Contradicci¨®n
Aquellos que me conozcan, hermanos, amigos, parientes varios, vecinos con derecho a alg¨²n comentario en el ¨ªnterin de bajar la basura, se sorprender¨¢n de los dos puntos de vista que voy a defender en el presente art¨ªculo, por hallarse (pensar¨¢n ellos) en absoluta y diametral contradicci¨®n con mi manera de ser. Pues en estas l¨ªneas voy a acometer, aritm¨¦ticamente hablando: uno, la descalificaci¨®n de Ezquerra Republicana de Catalunya, acto sorprendente viniendo de m¨ª que siempre he recibido con el mayor aprecio esos dos nombres emparentados, izquierda y republicana; y dos, la defensa de la Feria de Abril, lo cual resultar¨¢ todav¨ªa m¨¢s disparatado, habida cuenta de la reticencia que siempre he mostrado a participar en dicha fiesta y el surtido de denuestos, palabrotas y exabruptos que echa a volar de mi boca cada vez que se menciona delante de m¨ª. ?Ha enloquecido pues nuestro amigo? ?Ha renunciado a sus m¨¢s rancios principios? No, hijos m¨ªos, la contradicci¨®n, como dir¨ªa Hegel, es s¨®lo aparente. Este mundo est¨¢ lleno de paradojas y si observ¨¢is m¨¢s detenidamente el texto os dar¨¦is cuenta de que digo lo de siempre, pero por caminos diversos: y es que aqu¨ª, igual que en cualquier parroquia, todos los caminos llevan a Roma.
Vayamos por partes, me replica el desconfiado lector: ?es cierto que te metes con los de Ezquerra Republicana? Cierto, asiento yo, y me explico: aunque siempre he contemplado con la mayor benevolencia a estos chicos de la Costa Brava; aunque disculp¨¦ el mesianismo de Carod Rovira porque vi antes que nadie de qu¨¦ grosor eran aut¨¦nticamente sus gafas y cu¨¢ntas dioptr¨ªas le separaban del mundo; aunque no me expliqu¨¦ y sigo sin explicarme por qu¨¦ se alarmaron tanto los tertulianos televisivos la noche de las elecciones cuando las urnas se convirtieron para Ezquerra en bombos de loter¨ªa; aunque todo eso es verdad, repito, estoy muy disgustado con ellos. Y es porque me parece una solemne estupidez condenar la Feria de Abril que, sim¨¦tricamente a la de Sevilla, se celebra cada a?o en Barcelona so acusaci¨®n de reaccionaria, franquista y anticatalana. Lo cual vuelve a plantear en mi interior una vieja interrogaci¨®n que aflora siempre que suceden cosas de este tipo: ?se puede ser a la vez nacionalista y de izquierdas? ?No llamaba el socialismo a la uni¨®n de todos los oprimidos sin freno de barreras, idiomas ni puestos de aduana?
El lector insiste: ?y defiendes la Feria de Abril? Y yo: s¨ª, defiendo la Feria de Abril de Barcelona por muy anticatalana que les resulte a estos caballeros; y no, como alg¨²n descarriado podr¨ªa pensar, porque sea una fiesta andaluza que los inmigrantes dise?aron a imagen y semejanza de la de aqu¨ª, sino porque nadie, y menos un partido que se dice liberal, tiene derecho a determinar lo que es catal¨¢n o lo que no lo es, como lo que es espa?ol, andaluz, bielorruso, bengal¨ª y congol¨¦s. Y de repente me doy cuenta de que, contraviniendo los m¨¢s elementales fundamentos de mi personalidad y mi car¨¢cter y a pesar de lo que detesto casetas, guitarras y vino fino, si estuviera en Barcelona me pasar¨ªa una semana entera bailando sevillanas. Y taconeando bien fuerte, para molestar todo lo posible y dejar m¨¢s sordo a quien no quiere o¨ªr.
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