Espa?a habla plural

El Gobierno espa?ol ha solicitado formalmente a la UE el reconocimiento en la futura Constituci¨®n europea del catal¨¢n, el euskera y el gallego. No se trata de darles el mismo rango funcional que tienen las lenguas de trabajo de la Uni¨®n, pero s¨ª que los ciudadanos puedan dirigirse a los ¨®rganos de la comunidad en cualquiera de ellas, y que el texto constitucional se traduzca a todos los idiomas cooficiales de Espa?a.

Es una petici¨®n llena de l¨®gica, a la que la incorporaci¨®n de nuevos pa¨ªses a la UE hasta los 25 actuales da todav¨ªa m¨¢s sentido. Tras la ampliaci¨®n, idiomas con mucho menor n¨²mero de hablantes que el catal¨¢n, como el estonio o el malt¨¦s, son ya lenguas de trabajo. Las almas medrosas ante la riqueza bab¨¦lica, que ven como un estorbo, hab¨ªan aducido razones de tipo pr¨¢ctico para que la UE ignorara lenguas absolutamente vivas y vigorosas, tanto o m¨¢s que otras que son, sin embargo, oficiales. Aparentemente, el problema era de costes y engorros. Pero detr¨¢s hab¨ªa, y hay, la reticencia de Estados que no tienen reconocida la pluralidad ling¨¹¨ªstica dentro de sus fronteras y, en consecuencia, tambi¨¦n la niegan extramuros.

Los anteriores Gobiernos no contemplaron nunca las lenguas cooficiales de Espa?a como patrimonio a tutelar y defender. Por esta raz¨®n, el paso dado por el Ejecutivo de Zapatero merece el aplauso. Y para justificarla no hace falta entrar en especulaci¨®n alguna sobre identidades colectivas. La petici¨®n se enmarca, simplemente, dentro de los derechos individuales del ciudadano a dirigirse en su idioma propio, reconocido por el Estado, a las instituciones europeas.