La ONG Human Rights Watch denuncia que hay m¨¢s de un mill¨®n de seropositivos en Rusia
La organizaci¨®n de defensa de derechos humanos Human Rights Watch (HRW) ha denunciado que la epidemia de sida en Rusia est¨¢ propiciada por la err¨®nea pol¨ªtica gubernamental, que priva a los grupos de alto riesgo de acceso a medidas profil¨¢cticas y contribuye a que los infectados sean discriminados. En Rusia hay oficialmente 270.000 con el virus de inmunodeficiencia, pero la organizaci¨®n calcula que la cifra real supera con creces el mill¨®n. El 80% de ellos tienen entre 17 y 25 a?os.
Joanne Csete, al presentar el informe de HRW Lecciones no aprendidas, hizo hincapi¨¦ en que aunque la epidemia en Rusia fue tard¨ªa y para entonces ya se contaba con una rica experiencia internacional, las autoridades se niegan a¨²n a utilizar los m¨¦todos ampliamente comprobados para luchar contra la enfermedad. El Gobierno prefiere seguir su pol¨ªtica represiva, que hace que los enfermos traten de esconderse y propicia la expansi¨®n de la epidemia. Y el sida golpea ya no s¨®lo a los grupos de riesgo sino a la poblaci¨®n en general.
Un blanco f¨¢cil
El Gobierno pone obst¨¢culos a los servicios de prevenci¨®n para los grupos de m¨¢s riesgo como los drogadictos, que pueden ser encarcelados por poseer min¨²sculas dosis de narc¨®ticos y se convierten en blanco f¨¢cil de la polic¨ªa cuando ¨¦sta debe cumplir la cuota de arrestos que le han asignado, denuncia el informe. Ello hace que muchos drogadictos no se atrevan a ir a los lugares donde se dan nuevas jeringuillas, porque temen ser detenidos.
Lo que es "m¨¢s escandaloso a¨²n", se?ala Csete, es que Rusia ha prohibido la metadona como terapia sustitutiva de la hero¨ªna, en circunstancias en que esta sustancia, de probada eficacia en otros pa¨ªses, resulta vital para la prevenci¨®n entre ese grupo.
Las autoridades excluyen a los drogadictos con sida del tratamiento antiretroviral, en un pa¨ªs donde m¨¢s del 85% de los infectados ha adquirido el virus por usar narc¨®ticos. Adem¨¢s, los drogadictos encarcelados multiplican el peligro de propagaci¨®n en las prisiones, donde est¨¢ prohibido el reemplazo de jeringuillas y no se reparten condones.
Los infectados son discriminados laboral e intelectualmente. Son numerosos los que no pueden conseguir trabajo por tener sida o no pueden llevar a sus hijos a la escuela. Se dan casos, como en la lejana provincia de Magad¨¢n, en que a un infectado le impiden incluso tomar el autob¨²s para ir a su centro de tratamiento.
Rusia parece consciente del peligro que representa el sida para el resto del mundo pero no para s¨ª misma. As¨ª, el presidente Vlad¨ªmir Putin ofreci¨® donar 20 millones de d¨®lares al Fondo Global para la Lucha contra el Sida, mientras que el presupuesto nacional para combatir la enfermedad es de s¨®lo un mill¨®n de d¨®lares anuales.
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