Camada negra
Han vuelto, o quiz¨¢s no se fueron nunca, simplemente hibernaban en sus madrigueras, pero la ca¨ªda del PP les ha vuelto a sacar a la calle, dispuestos una vez m¨¢s a salvarnos de nosotros mismos, aunque para ello tengan que exterminarnos. El nombre maldito de los guerrilleros de Cristo Rey suena de nuevo con siniestros ecos del pasado en los modernos foros de Internet, emborrona los muros y amenaza las vidas de los que no piensan como ellos, que no piensan porque tienen la mente nublada por el odio y la conciencia obnubilada por necias y brutales consignas. El catecismo que predican tiene muy poco que ver con el evangelio, todo lo m¨¢s pueden percibirse en ¨¦l reminiscencias del Antiguo Testamento, los guerrilleros de Cristo Rey prefieren el "ojo por ojo, diente por diente" al "amaos los unos a los otros", la vinculaci¨®n de estos pandilleros de Dios con la doctrina cristiana debe ser semejante a la que tienen los terroristas isl¨¢micos con las ense?anzas del Cor¨¢n; al fin y al cabo, Jehov¨¢ y Al¨¢ son el mismo dios irascible y vengativo, con una omn¨ªmoda capacidad para sentirse ofendido y una ferocidad sin l¨ªmites para aplicar eternamente los m¨¢s retorcidos suplicios a sus ofensores, lo sean de palabra, obra o pensamiento.
Hoy, cuando ni el Papa cree en ¨¦l, estas criaturas demon¨ªacas son la demostraci¨®n viviente de que el infierno existe, al menos en el sentido sartriano del t¨¦rmino, el infierno son los otros, el infierno son ellos. Surgidos de las hirvientes calderas de don Pedro Botero, los guerrilleros de Cristo Rey resucitaron a los pocos d¨ªas de ver perdidas todas sus esperanzas cuando el gobierno de "mano dura" del Aznar guerrero se retir¨® del escenario. No es que estuvieran muy de acuerdo con ¨¦l, pues para ellos la democracia y los partidos pol¨ªticos son invenciones de Satan¨¢s, pero entre las prietas filas de la vieja guardia popular se agrupan ex colaboradores y nost¨¢lgicos del franquismo, ese r¨¦gimen que los j¨®venes guerrilleros no vivieron pero que a?oran con nostalgia prestada o heredada.
La horda dispersa de los j¨®venes ultramontanos andaba dispersa, atomizada en bandas de skin-heads y pe?as futbol¨ªsticas; los cabezas rapadas, por dentro y por fuera, sal¨ªan de razzia nocturna los fines de semana para no olvidar el arte, marcial por supuesto, de apalear a los que no pueden defenderse, tiraban la piedra y escond¨ªan la mano, pero iban cada uno por su lado, formaban bandas y creaban grup¨²sculos; a veces ni siquiera ten¨ªan siglas para firmar sus pintadas y reivindicar sus agresiones. En cuanto a sus l¨ªderes natos, baste recordar la peripecia del joven Ynestrillas, detenido, juzgado y condenado por disparar contra un camello subido sobre el parabrisas de su coche; no era precisamente una acci¨®n patri¨®tica, esta vez no quer¨ªa salvar a Espa?a de los males de la droga, sino obtener unos gramos de coca para darse ¨¢nimos en la lucha.
Faltaba un hecho, un hito nuevo, una ocasi¨®n que les convocara para una nueva cruzada bajo el crucifijo usurpado, m¨¢s sugerente y ¨²til que la cruz gamada; necesitaban una llamada, una bandera, un pend¨®n que les llamara a filas. Y en ¨¦stas, do?a Esperanza Aguirre, presidenta de la Comunidad que vio nacer a estos sicarios de la divinidad y fue escenario de sus m¨¢s infames correr¨ªas, se rasg¨® ostensiblemente las vestiduras en el m¨¢s puro estilo farisaico y grit¨®: "Ha blasfemado, y adem¨¢s es mi cu?ado, y adem¨¢s ha sido en el C¨ªrculo de Bellas Artes, que tiene subvenci¨®n". Y su grito fue escuchado y fueron elegidos los vengadores, hijos predilectos de las mejores familias de la camada negra, y los sanguinarios cachorros atacaron al cu?ado blasfemo y al actor que interpretaba la obra del cu?ado blasfemo, que es marqu¨¦s y diplom¨¢tico, aunque de esto ¨²ltimo se olvidara cuando firm¨® su pol¨¦mico y escatol¨®gico, en la m¨¢s amplia acepci¨®n del t¨¦rmino, texto teatral.
"Esperanza Aguirre echando a su cu?ado a los perros" podr¨ªa ser el t¨ªtulo de la conmovedora escena, pero el sacrificio b¨ªblico no ha llegado a producirse y los ladridos de los canes s¨®lo han servido para hacer aumentar la clientela de un espect¨¢culo hasta ese momento minoritario, y para llev¨¢rselo a do?a Espe casi a las puertas de su palacio, que es m¨¢s de su cu?ado que suyo, pues el teatro Alfil de la calle del Pez est¨¢ a un paso de su domicilio en Malasa?a.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.