La capital moral
El ni?o que sirve como ejemplo para esta historia terminar¨ªa por llamarse nada m¨¢s que Pedro Salinas, pero cuando naci¨®, en noviembre de 1891, se llamaba de muchas otras formas, siguiendo la costumbre de la ¨¦poca: Pedro Manuel Facundo Primitivo Salinas y Serrano. Su compa?era de la Generaci¨®n del 27, la narradora Mar¨ªa Teresa Le¨®n, fue bautizada como Mar¨ªa Teresa de Jes¨²s Juana Mar¨ªa del Rosario Lucila Le¨®n Goyri; y el pintor Pablo Picasso ten¨ªa ocho nombres, como cuenta en uno de sus poemas el marido de Mar¨ªa Teresa, Rafael Alberti: "?Qu¨¦ hubiera sido de ti, Pablo, / si de entre los ocho nombres / con que fuiste bautizado / hubieras preferido al de Pablo Picasso / el de Diego Picasso, / al de Diego Picasso / el de Jos¨¦ Picasso, / al de Jos¨¦ Picasso / el de Francisco de Paula Picasso, / al de Francisco de Paula Picasso / el de Juan Nepomuceno Picasso, / al de Juan Nepomuceno Picasso / el de Mar¨ªa de los Remedios Picasso, / al de Mar¨ªa de los Remedios Picasso / el de Crisp¨ªn Picasso, / al de Crisp¨ªn Picasso / el de Crispiniano de la Sant¨ªsima Trinidad Picasso? / ?C¨®mo hubiera pintado Diego Picasso, / c¨®mo Jos¨¦ Picasso, / c¨®mo Francisco de Paula Picasso, / c¨®mo Juan Nepomuceno Picasso, / c¨®mo Mar¨ªa de los Remedios Picasso, / c¨®mo Crisp¨ªn Picasso, / c¨®mo Crispiniano de la Sant¨ªsima Trinidad Picasso?". Nosotros tampoco podemos saber a qu¨¦ se hubiesen dedicado o c¨®mo habr¨ªan sido Manuel Salinas, Facundo Salinas y Primitivo Salinas, pero s¨ª sab¨ªamos desde hace tiempo que el escritor madrile?o Pedro Salinas fue un gran poeta que escribi¨® obras como La voz a ti debida, El contemplado, Raz¨®n de amor, Largo lamento o Todo m¨¢s claro; y ahora, adem¨¢s, conocemos muchos detalles de su vida, gracias a la minuciosa biograf¨ªa Pedro Salinas y su circunstancia, que acaba de aparecer en Espa?a y de la que es autora la canadiense Jean Cross Newman. Y al leer la historia del autor de Presagios leemos tambi¨¦n el pasado de su ciudad y so?amos con que se parezca al futuro de la nuestra.
El Madrid del ni?o Pedro Salinas estaba empezando a ser una ciudad moderna, en la que los tranv¨ªas tirados por mulas daban paso a los el¨¦ctricos, y a la que el padre del poeta hab¨ªa venido desde Huesca para montar una mercer¨ªa en la calle de Esparteros. La familia Salinas vivi¨® en la calle de Toledo hasta que, al morir el padre, en 1899, su madre liquid¨® el negocio familiar y traslad¨® a la familia al n¨²mero 6 de la calle de Don Pedro, donde compr¨® un edificio de cinco plantas. La calle de Don Pedro hab¨ªa sido parte del Madrid ¨¢rabe, finalizando en la llamada Puerta de Moros, y en su esquina estuvieron enterrados originalmente los restos de San Isidro. A Salinas no le gustaban muchas cosas de su ciudad, y otras las detestaba, como deja claro en varias cartas que reproduce en su libro Jean Cross Newman; pero una de sus frases favoritas era: "Cuando me siento contento, me siento madrile?o". No es raro en alguien que hab¨ªa sido bautizado en la iglesia de San Pedro el Real, conocida popularmente como La Paloma. De esa ciudad que empezaba a ser ¨¦sta, Salinas y sus camaradas de la Generaci¨®n del 27, aquellos muchachos llamados Federico Garc¨ªa Lorca, Vicente Aleixandre, Salvador Dal¨ª, Luis Bu?uel, Luis Cernuda o Rafael Alberti, hicieron uno de los ejes de la cultura del siglo XX. Era el Madrid al que llegar¨ªa Salinas tras estudiar Derecho e Historia en la Universidad Central y trabajar unos a?os como profesor de la Universidad de Sevilla: el Madrid de la Residencia de Estudiantes, la Instituci¨®n Libre de Ense?anza y la Rep¨²blica. Salinas se ahorr¨® el drama de la Guerra Civil, march¨¢ndose a Estados Unidos en 1935, y por tanto, no estuvo en aquella Capital de la Gloria -que dir¨ªa Alberti- y, sin embargo, cuando Jos¨¦ Saramago dijo el otro d¨ªa, en el teatro Alcal¨¢, durante la presentaci¨®n de su Ensayo sobre la lucidez, que Madrid se hab¨ªa convertido en "la capital moral del mundo", me pareci¨® que esa frase establec¨ªa un contacto de alguna clase, por primera vez en siete d¨¦cadas, con Salinas y con los a?os dorados de la Generaci¨®n del 27. Madrid vuelve a ser una capital que despierta afecto, tras despertar tanta ira. Es cierto que el Madrid de Salinas lleg¨® al coraz¨®n del mundo desde la inteligencia y el talento y el Madrid del Once de Marzo lo ha hecho desde el espanto. Pero quiz¨¢s, ahora que estrenamos nuevos tiempos, sea el momento de mirar atr¨¢s y correr hacia delante. Ahora que, de pronto, parece que vuelve a quererse a esta ciudad. Madrid, capital del dolor y la esperanza.
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