa?oles pesa el sambenito primordial de ser astron¨®micamente caros, pero nadie pone en duda su solvencia y el rigor jur¨ªdico de los documentos firmados bajo su autoridad. "Nada m¨¢s falso que la carest¨ªa de este servicio", subraya Arist¨®nico Garc¨ªa. "Lo que la gente no sabe es que, en los gastos que ocasiona la firma de una escritura en el caso de la compraventa de un piso
[la m¨¢s habitual de las operaciones que se realizan en los despachos notariales], al notario le corresponde una ¨ªnfima parte, ya que el grueso son los impuestos que van a las arcas del Tesoro".
El notario hace en este caso el desagradable papel de recaudador, y s¨®lo cobra al ciudadano los aranceles expresamente fijados por el Gobierno, de acuerdo con las funciones estipuladas por el Ministerio de Justicia, del que depende completamente este funcionario liberal y cuyo titular ostenta el cargo de notario mayor del Reino.
Recaudadores del Estad o
Por eso, estos profesionales se quejan de la comprensi¨®n con que la gente mira las abultadas minutas de los abogados, mientras las de la notar¨ªa provocan estremecimientos. En realidad, los aranceles notariales representan una m¨ªnima parte de esa descomunal factura. Por ejemplo, en la compra de un apartamento de 30.050.61 euros, el comprador debe abonar al notario, en concepto de aranceles, 245,93 euros, y, sin embargo, en la notar¨ªa tendr¨¢ que pagar 2.103.54 euros, correspondiente al Impuesto de Transmisiones, aparte de 96,48 euros de inscripci¨®n en el Registro y otras sumas menores en concepto de gastos de correo.
Por no hablar, a?ade Arist¨®nico, "de otros documentos, como poderes y testamento, que son totalmente deficitarios para el notario". Nada de esto evita que el ciudadano, despu¨¦s de haber formalizado una escritura en la notar¨ªa, se vaya a casa con la impresi¨®n de que ese irreprochable funcionario que le ha estrechado la mano con una sonrisa, y ha estampado en los documentos una firma ilegible, ha cobrado un dinero sin hacer pr¨¢cticamente nada. "El problema es que la gente no ve todo el trabajo que hay detr¨¢s. Las consultas entre el oficial y el titular de la notar¨ªa para preparar ese contrato, las horas de trabajo que cuesta", a?ade Bol¨¢s. La gente ignora que el notario es un funcionario al servicio del ciudadano, "que asesora de forma imparcial a la parte m¨¢s d¨¦bil, recoge la voluntad de las partes, ajusta el acto a la legalidad, redacta y autoriza el documento", recuerda Jose Manuel Garc¨ªa Collantes, delegado internacional de los notarios espa?oles.
La vida en toda su complejidad pasa por los despachos notariales, hasta el punto de que, explica Juan Bol¨¢s, "en Italia la compraventa de coches de segunda mano se hace ante notario, porque el Estado no quiere dejar descontrolado ese mercado". Del mismo modo, en un pa¨ªs como Venezuela, donde la venta de armas es legal, "la compra tiene que realizarse ante notario". O notaria, porque en este pa¨ªs son mayor¨ªa de mujeres las que ejercen esta profesi¨®n. "En Espa?a tambi¨¦n se ha incrementado mucho la presencia de mujeres en los ¨²ltimos a?os. La proporci¨®n est¨¢ en torno al 50% en las ¨²ltimas promociones", dice Jos¨¦ Arist¨®nico, empe?ado en acabar con el t¨®pico de una profesi¨®n de ricos y anticuados se?ores. Por ejemplo, es incierto que los notarios tengan una clientela acomodada. "Al contrario. A nosotros nos favorece el hecho de que la propiedad est¨¦ muy repartida. Preferimos hacer escrituras de 100 pisos de 15 millones que de uno de 2.000 millones", explica Juan Bol¨¢s.
Propiedad repartida es sin¨®nimo de trabajo para estos profesionales, que intervienen en la constituci¨®n y disoluci¨®n de sociedades mercantiles, en la redacci¨®n de testamentos y otros procedimientos del ¨¢mbito sucesorio, en la modificaci¨®n del r¨¦gimen matrimonial, en la disoluci¨®n de sociedades conyugales, en la emancipaci¨®n de los hijos, en la reagrupaci¨®n de las familias, en los arrendamientos de fincas, en los pr¨¦stamos personales e hipotecarios, en el leasing inmobiliario, en la transmisi¨®n de acciones y participaciones, y en la gesti¨®n y desarrollo urban¨ªsticos, entre otras cosas.
Una profesi¨®n que ha dado grandes pasos para unificarse en toda la Uni¨®n Europea. El objetivo es uno: "Facilitar los tr¨¢mites de compraventa en Europa y hacer m¨¢s simple la burocracia entre los pa¨ªses", dice Garc¨ªa Collantes, que subraya al respecto la importancia del Reglamento para la Ejecuci¨®n de Cr¨¦ditos no Contradichos que acaba de firmarse en Bruselas. "Es un cap¨ªtulo legal crucial para el funcionamiento del comercio global y la buena marcha de las empresas en el ¨¢mbito europeo". Detr¨¢s de un nombre abstruso se esconden importantes seguridades para los comerciantes que contratan productos fuera de las fronteras de su pa¨ªs.
Asimilaci¨®n a Europa
Gracias a estos esfuerzos, la legislaci¨®n societaria europea es pr¨¢cticamente id¨¦ntica, y la figura del notario se refuerza. "En todo el mundo se percibe la necesidad de que exista un controlador de la legalidad que d¨¦ seguridad internacional a las transacciones. Por eso, incluso pa¨ªses como el Reino Unido est¨¢n empezando a crear una especie de cuerpo notarial que cuenta ya con 1.500 profesionales", dice Garc¨ªa Collantes. Pero adem¨¢s, insiste Bol¨¢s, "los notarios somos aut¨¦nticos term¨®metros de la sociedad. De si se liquidan anticipadamente las hipotecas, de si las sociedades limitadas se crean o se disuelven, de un sinf¨ªn de datos econ¨®micos y sociales que constituyen un banco de datos muy notable, que, obviamente sin nombres ni apellidos, pasa a los organismos pertinentes para realizar informes econ¨®mico-sociales".
Dicho en letra peque?a, observa Garc¨ªa Collantes, "despu¨¦s de 25 a?os de trabajo notarial puedo corroborar lo que siempre o¨ª al preparar las oposiciones: los notarios somos una especie de confesores de la sociedad". Quiz¨¢ por eso, hace ya m¨¢s de 500 a?os, la m¨¢s cat¨®lica de las reinas espa?olas, Isabel de Castilla, expres¨® su deseo de que uno de sus hijos heredara el trono, otro fuera arzobispo de Toledo, y el tercero, notario de Medina del Campo.
Funcionarios y profesionales liberales
"ENTRE EL D?BIL y el fuerte, es la libertad la que oprime y el derecho el que protege". Esta m¨¢xima del pensador franc¨¦s Henri Lacordaire ilustra el esp¨ªritu de servicio que gu¨ªa a los notarios. Funcionarios de ¨¦lite que viven a caballo entre la rigidez impuesta por su condici¨®n de servidores del Estado y su car¨¢cter de profesionales privados, que pagan de su bolsillo a los oficiales y dem¨¢s empleados de su notar¨ªa. Los 3.000 notarios que existen en Espa?a (desde el a?o 2000 forman parte de este cuerpo tambi¨¦n los corredores de comercio) dirigen otras tantas notar¨ªas, creadas por los poderes p¨²blicos siguiendo un criterio de cobertura global del territorio. Los colegios notariales surgieron en el siglo XIX, junto a las Audiencias Territoriales, para subrayar la cualidad de jueces amables que tienen estos funcionarios. Al notariado se accede despu¨¦s de haber concluido la carrera de derecho y tras superar unas duras oposiciones, que el Ministerio de Justicia convoca cuando lo considera oportuno. Los notarios, funcionarios p¨²blicos al servicio del ciudadano, equivalen a jueces civiles, de modo que hay notarios de guardia de noche y en d¨ªas festivos, por m¨¢s que su imagen p¨²blica sea la de profesionales liberales con exorbitantes sueldos. Aun as¨ª, el factor de profesional liberal tiene su peso, y mientras en las barriadas de Madrid hay 25 notarios, en el centro de la ciudad hay 270, seg¨²n el propio Consejo General del Notariado. Tampoco los notarios se adecuan hoy a la idea tradicional de esta profesi¨®n en lo que se refiere a la media de edades. El 78% de los notarios espa?oles tiene menos de 50 a?os, y un 40,89%, menos de 40. Fruto de la modernidad es el deseo de desarrollar al m¨¢ximo ese lado liberal de la profesi¨®n que implica, por ejemplo, potenciar la competencia interna. "La gente no es consciente de que tiene derecho a elegir el notario que prefiera y no lo hace", dice Juan Bol¨¢s, presidente del CGN. "Quiz¨¢ porque considera fiables a todos los notarios, pero tambi¨¦n nos preocupa que sea porque no comprende el verdadero valor de esta profesi¨®n". Bol¨¢s insiste en que la gente quiere firmar ante notario incluso documentos que no lo requieren. "Los contratos y los acuerdos pueden ser privados", dice. Pero s¨®lo la presencia del notario, que con su firma da fe de la certeza de la fecha, del conocimiento de las partes y de su identidad, confiere car¨¢cter ejecutorio a un documento que pasa a ser p¨²blico. Los notarios se han apresurado a asimilar tambi¨¦n la complejidad espa?ola, y son los primeros en redactar escrituras y protolocos en los distintos idiomas auton¨®micos. La pluralidad nunca ha sido un obst¨¢culo para este cuerpo de ¨¦lite.
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