Di¨¢logo y debate
Aqu¨ª, en Euskadi, es tan importante el significado de las palabras que se emplean en la pugna pol¨ªtica que hay que desbrozar los matices que contienen, los tonos en que se pronuncian, e incluso la oportunidad.
Desde que el lehendakari Ibarretxe present¨® su Plan en sociedad hay una palabra que brilla en exceso: di¨¢logo. Digo en exceso no porque el di¨¢logo no sea necesario, sino porque no es suficiente. Ciertamente, el Plan Ibarretxe no ha sido un documento para la discusi¨®n, a pesar de la terrible controversia que se suscit¨® en el mismo instante en que fue presentado.
Ibarretxe se ha encargado de mostrarlo como un b¨¢lsamo contra la intransigencia que mostr¨® el Gobierno del PP, empe?ado en relacionar el terrorismo de ETA con el nacionalismo vasco y con lo vasco en general. Por eso su empe?o en que su Plan se llame "para la convivencia", teniendo en cuenta que la convivencia entre nacionalistas y no nacionalistas ha sido dif¨ªcil en los ¨²ltimos a?os. Por eso su m¨¢ximo empe?o ha sido repetir hasta la saciedad sus "necesitamos dialogar", dado que el di¨¢logo es un importante instrumento para la convivencia. Por eso tambi¨¦n se ha esforzado en insistir en que "los vascos y las vascas tienen derecho a decidir su propio futuro", frase que suena demasiado bien como para ser infalible, toda vez que, por la misma raz¨®n, cabr¨ªa la posibilidad de que los vizca¨ªnos, o los encartados, o los de Ibarranguelua optaran un d¨ªa por decidir no ser vascos a partir de una consulta popular.
El 'plan Ibarretxe' fue consecuencia de la ausencia de comunicaci¨®n pero no es inocuo para los ciudadanos vascos
La palabra "di¨¢logo" brilla en exceso. No porque el di¨¢logo no sea necesario, sino porque no es suficiente
El Plan est¨¢ en el Parlamento y ya ha sido autorizado por el Tribunal Constitucional para continuar su andadura, despu¨¦s de que el PP le negara, con absurdas argucias, el derecho a existir. Pero el Parlamento es un foro de debate, mucho m¨¢s que un lugar para el di¨¢logo. El di¨¢logo se desarrolla en los pasillos, fuera del recinto en el que se debate y se disputa.
El di¨¢logo previo suele ayudar a que los debates sean menos crispados y m¨¢s eficaces en sus resoluciones finales, pero nadie debe pensar que el Plan Ibarretxe es un plan que se puede aprobar o rechazar dialogando, sino debatiendo. Desde luego que fue consecuencia de la ausencia de di¨¢logo, de la incomunicaci¨®n entre dos gobiernos que estaban, y est¨¢n, obligados a comunicarse, pero no es un Plan inocuo para los ciudadanos vascos.
El Pacto de Lizarra y el Plan Ibarretxe han sido dos plazas fortificadas en las que Aznar oblig¨® a recluirse a los nacionalistas. Derrotado Aznar, tambi¨¦n el nacionalismo tiene que abrir sus ventanas, bajar el puente levadizo, desmontar los ca?ones de las aspilleras y convertir tambi¨¦n sus fortalezas en espacios dulces para la convivencia de todos. Y los dem¨¢s, quienes han puesto tanto empe?o en asolar los castillos, bien har¨ªan en debatir con aplomo y serenidad cu¨¢l ha de ser el nuevo uso que han de tener las fortalezas.
Se trata de dise?ar el espacio de la convivencia -es decir, todo el espacio existente-, con una visi¨®n moderna y alejada de aquella otra en la que las luchas banderizas obligaban a construir torreones y murallas.
El di¨¢logo est¨¢ servido. Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero no s¨®lo lo ha anunciado, sino que lo ha iniciado. Euskadi vuelve a ser una de las comunidades aut¨®nomas espa?olas porque quien manda en Espa?a as¨ª lo desea y como tal la trata. Ahora se trata de que los vascos vuelvan a interesarse en la idea de Espa?a, que Zapatero pretende construir, bien diferente de la que Aznar se empe?¨® en imponer. Por eso el futuro de Euskadi pasa por un debate valiente en el Parlamento vasco alrededor de los dos ¨²nicos partidos con proyecto pol¨ªtico asumible: PNV y PSE. Y si el PNV ha sido el atrincherado tras Pactos y Planes ciertamente intransigentes, justo es reconocer que el futuro m¨¢s inmediato de los vascos pasa por la actuaci¨®n responsable de los socialistas vascos.
Es el momento de seguir lo que Fernando Savater escribi¨® en diciembre de 1983: "El nacionalismo vasco no podr¨¢ ser contrarrestado m¨¢s que por un uso pol¨ªtico y no sentimental o arrebatado de la idea de Espa?a. Empe?arse en combatirlo a base de exasperar el nefasto patriotismo unitarista espa?ol solo puede contribuir a mantenerlo y alentarlo. Es rid¨ªculo que el partido socialista acepte convertirse en una versi¨®n dom¨¦stica de los Tercios de Flandes con base operativa en Euskadi aunque sea en nombre de la legalidad constitucional. A los vascos hay que volver a interesarles en la idea de Espa?a, no asest¨¢rsela como un pu?etazo o un tr¨¢gala. ?A qu¨¦ vienen esas proclamas chuscas sobre la cantidad de banderas espa?olas en que se va a envolver un posible lehendakari socialista cuando llegue a Ajuria Enea? ?Qu¨¦ sentido tiene empe?arse en encabezar una manifestaci¨®n de repulsa contra un crimen terrorista con una pancarta pro Ej¨¦rcito, y as¨ª imponer en Bilbao algo que no hubiera sido de recibo ni en Barcelona ni en Madrid?".
Es la hora del di¨¢logo, sin duda, pero es sobre todo el tiempo del debate serio y riguroso que los socialistas debemos recuperar para dar aliento y vida a las esperanzas que los vascos sienten de nuevo, desde el triunfo socialista del 14 de Marzo.
Josu Montalb¨¢n es portavoz del PSE-PSOE en las Juntas Generales de Vizcaya.
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